miércoles, 29 de noviembre de 2017

UNA NOVELA RUSA


Llevo un par de semanas sumergida en esta novela rusa que me ha fascinado y aburrido, a partes iguales. En, escasamente, 300 páginas Emmanuel Carrère "revuelve" su vida de principio a fin, su vida y la de sus ancestros, su vida y la de su amada del momento, su vida y la algunos rusos, su vida y la de un húngaro....
Es una novela rusa porque Rusia es un referente durante toda la narración, es una n...ovela rusa porque su alma es triste y con un punto de locura, es una novela rusa porque a veces se hace "más larga que un día sin pan", es una novela rusa porque hay que leerla "sin prisa pero sin pausa", es una novela rusa.....sin más.
Es mi primera experiencia con Carrère y no será la última; creo que Una novela rusa no es su mejor obra, pero no me arrepiento de haber empezado por ella, en ella el autor "se desnuda" y cuando un@ conoce al autor antes de leer su obra, tiene mucho ganado.
¿La recomiendo?....., ummmm para lector@s especiales a los que no asuste algún pasaje (largo) aburrido y perseveren hasta encontrar el alma de la novela que es el alma del autor.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
La locura y el horror han obsesionado mi vida, escribe el autor. Los libros que he escrito no hablan de otra cosa. Después de El adversario, quise escapar. Creí que escapa­ba amando a una mujer y realizando una investigación. La investigación fue sobre mi abuelo paterno, que desa­pareció en 1944 y, probablemente, fue ejecutado por colaborar con los alemanes. Es el fantasma que ator­menta a nuestra familia. Para exorcizarlo seguí caminos que me llevaron hasta una pequeña ciudad perdida de la provincia rusa, donde permanecí largo tiempo a la es­pera de que ocurriese algo. Y ocurrió: un crimen atroz. La locura y el horror volvían a darme alcance. También en mi vida amorosa: escribí para la mujer que amaba un relato erótico que debía irrumpir en la realidad, y la rea­lidad desbarató mis planes. Nos precipitó a una pesadi­lla. De todo esto hablamos aquí: de situaciones que ela­boramos para dominar la realidad y de la forma terrible en que ella las asume para respondernos.

Una novela rusa (fragmento)

1El tren rueda, es de noche, hago el amor con Sophie en la litera y ella es ella. Los compañeros de mis sueños eróticos suelen ser difíciles de identificar, son varias personas a la vez sin tener la cara de ninguna, pero aquella vez no, reconocí la voz de Sophie, sus palabras, sus piernas abiertas. En el compartimento del coche cama donde hasta entonces estábamos solos entra otra pareja: el señor y la señora Fujimori. Ésta se nos une, sin remilgos. El entendimiento es inmediato y muy risueño. Sostenido por Sophie en una postura acrobática, penetro a la Fujimori, que pronto experimenta un rapto de placer. En ese momento, el señor Fujimori nos comenta que el tren ya no avanza. Está detenido en una estación, quizá desde hace un rato. Inmóvil en el andén iluminado con lámparas de sodio, un miliciano nos observa. Corremos las cortinas a toda prisa y, convencidos de que el miliciano va a subir al vagón para pedirnos cuentas de nuestra conducta, nos apresuramos a ponerlo todo en orden y a vestirnos para estar dispuestos, cuando él abra la puerta del compartimento, a asegurarle con el mayor aplomo que no ha visto nada, que lo ha soñado. Todo sucede en una mezcla excitante de aturdimiento y de risa tonta. Sin embargo, explico que no hay motivo de risa: corremos el riesgo de que nos detengan, nos lleven al puesto mientras el tren parte y Dios sabe lo que sucederá después, se perderá nuestro rastro, palmaremos sin que nadie nos oiga gritar en un calabozo subterráneo en el fondo de este pueblecito fangoso de la Rusia profunda. Sophie y la Fujimori se desternillan aún más al oír mis inquietudes, y al fin yo también río con ellas.

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