jueves, 4 de enero de 2018

RESTOS MORTALES


Vigesimosexta entrega de la serie de novelas protagonizadas por el comisario veneciano, Guido Brunetti.

Hace ya tiempo que no me encontraba con Brunetti y, la verdad, siempre reconforta pasear por Venecia con los viejos amigos. En esta última novela el comisario es más protagonista que nunca (su familia esta vez es muy secundaria), esta estresado y tiene que marcharse un par de semanas a una finca cercana para reposar y olvidarse de los problemas pero......algo surge que trastoca sus planes.
He visto un Brunetti más íntimo, más reflexivo, con más dudas acerca de todo....será la edad.
Acostumbrada a los finales abruptos de Donna Leon no me ha sorprendido esta novela, pero quizás debería moderar la tendencia.
Lo dicho, recomendable para fans y para pasar el rato porque un Brunetti al año, no hace daño.
Sinopsis (Ed. Seix Barral)
Entrega número 26 de la exitosa serie del comisario Brunetti, la primera que aborda la ecología y los delitos contra el medioambiente.
El infalible comisario Brunetti necesita unas vacaciones. Así se lo ha recomendado su doctora y también insiste en ello su esposa Paola, que finalmente convence a su marido para que se vaya una temporada a una casa familiar en San Erasmo, la isla más grande de la laguna veneciana. El comisario tiene pensado pasar unas semanas casi en plena soledad, leyendo libros y haciendo el tipo de trabajo manual que le ayude a mantener la cabeza alejada de la oficina. Una vez allí, Brunetti entabla amistad con Davide Casati, el hombre encargado de cuidar la casa, un tipo duro y peculiar al que sólo parece haber una cosa que le preocupa desde la muerte de su mujer: el cuidado de sus abejas, que misteriosamente están desapareciendo a causa de algún extraño fenómeno que afecta a toda la zona. Cuando Casati, que conoce cada una de las islas al milímetro y es un experto navegante, aparece ahogado en las aguas de la laguna, Brunetti pondrá a su equipo a resolver un asunto que implica a una gran empresa dedicada al manejo de residuos tóxicos y que podría poner en peligro el equilibrio natural del ecosistema.

Restos mortales (fragmento)

1Tras el intercambio habitual de fórmulas de cortesía, la sesión se había alargado media hora más y Brunetti empezaba a sufrir las consecuencias. Le habían pedido al hombre que tenían delante — un abogado de cuarenta y dos años cuyo padre era uno de los notarios de mayor éxito y, por consiguiente, con más poder de toda la ciudad— que acudiese esa mañana a la questura porque dos personas distintas lo habían nombrado como el individuo que dos días antes le había ofrecido unas pastillas a una chica en una fiesta que se había celebrado en un domicilio particular.
La joven se las había tomado con un zumo de naranja que, según la información que había recibido la policía, también le había dado el mismo hombre. Un rato después se había desmayado y la habían llevado a urgencias del Ospedale Civile, donde había quedado ingresada con pronóstico reservado. Antonio Ruggieri había llegado puntual a las diez y, como muestra de su fe en las capacidades y probidad de la policía, no se había molestado en llevar consigo a otro abogado. Tampoco se había quejado del calor que hacía en aquella sala de ventana única, aunque había posado la mirada un instante en el ventilador de la esquina, que hacía lo que podía — si bien en vano— por contrarrestar el bochorno agobiante del mes de julio más caluroso del que se tenía constancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario