jueves, 4 de enero de 2018

MUERTE EN MAR ABIERTO


Vigésimoquinta entrega, que realmente es una Precuela, de la serie de novelas protagonizadas por el inspector siciliano Salvo Montalbano.

Tras unos cuantos "fiascos" literarios, Camilleri es un bálsamo para las "heridas lectoras", ocho relatos de los primeros pasos de nuestro inspector Salvo Montalbano lo curan todo.

Voy a reproducir la presentación que, de este volumen, hace la editorial; sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo en todo¡¡¡

Sinopsis (Ed. Salamandra)
" Bañado por la cegadora luz mediterránea y perfumado con el intenso olor del salitre y ...los cítricos, el pequeño municipio siciliano de Vigàta forma parte del acervo literario de miles de lectores europeos. En este volumen, Andrea Camilleri nos transporta a los años ochenta para conocer una versión quizá más ingenua, aunque no menos enmarañada, del complejo microcosmos en el que inicia su carrera profesional el ahora famoso comisario Montalbano.
En estos ocho casos, descubrimos a un Salvo en plena juventud que, con idéntica intuición pero con bastante menos escepticismo, vive los momentos más apasionados de su relación con Livia, vigilado de lejos por Adelina con su natural desconfianza. En la comisaría, a su vez, asistimos a la entrada triunfal del inefable Catarella, Fazio es igual de avispado que hoy y no es difícil reconocer a Mimì Augello hipnotizado como siempre por tal o cual belleza; incluso despunta Pasquano, con su impenitente sarcasmo y su debilidad por los cannoli.
Con la dosis perfecta de crudeza, ironía e introspección psicológica que han convertido en únicas las historias de Montalbano, el maestro Camilleri nos invita a recorrer una Italia sombría, sometida por una mafia que campa a sus anchas, plenamente dedicada a la extorsión, el secuestro y el asesinato. Un viaje al borde del abismo que deleitará una vez más a los numerosísimos seguidores de Montalbano y fascinará a quienes aún no lo conozcan." Editorial Salamandra

Muerte en mar abierto (fragmento)

La habitación número dos
UnoEstaban hablando de esto y aquello sentados en el porche, cuando, de repente, Livia soltó una frase que sorprendió a Montalbano.
— Cuando envejezcas, serás peor que un gato acostumbrado a su rutina — dijo.
— ¿Y a qué viene eso? — preguntó el comisario, atónito. Y puede que también algo molesto; no le hacía gracia pensar en envejecer.
— Tú no lo ves, pero eres sumamente metódico, ordenado. Si algo no está en su sitio, te da rabia. Te pones de mal humor.
— ¡Venga ya! — No te das cuenta, pero eres así. En la trattoria de Calogero te sientas siempre a la misma mesa. Y, cuando no vas a comer allí, eliges siempre un restaurante al oeste.
— ¿Al oeste de qué?
— Al oeste de Vigàta, no me vengas con ésas. Montereale, Fiacca... Nunca vas, qué sé yo, a Montelusa o a Fela... Y seguro que allí hay sitios buenos. Por ejemplo, me han dicho que en San Vito, en la playa de Montelusa, hay como mínimo dos restaurantes que...
— ¿Sabes cómo se llaman?
— Sí. L’Ancora y La Padella.
— ¿Tú cuál escogerías?
— Así, por intuición, me parece que La Padella.
— Pues esta noche te llevo — zanjó el comisario.





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