martes, 29 de agosto de 2017

QUIEN MATE AL DRAGÓN



Segunda novela de la serie protagonizada por Evert Bäckström,  ese comisario  de homicidios de la policía central de Estocolmo. Ese desastre vestido de poli....

RESEÑADA por Amelia Ruíz para LIBROS, el 9 de Junio de 2013.
Quien mate al Dragón del sueco Leif GW Persson.
Es una novela en la que al igual que la anterior que leí del mismo autor, Linda, como el asesinato de Linda, se describe detalladamente el proceso de investigación policial, con sus aciertos y errores, sus trabas administrativas, la competitividad o los celos profesionales de los investigadores.
Persson es un destacado criminólogo sueco, analista de perfiles psicológicos y que además ha sido asesor del Mº de Justicia sueco. O sea que sabe desarrollar y resolver estas tramas. Pero es que además tiene el aliciente de su anti-protagonista, ese policía seboso, machista, metepatas, prevaricador, envidioso, en fin, una joya a la que todos detestan y sin embargo… el tipo siempre sale a flote.
Para no perdérsela, pasar un buen rato con un argumento sólido, un reflejo de la sociedad sueca, una novela seria, bien escrita pero que se lee con una sonrisa y a veces con una carcajada.

Quien mate al dragón (fragmento)

1

Una corbata manchada de salsa, la tapadera de una olla de hierro y un martillo normal de tapicero con el mango partido. Esos fueron los hallazgos más llamativos que los técnicos de la policía de Solna hicieron durante la inspección del lugar de los hechos. Y no había que ser técnico criminalista para comprender que esos fueron los objetos utilizados para quitarle la vida a la víctima. Bastaba con tener ojos para ver y un estómago lo bastante resistente para aguantar el espectáculo.
En lo que al martillo de tapicero con el mango roto se refería, se demostraría bastante pronto —con mayor probabilidad aún, de ser posible— que se habían equivocado y que, en cualquier caso, el asesino no lo usó para cargarse a la víctima.
Mientras los técnicos se dedicaban a lo suyo, los investigadores habían superado las obviedades que les competían. Hicieron la consabida ronda entre los vecinos y aledaños, los interrogaron acerca de la víctima y sobre posibles circunstancias que guardaran relación con los hechos. Uno de ellos, una empleada civil, porque normalmente eran los empleados civiles quienes se encargaban de esa tarea, se había sentado al ordenador a averiguar todo lo que fuera posible por esa vía.


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