sábado, 25 de noviembre de 2017

MENTIRAS DE VERANO



De este autor me gustó mucho El lector y muchísimo El fin de semana; por tanto, cuando descubrí esta novela entre otras muchas me decidí rápidamente por ella; bien es verdad que......., no es una novela sino una colección de relatos cortos que tienen en común, la mentira, las mentiras; las que nos contamos a nosotros mismos, las que decimos a los demás, las que imaginamos como ciertas, y aquellas en... las que vivimos inmersos¡¡¡
Siete relatos que transcurren en verano, siete retratos de parejas dispares: proyecto de noviazgo, noviazgo tormentoso, matrimonio tortuoso, conocidos de viaje, matrimonio anciano, padre e hijo y pareja separada.
Me gusta como escribe Bernhard Schlink, y he disfrutado mucho de estos relatos "mentirosos" de verano.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Ir descubriendo cuidadosamente las mentiras con las que vivimos es el núcleo central de estos hermosos relatos melancólicos y sin concesiones: una mujer que comprende que lo que ha dado sentido a su vida ya no funciona, se pone a buscar y encuentra al hombre del que se enamoró cuando era una estudiante; un hijo quiere saber quién es su padre y emprende un viaje con él; un hombre que padece una enfermedad incurable organiza un veraneo con su familia; un pasajero de un vuelo oye la confesión vital de su vecino de asiento, ¿o no son más que puras patrañas? ¿Por qué intenta un hombre joven, padre de una niña, alejar a su exitosa mujer del mundo? ¿Qué lleva a un amante a mentir una y otra vez a su amada y a perderla y perderse él mismo con sus mentiras? ¿Cómo librarse de las ataduras que mantienen a alguien ligado a su antigua vida cuando un amor en la madurez promete una vida nueva?


Mentiras de verano (fragmento)


TEMPORADA BAJA
1
Tuvieron que separarse frente al control de equipajes, pero como en aquel pequeño aeropuerto todos los mostradores y los puestos de control se hallaban en el mismo recinto, pudo seguirla con la vista mientras ella colocaba la maleta en la cinta transportadora, atravesaba el arco detector, enseñaba su tarjeta de embarque y era conducida al avión. Él estaba justo detrás de la puerta de cristal que daba a la pista.

Tras cada uno de esos movimientos, ella se daba la vuelta y le saludaba con la mano. En la escalerilla del avión se volvió por última vez, sonrió y lloró, y se llevó la mano al corazón. Cuando desapareció en el interior del aparato, él siguió agitando la mano en dirección a las ventanillas, sin saber si ella lo seguiría viendo. Después, los motores se pusieron en marcha, los propulsores giraron, el avión rodó por la pista, fue acelerando y se elevó.
Su vuelo no salía hasta una hora más tarde. Fue a buscar un café y el periódico y se sentó en un banco. Desde que se conocieron no había vuelto a leer el periódico ni a tomar café él solo. Como al cabo de un cuarto de hora seguía sin haber leído ni una línea, pensó: me he olvidado de estar solo. La idea le gustó.

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