martes, 29 de agosto de 2017

EL ASESINO HIPOCONDRÍACO


RESEÑADA por Ricardo Cortat para LIBROS, el 12 de Junio de 2013.
'El asesino hipocondríaco'. Juan Jacinto Muñoz Rengel.
Me encanta la portada. En su fealdad, porque es fea de narices, me parece maravillosa.
Y me gustó la historia. Como empieza y como acaba. Pero no me gustó el aderezo. Tanto catálogo de enfermos y enfermedades se hace fatigoso.
La verdad es que esperaba más. Incluso espero la próxima novela de este hombre. Se ha ganado el derecho a una segunda oportunidad.

Sinopsis (Ed. Plaza y Janés)
El señor Y. debe cumplir su último encargo como asesino profesional, pero para conseguirlo tendrá que superar un grave obstáculo: no le queda más que un día de vida. ..En realidad, el enigmático asesino a sueldo que responde a las iniciales M.Y. lleva años muriéndose, desde el mismo momento en que vino a este mundo. Le persiguen tantas enfermedades que cualquiera podría considerarlo un milagro médico. Ahora, por encargo de un cliente misterioso que se mantiene en la sombra, debe matar al escurridizo Eduardo Blaisten antes de que le asalte una apoplejía terminal o una úlcera gangrenosa o un empeoramiento de su Síndrome de Espasmo Profesional...Su incomprensible mala suerte irá frustrando uno tras otro todos sus intentos de homicidio, y estableciendo una mágica conexión entre sus propias penalidades y los grandes males físicos, psicológicos e imaginarios, que torturaron a Poe, Proust, Voltaire, Tolstói, Molière, Kant y al resto de los hipocondríacos ilustres de la historia de la literatura y el pensamiento...
Una inteligente y divertidísima novela que aúna intriga, obsesión, asesinato y amor incondicional por la literatura.

El asesino hipocondríaco (fragmento)

11

         " En contra de todas las leyes de la naturaleza, por una suerte de milagro, en este exacto instante paseo mi cuerpo carcomido de enfermedades por el centro de la ciudad, a la vista de todos. Es miércoles, y tengo la absoluta certeza de que hoy moriré. Ahora mismo, mientras me venía a la mente este pensamiento, he tenido que parar en medio de la calle, y asirme a la barandilla que separa la acera del curso del tráfico, porque un estremecimiento ha recorrido mi corazón, y una vez más falta el aire en mis pulmones. No sé, quizá no llegue a esta tarde después de todo. Tendré que sacar fuerzas de flaqueza, y retrepándome por los barrotes de esta barandilla metálica, arrastrando mi inútil cuerpo renqueante, avanzar por la calle Alcalá, hasta encontrarme con Eduardo Blaisten en el punto en el que suele aparecer a las 9.23 los miércoles por la mañana. Y, por todos los medios, tratar de matarlo en unas horas.
Un aire helado me corta la piel de la cara y los labios, y la afluencia de personas desplazándose en todas direcciones mueve al vértigo, pero a pesar de todo tendré que respirar hondo, apretarme el abdomen con la mano izquierda, aplacar con la presión de los dedos los tumores carcinoides de mi intestino delgado, hacer de tripas corazón, y, empujando mi cuerpo purulento, esta especie de milagro médico, seguir al señor Blaisten hasta la oficina de Correos del paseo del Prado, desde donde los miércoles envía su correspondencia al extranjero, y allí acabar con él sirviéndome del abrecartas que llevo en el bolsillo para la ocasión."

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