miércoles, 3 de enero de 2018

INFAMIA


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Alex King, consultor especialista en comportamiento humano en Suecia.

"Cualquier semejanza con la realidad es completamente intencionada"
Así comienza esta novela, segunda del autor con Alex King como protagonista y, tristemente así es....
En tres capítulos titulados, El delito, El juicio y El veredicto, el autor nos pasea por las miserias del sistema judicial sueco que, segurament2, son las mismas que las de cualquier otro país occidental. Parece que suele más en... Suecia, tan moderna, tan igualitaria, taaaaaaan Suecia!
Lo de menos en esta novela son los personajes de la serie (Alex King y Nina) que la verdad son u poco sosos, lo de más es el furioso alegato contra los prejuicios, el machismo y la injusticia. 
Me ha cabreado de veras y me ha gustado bastante.
La recomiendo!!🌞🌞

Sinopsis (Ed. Siruela)
A veces la justicia es un castigo peor que el propio crimen.
En el transcurso de una fiesta durante la noche de santa Lucía, cuatro hombres agreden brutalmente a Sara Leijon quien, aunque herida y conmocionada, consigue llegar por su propio pie hasta una comisaría y denunciar los hechos. Pero a pesar de que todas las pruebas parecen estar ahí, dolorosamente impresas sobre el cuerpo de la víctima y en su veraz testimonio, en un juicio por violación colectiva nunca conviene dar nada por sentado...
La inspectora Nina Mander, consciente de que la joven lo tendrá difícil para que la sentencia se falle a su favor, decide pedir ayuda al psicólogo conductista Alex King, confiando en que este será el único capaz de guiarla y apoyarla durante el proceso. Sin embargo, las cicatrices aún frescas de Sara reabrirán en el corazón de King viejas heridas familiares que le harán cuestionarse si debería o no haber aceptado semejante trabajo.
Como ya ocurriera en Farsa, cada nuevo caso de la serie de Alex King supone una arriesgada vuelta de tuerca al thriller de actualidad.

Infamia (fragmento)

Capítulo 1Al principio no entendió a qué se debía el silencio al otro lado de la línea telefónica.
Pero fue solo al principio. Después reconoció la voz.
Era una voz débil y triste.
—Me han robado el móvil —dijo ella.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Tom Leijon mientras se sentaba en el sofá.
—Me han quitado el móvil —repitió—. Se lo han llevado. El nuevo.
—¿Dónde estás? ¿Qué ha pasado? —preguntó Tom, desconcertado.
—¿Puedes venir a buscarme? Me han robado el móvil —dijo ella con voz débil.
—¿Dónde estás, Sara?
Tom se pasó una mano por la garganta y tragó saliva, notando el movimiento de la nuez bajo la piel. —Espera —pidió ella.
Oyó ruidos y murmullos de fondo.
Sara le facilitó una dirección en Marieberg. Tom miró el reloj. Eran las tres y media de la madrugada del 14 de diciembre. La noche de Santa Lucía. Una de las noches festivas más tradicionales. Él la había celebrado solo, viendo un par de películas que no había tenido la oportunidad antes. Sin nadie más. Nadie con quien compartir la cena de Santa Lucía. No se atrevía a pensar cómo iba a ser la Navidad.
Sobre todo sentía inquietud ante las fiestas. El videoclub había ido tan mal en noviembre que apenas si había habido beneficios. Cada vez más gente descargaba películas de la red. En poco tiempo no le quedarían clientes.
—Voy para allá —anunció alejándose del teléfono y recogiendo los pantalones que estaban tirados en el suelo. Miró la pantalla. «Número oculto». ¿Y si ya no estuviera allí cuando llegara?
Tom se puso una camiseta que olía a sudor y cerró la puerta de un tirón.

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