jueves, 4 de enero de 2018

LINDA, COMO EN EL ASESINATO DE LINDA


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Evert Bäckström, comisario en la división de homicidios de la Comisaría Central de Estocolmo (Suecia).

Considerado el verdadero patriarca de la negra-nórdica, me lo recomendó mi querida Amelia Ruiz y comencé leyendo La trilogía del bienestar. Ahora nos presenta "El primer caso de Evert Bäckström, un inspector bajito, gordo, primitivo, irascible, ofensivo, sucio, bebedor y corrupto....vamos un crack de lo peor de la naturaleza humana....
Más de 500 páginas para narrar el asesinato de una alumna de la Escuela de Policía y lo cierto es que no se hacen largas porque las descripciones de los personajes son fabulosas y el curso de la investigación está narrado sin prisa, pero sin pausa.
Recomendada para aficionad@s a la negra-nordica y otras noir del planeta.

Sinopsis (Ed. Grijalbo)
El primer caso de Evert Bäckström, un inspector bajito, gordo, primitivo, irascible y ofensivo. O como han dicho algunos, un doctor Gregory House en versión policíaca.
Una magnífica intriga policial.
En mitad de un verano inusualmente caluroso, en el que la mayor noticia están siendo las altas temperaturas, una joven es asesinada en la apacible ciudad de Växjö. De inmediato la comisaría local alerta a la central de Estocolmo, cuyos principales efectivos están de vacaciones. Por razones que luego nadie logra explicarse, el jefe asigna el caso a Evert Bäckström, el hombre que "da tanta guerra como cien delincuentes", si no más.
Leif GW Persson ofrece una magnífica intriga policial, llena de suspense y absolutamente verosímil, en la que brilla su protagonista, alejado de todos los personajes habituales de la novela escandinava.

Linda, como en el asesinato de Linda (fragmento)

1

Växjö, la mañana del viernes 4 de julio
Fue la vecina quien encontró a Linda y, con independencia de todo lo demás, era preferible a que la hubiera encontrado su madre. La policía ganó así un montón de tiempo. La madre no pensaba volver del campo hasta el domingo por la noche, y ella y su hija eran las únicas personas que vivían en el piso. Cuanto antes, mejor, al menos para la policía y, sobre todo, tratándose de un asesinato del que aún no tenían ningún sospechoso.
A las ocho y cinco minutos de la mañana recibieron la llamada en el centro provincial de emergencias de la policía de Växjö. Respondió al aviso una patrulla que se hallaba en las inmediaciones. Tan solo tres minutos después, volvían a llamar a la central. Ya habían llegado al sitio, la mujer que había avisado estaba a buen recaudo en el asiento trasero del coche policial y ellos tenían intención de entrar en el piso para comprobar la situación. Un coche policial que, en realidad, tendría que haber estado aparcado en las cocheras de la comisaría a aquellas alturas, ya que era la hora del cambio del turno de noche al turno de día y prácticamente todos los policías que estaban de servicio o bien se encontraban en las duchas, o bien estaban tomando café en la cocina a la espera del sermón matutino y del reparto de tareas.

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