jueves, 4 de enero de 2018

MÁS ALLÁ DE LA VERDAD


Séptima entrega de la serie de novelas protagonizadas por Hanne Wilhelmsen, subinspectora de homicidios en la jefatura de policía de Oslo (Noruega).

Esta es la entrega número 7 de la serie protagonizada por la inspectora Hanne Wilhelmsen , lo curioso es que yo ya he leído la entrega 8 e incluso una que podría pertenecer a la serie, en la que Wilhelmsen actúa como personaje secundario....., misterios de la política editorial española.

Dejando al margen estas cuestiones, la verdad es que Wilhelmsen me gusta, es un personaje intenso y bien construido que nos conduce siempre hasta el borde del abismo, en esta novela nada es verdad, todo es verdad y solo Hanne puede conducir la investigación hasta un final trepidante e insospechado.
Lo he pasado bien y espero la traducción de las últimas entregas, porque las que siguen ya las he leído....

Sinopsis (Ed. Reservoir Books)
Cuando leas un libro de la serie de la inspectora Hanne Wilhelmsen no vas a poder parar.
«¡Cuatro cadáveres, Hanne! La madre, el padre, el hijo mayor y otro del que no sabemos nada.»
Poco antes de Navidad, un grotesco asesinato múltiple en uno de los barrios más acomodados de Oslo tiene a la opinión pública en vilo. ¿Ha sido una tragedia familiar? La inspectora Hanne Wilhelmsen no lo cree. Hay demasiados cabos sueltos. ¿Quién es la cuarta víctima? ¿Y qué hacía con los Stahlberg, la famosa estirpe de armadores?
Las luchas de poder en el seno de la familia Stahlberg y el extraño comportamiento del nuevo presidente de la empresa naviera tampoco le facilitan precisamente la búsqueda del asesino a Hanne. Y aún más complicada es su relación con sus viejos colegas, sobre todo con su compañero de investigaciones, Billy T. Tanto más cuando ella insiste en que quizá la clave de todo esté en otro asesinato múltiple cometido tiempo atrás.

Más allá de la verdad (fragmento)

Jueves, 19 de diciembre

Era un perro viejo. Tenía las caderas anquilosadas. La enfermedad le había conferido el aspecto de una hiena de pecho ancho y cuello poderoso que desembocaban en un trasero ínfimo. Llevaba el rabo pegado a los testículos.
El sarnoso animal iba y venía, nadie era capaz de recordar cuándo lo había visto por primera vez. En cierto modo formaba parte del lugar, una molestia inevitable, como el ruido del tranvía, los coches mal aparcados o las aceras cubiertas de hielo. Era preciso tomar precauciones: cerrar la puerta del sótano, llamar al gato para que pasara la noche en casa y dejar bien tapados los cubos de basura del patio trasero.
De vez en cuando algún vecino presentaba una queja ante las autoridades sanitarias, sobre todo si amanecían tres mañanas seguidas con restos de comida y otros desperdicios tirados junto al soporte de las bicicletas. No solían recibir respuesta alguna y nadie hizo nunca nada para atrapar al perro.

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