martes, 2 de enero de 2018

ÍCARO



Décima entrega de la serie de novelas protagonizadas por Benny Griessel inspector detective en la Unidad de Crímenes Graves y Violentos de Bishop Lane en Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

Esta novedad de novela negra sudafricana me atrajo como un imán desde las estanterías de mi biblioteca de cabecera, no es la primera que escribe el autor con el policía Benny Griessel como protagonista, pero aun así me he atrevido con las casi 500 páginas de la novela y.....
Bueno, resulta interesante "palpar" el ambiente de la Sudáfrica post apartheid y post Mandela, pero la verdad estoy un poco hartita de detectives alcohólicos y desgraciados que resuelven casos en un plis-plás cuando en las 400 páginas anteriores no tenían ni idea de lo que ocurría a su alrededor.
Entretenido sin más, la verdad es que ninguno de los personajes me ha conquistado, ni el principal ni los secundarios han conseguido que empatice con ellos, por tanto creo que no voy a ponerme a leer toda la serie, este es el 10º de la serie que, además, comparte con otros personajes....
Os dejo un enlace de mi blog de cabecera sobre el autor y el personaje y vosotros decidiréis:
http://detectivesdelibro.blogspot.com.es/2017/05/benny-griessel-y-otros-personajes-deon.html

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Las novelas protagonizadas por el detective Benny Griessel han hecho de Deon Meyer uno de los autores más prestigiosos del género negro. El talento para retratar con brillantez un país marcado por una historia conflictiva y un entorno natural exuberante es la seña de identidad de quien ha sido considerado por el Daily Mail «uno de los mejores escritores de novela policíaca del planeta».
A las puertas de la Navidad, una tormenta deja al descubierto un cuerpo enterrado en un suburbio de Ciudad del Cabo. Se trata de Ernst Richter, un controvertido hombre de negocios que se había granjeado numerosos enemigos y llevaba casi un mes desaparecido. Amigo de la polémica y de exhibir su fortuna, Richter era el fundador de Alibi.co.za, una empresa online dedicada a facilitar coartadas a personas adúlteras. Desde el primer momento, el suceso provoca un formidable revuelo mediático: se filtran nombres de peces gordos que habrían contratado los servicios de Alibi y las altas esferas exigen a la policía resultados con rapidez. Y todo esto ocurre en el peor momento posible para Griessel: ha vuelto a caer en la bebida, un colega se ha suicidado y su compañero, Vaughn Cupido, se ha enamorado de una de las sospechosas del crimen. Así pues, la lujuria, la ambición y la psicosis se entretejen en un caso mucho más turbio y complejo de lo que parecía en un principio.
Esta última entrega ha sido elogiada como la mejor de la serie. El cruce de líneas argumentales entre el negocio de las infidelidades, las nuevas fortunas y los trapos sucios de las grandes familias bodegueras da como resultado una novela vibrante en la que la acción se equilibra con un penetrante retrato psicológico de los protagonistas y de una sociedad apresada entre las sombras de un pasado turbulento.

Ícaro (fragmento)

1Cielo y tierra conspiraron para sacar a la luz el cadáver de Ernst Richter; al parecer, el universo se empeñaba en echar una mano a la justicia.
Primero vino la tormenta del 17 de diciembre, que se desató poco después de las ocho de la mañana. Fue un temporal poco corriente pero no extraordinario, generado por una borrasca convectiva de presiones bajas: una monstruosa nube azul oscuro que llegó atronando desde el océano Atlántico, justo al norte de la isla Robben.
Las masas nubosas lanzaron unas lenguas bífidas blancas espectaculares sobre el mar y la tierra, arrastrando consigo una densa cortina de lluvia. En menos de media hora, una precipitación de 71 milímetros inundó Bloubergstrand y Parklands, así como Killarney Gardens y Ze ezicht.
Hubo daños por las riadas y caos circulatorio. Los principales medios y las redes sociales hablaron sin cesar del gran causante: el calentamiento global.
Sin embargo, en relación con el cadáver que la tormenta dejó al descubierto, la contribución del planeta fue más modesta; se limitó a que el contorno del veld que se extiende más allá de Blouberg — donde el viento del sudeste había moldeado las dunas al azar, como un escultor ciego—  canalizara el agua, y ésta se llevara la arena en torno a los pies de Ernst Richter: uno estaba descalzo y con aspecto trágico, mientras que del otro colgaba, cómicamente, como a media asta, un calcetín negro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario