martes, 29 de agosto de 2017

LA ESTRELLA DEL DIABLO


Quinta entrega de la serie protagonizada por Harry Hole policía de homicidios en el Grupo de Delitos Violentos de Oslo
Un policía alcohólico y atormentado que dará mucho que hablar.

Petirrojo, constituyó un inicio muy prometedor inmerso en la negra-nórdica de moda y es que, Jo Nesbø  añade un plus, no solo de crímenes vive el hombre aunque sea cerca del círculo polar.
Némesis confirmó a Nesbø como un escritor especial dentro de la novela negra.
La estrella del diablo es una novela redonda que invita a seguir leyendo al autor y consagra a Harry Hole como uno de los grandes¡¡


Sinopsis (Ed RBA)
Una oleada de calor azota la ciudad de Oslo. El comisario Harry Hole yace borracho en el suelo de su apartamento. Lo arranca de su sopor una llamada: acaban de hallar el cadáver de una mujer con el dedo índice amputado. A los cinco días, aparece otro cadáver. Los demonios reales y los imaginarios se mezclarán en la mente del policía.

La estrella del diablo (fragmento)

1
Viernes. Huevos
El edificio se construyó en 1898 sobre un suelo de arcilla que había cedido levemente por la parte oeste, de modo que el agua pasaba por el umbral también por ese lado, hacia el que estaba descolgada la puerta. Desde allí discurría hasta el suelo del dormitorio dibujando en el parqué de roble una línea húmeda, siempre hacia el oeste. En su fluir se posaba un momento en una hendidura del parqué, hasta que una nueva onda de agua la desplazaba empujándola por detrás y haciéndola correr como a una rata asustada hasta el listón de la pared. Una vez allí, se deslizaba hacia ambos lados, buscando y olisqueando por debajo del listón antes de encontrar una ranura en el ángulo que formaba la pared con el extremo de los listones de parqué. En la ranura había una moneda de cinco coronas acuñada con el perfil del rey Olav en 1987, un año antes de que la moneda cayera del bolsillo del carpintero. Pero eran tiempos de prosperidad, había que rehabilitar rápidamente muchos áticos y el carpintero no se había molestado en buscar la moneda perdida.
El agua no precisó mucho tiempo para encontrar el camino por el que atravesar el suelo, bajo el parqué. Salvo una fuga registrada en 1968, el mismo año en que se renovó el tejado del edificio, los maderos llevaban secándose y encogiéndose ininterrumpidamente desde 1898, con lo que la ranura entre los dos maderos de pino interiores ya casi medía medio centímetro. Y bajo la ranura, el agua caía sobre una de las vigas que la llevaba hacia el oeste, hasta la parte interna de la pared exterior. Y desde allí, se filtraba por el enlucido y el mortero que, más de cien años atrás, preparó Jacob Andersen, albañil y padre de cinco hijos. Al igual que los otros albañiles de la época, Andersen mezclaba su propio mortero y su propio enlucido. Y no sólo componía una mezcla única de cal, agua y arena, sino que incluía además dos ingredientes especiales: cerdas de caballo y sangre de cerdo.

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