viernes, 1 de diciembre de 2017

AMOR PERDURABLE


Volver a McEwan siempre garantiza y rato de placer y una semana de reflexión....¡
Todo empieza con un pic-nic en las verdes colinas de Chiltern, una pareja madura, una vida tranquila, un amor perdurable....¿será verdad que nuestra vida cambia en un instante?.
Muy McEwan, sentimientos tormentosos en una balsa de aceite, patología oculta por una educación puramente british y largas parrafadas (que a veces sobran) sobre ciencia.
Una novela corta, para fans de McEwan y no la mejor que he leído del autor.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Joe y Clarissa son una pareja feliz. Él se dedica a escribir sobre temas científicos, tras haber abandonado la investigación; ella es una profesora de literatura inglesa que regresa a Inglaterra tras un breve período de investigación en Harvard. Joe ha ido a esperarla al aeropuerto, y desde allí han marchado directamente a los verdes prados de las colinas de Chiltern, a un delicioso almuerzo campestre que aúna los refinados placeres del vino francés, la naturaleza y el reencuentro amoroso. Pero en medio de aquel sensato, civilizado paraíso, y casi sin que ellos se den cuenta, se introducirá una serpiente, inesperada e inocente, pero no por ello menos terrible. Los tripulantes de un globo, un anciano y su nieto, se ven en serias dificultades. El aerostato, incontrolado, sube en el aire con el niño dentro, y Joe y otros hombres presentes en el lugar corren a socorrerlo. Todo es cuestión de segundos, y en aquel extraño nudo de encuentros urdido por el destino, el muy racional Joe conoce a Jed Parry, un fanático religioso, un «Jesus freak» que se enamorará obsesiva e implacablemente del cada vez más horrorizado Joe...
Ian McEwan, con una sutil ironía y su peculiar gusto por la comicidad más ominosa, urde una ambigua fábula moral, un thriller apasionante acerca de la naturaleza misma del amor, y su localización en la encrucijada entre la racionalidad y la locura.

Amor perdurable (fragmento)
"Fui al sendero y pasé la mano por las hojas que tú habías tocado. Me llevé una impresión al descubrir lo diferentes que eran de las que no habías tocado. Había un fulgor, una especie de combustión en mis dedos al pasarlos por el borde de aquellas hojas húmedas. "



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