martes, 29 de agosto de 2017

SUKKWAN ISLAND


RESEÑADA por Gloria González para LIBROS, el 4 de Septiembre de 2013.
“Sukkwan Island” de David Vann.

Sinopsis (Ed. Alfabia)
Jim decide llevar a su hijo Roy, de 13 años, a pasar todo un año en una isla en el sur de Alaska, salvaje y deshabitada, dice que para fortalecer la relación padre-hijo y dar a Roy lecciones de supervivencia Pero resulta que Jim es un hombre débil, amargado, torpe, indeciso unas veces, impulsivo otras, hasta el extremo; quizás no esté preparado para enfrentarse ni enfrentar a su hijo a estas condiciones de supervivencia.
La primera parte de la novela narra la cotidianidad de los dos personajes en este espacio. Todo el tiempo es describir el paisaje, narrar acciones de forma concisa, escasos diálogos; a través de esos elementos el autor nos guía por el paulatino desencanto del padre y el alejamiento de su hijo.
Y de pronto, al final de la primera parte… ¡uf!, nadie imagina lo que ocurre. Y lo que ocurre es un suceso que te queda… mal, con los ojos como platos, para el que no has sido preparado por el autor. Y ya enganchas con la segunda parte y no puedes parar de leer, aunque a veces lo necesites, para tomar aire, para despejarte y sacudirte un poco el malestar.

David Vann es un nuevo autor norteamericano que está cosechando muy buenas críticas y al que se ha comparado con Cormac McCarthy, a veces con razón y a veces no tanto, “Sukkwan Island” es su primera novela.

Es una novela breve, afortunada y necesariamente. Un buen relato de calidad indudable, pienso, y es claustrofóbico, desagradable, crudo, angustioso, todo el tiempo hasta el final.
La recomiendo. Mientras, voy a ver si encuentro algo de reír.

Sukkwan Island (fragmento)

“Tu madre y yo teníamos un Morris Mini. Era un coche diminuto, como el coche de un parque de atracciones, y uno de los limpiaparabrisas estaba roto, así que tenía que sacar la mano por la ventanilla para manejarlo. En esa época a tu madre le volvían loca los campos de mostaza, siempre quería que fuéramos a verlo cuando hacía buen día, por todo Davis. Entonces había más campo y menos gente. Pasaba en todo el mundo. y aquí empezamos la educación en casa. El mundo era al principio un gran campo, y la Tierra era plana. Y todas las bestias vagaban por el campo y no tenían nombre, y cada animal grande se comía al animal más pequeño, y nadie se sentía mal por eso. Después vino el hombre, y llegó encorvado, peludo, estúpido y débil, a los confines de la Tierra y se multiplicó, y mientras esperaba se volvió tan numeroso y retorcido y asesino que los confines de la Tierra empezaron a combarse. Los confines se curvaron y doblaron lentamente, hombres, mujeres y niños se apelotonaban unos encima de otros para permanecer en el mundo y agarraban la piel de la espalda de los demás al escalar hasta que finalmente todos los hombres estaban desnudos y despojados y tenían frío y eran asesinos y se aferraban al confín del mundo.
Su padre hizo una pausa, y Roy dijo: ¿Y entonces qué?
Con el tiempo los confines se terminaron tocando. Se doblaron y se unieron y formaron el globo, y el peso echó el mundo a rodar y los hombres y las bestias dejaron de mirarse. Entonces el hombre miró al hombre y, como todos éramos tan feos, sin pelo y con bebés que parecían escarabajos patateros, el hombre se dispersó y empezó a matar bestias y vestir su pelaje más bonito.
Ja, dijo Roy. Pero luego qué.
Lo que pasó luego es muy complicado de contar. En algún momento aparecieron la culpa, el divorcio, el dinero y Hacienda, y todo se fue al infierno.
¿Crees que todo se fue al infierno cuando te casaste con mamá?
Su padre le lanzó una mirada que dejó claro que Roy había demasiado lejos. No, creo que se fue al infierno un poco antes. Pero es difícil decir cuándo.”

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