domingo, 31 de diciembre de 2017

EL INVIERNO DEL LOBO


Duodécima entrega de la serie de novelas protagonizadas por Charlie "Bird" Parker, detective privado en Maine, desde que abandonó la policía neoyorkina.

Reencontrarse con Charlie Parker es volver a lo oscuro, a lo perdido, a la Norteamérica profunda en la que conviven dioses, monstruos y creencias llegadas de otros tiempos y otros lugares.
Volver a Charlie Parker es volver, también a Angel y a Louis, a una amistad inquebrantable sellada con sangre; volver también a los espíritus protectores y volver a la violencia que nace, siempre, del hombre.
El Invierno del Lobo es, quizás, atípica entre las novelas protagonizadas por Parker y eso le añade valor, el valor de Parker sin Parker y no digo más.
Piérdanse en Prosperous y no se arrepentirán o si???

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Es necesario que Charlie Parker muera para que el pueblo de Prosperous sobreviva.
La comunidad de Prosperous, en Maine, siempre ha medrado mientras otros sufrían. Sus habitantes son ricos, sus hijos tienen el futuro asegurado. Rehúye a los forasteros. Protege a los suyos. Y en el centro de Prosperous se encuentran las ruinas de una antigua iglesia, transportada piedra a piedra desde Inglaterra siglos antes por los fundadores del pueblo… Unas ruinas que esconden un secreto.
Pero varios hechos, entre ellos la muerte de un sintecho, atraen a Prosperous al investigador privado Charlie Parker, obsesionado y letal. Parker es un hombre peligroso, al que le mueve no sólo la compasión, sino también la ira y el deseo de venganza. Los habitantes de Prosperous perciben en Parker una amenaza peor que cualquier otra que hayan afrontado en su larga historia. Parker, a su vez, encontrará en ellos a los adversarios más despiadados con los que jamás se ha enfrentado. Y es que se ha decidido que Charlie Parker muera para que el pueblo de Prosperous sobreviva.

El invierno del lobo (fragmento)

1
La casa era intencionadamente anónima: ni demasiado grande ni demasiado pequeña, ni muy bien conservada ni deteriorada en modo alguno. Ocupaba una reducida parcela próxima a los aledaños de Newark, en el condado de New Castle, zona densamente poblada del estado de Delaware. La ciudad había sufrido un duro golpe cuando en 2008 cerró la planta de montaje de Chrysler junto con Mopar, el cercano centro de distribución de piezas. Así y todo, albergaba aún la Universidad de Delaware, y veinte mil estudiantes pueden gastar mucho dinero si se lo proponen.
No era de extrañar que el hombre a quien pretendíamos dar caza hubiese elegido Newark. Estaba cerca de las líneas divisorias de tres estados —Pensilvania, Nueva Jersey y Maryland—, y a sólo dos horas de la ciudad de Nueva York en coche. Aunque, claro está, sólo era una más de las numerosas guaridas que se había procurado, adquiridas en el transcurso de los años por el abogado que lo protegía. El único rasgo distintivo de esta casa residía en el nivel de consumo energético: las facturas de los suministros eran más altas que las de otros inmuebles que habíamos descubierto. Daba la impresión de que éste se utilizaba con regularidad. No se trataba de un mero almacén para las piezas de su colección. Venía a ser una base de operaciones.
Ese hombre se hacía llamar Kushiel, pero nosotros lo conocíamos por el sobrenombre de "El Coleccionista». Había matado a un amigo nuestro, Jackie Garner, a finales del año anterior. El Coleccionista, conforme a su versión de la justicia, diría que se había limitado a aplicar la ley del talión, pues en verdad Jackie cometió un craso error y, como consecuencia del cual, murió una mujer cercana al Coleccionista. En venganza, éste, sin la menor compasión, abatió de un tiro a Jackie, que estaba desarmado y de rodillas, y además dejó claro que ahora nos hallábamos todos bajo la mira de su arma. Posiblemente intentábamos dar caza al Coleccionista por lo que le había hecho a uno de los nuestros, pero también porque sabíamos que, tarde o temprano, él decidiría que quizá bajo dos metros de tierra representaríamos una amenaza menor para él. Así que nuestro propósito era acorralarlo y matarlo mucho antes de eso.

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