sábado, 2 de diciembre de 2017

LOS RECUERDOS


Leer a Foenkinos es como hallar reposo en medio de la tormenta, su prosa poética tranquiliza hasta en los momentos de mayor agitación (hay excepciones en su producción) y, generalmente, aunque relate vidas desgraciadas transmite una sensación de optimismo difícil de olvidar.
Así es en Los Recuerdos, que comienza con muerte y remordimientos y termina en esperanza. Antoine nos cuenta su vida (¿será ...la de Foenkinos?) y sus sentimientos mientras narra la vida de su familia y Foenkinos "trufa" este relato de Recuerdos, pensamientos de los protagonistas que añaden un toque original y, a la vez, poético a la obra; hay recuerdos de celebridades como Van Gogh y de empleados de gasolinera; todos los recuerdos "que nos matan y nos mueren" tienen cabida en esta pequeña obra de arte literaria que se lee en un suspiro y...se recuerda, sin duda, se recuerda¡¡¡

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
Cuando su abuelo muere, el joven narrador se da cuenta de la cantidad de cosas que no ha compartido con él. Decide entonces aprovechar al máximo el tiempo junto a su abuela. La visita a menudo y consigue espantar su soledad y hacerla reír. Pero un día, como si de una adolescente se tratara, la abuela se fuga de la residencia en la que vive.
El narrador parte en su búsqueda y acabará uniéndose a ella en esa huida hacia la felicidad. Asistiremos asía un maravilloso viaje por los recuerdos de una vida, y veremos cómo éstos, junto al mágico azar, iluminan el presente y el futuro de nuestro protagonista.

David Foenkinos, autor de la aclamada La delicadeza, ha vuelto a revolucionar Francia con esta novela, finalista de los premios Goncourt, Fémina y FNAC. La prensa ya ha bautizado este antídoto literario contra el aburrimiento y la desesperanza como «el fenómeno Foenkinos». ¿Porqué dos millones de lectores no pueden dejar de leer a Foenkinos? Porque posee un don maravilloso, simple e insólito a la vez: «Hacer que el lector se sienta en buena compañía», BERNARD PIVOT, Le Journal du Dimanche.

Los recuerdos (fragmento)

Yo, y solo yo, era responsable de esa soledad tan mía, que constataba con regularidad. Era hijo de mi época, ese tiempo en que ninguna idea es ya lo bastante fuerte para vincularnos unos a otros. La guerra, la política, la libertad e incluso el amor son luchas que se han vuelto pobres, por no decir inexistentes. Somos ricos, pero lo que poseemos en abundancia no es más que un gran vacío. Y hay algo de comodidad en todo eso, como hay algo de belleza en un adormecimiento progresivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario