domingo, 13 de agosto de 2017

NO TENGO MIEDO



RESEÑADA POR GLORIA GONZÁLEZ para LIBROS
21 de Febrero de 2013

"No tengo miedo", de Niccolò Ammaniti
Contar el argumento significaría desvelar demasiado de la obra. Si acaso, puede decirse cómo empieza: un pueblo de cuatro casas en el sur de Italia, finales de los 70, es verano y no hay colegio, unos niños juegan a hacer carreras en bici por los campos de trigo y llegan a una casa escondida y abandonada… Lo
... que uno de ellos encuentra allí es el resto de la historia.
La narración se hace desde el punto de vista de un niño, Michele, que se encuentra con un hecho aterrador al que se enfrenta como lo haría un niño. Se lee como un cuento, por el lenguaje sencillo y el misterio, pero es un cuento duro, cruel.
Mientras la leía (me duró dos tardes por el lenguaje fluido y porque la historia engancha), me recordó a dos novelas muy conocidas: una es “Tom Sawyer”; la otra es más reciente y no puedo decirla porque tiene que ver sobre todo con el final.
Me ha gustado, ha sido un interesante descubrimiento.

Gran recomendación de Gloria González, un autor, que seguirá en nuestro "punto de mira".

Y otra opinión de nuestro amigo Emilio:

RESEÑADA por Emilio Camarasa para LIBROS, el 8 de Junio de 2013.
la novela “No tengo miedo”.
Trata sobre Michele Amitrano, un niño de nueve años, que se convierte un buen día en el guardián de un secreto inconfesable que intuye que debe guardarlo para sí mismo.
Es una historia donde se recrean los miedos infantiles, el paso indispensable para conocerse a uno mismo y a pesar de la escasa madurez que puede otorgar la edad, tener la certeza de lo que está bien o lo que está mal.
Esta novela me ha encantado.


No tengo miedo (fragmento)

" Estaba a punto de superar a Salvatore cuando oí gritar a mi hermana. Me volví y la vi desaparecer, tragada por el trigo que cubría la colina.
No debería haberla traído. Mamá se pondría furiosa conmigo.
Me detuve. Estaba sudando. Casi sin aliento, la llamé:
-¿María? ¿María?
Una pequeña voz lastimera me contestó:
- Michele.
- ¿Te has hecho daño?
- Sí, ven aquí.
- ¿Dónde te has hecho daño?
- En la pierna.
Ella estaba fingiendo, sencillamente estaba cansada. Me voy, me dije a mí mismo. Pero ¿y si ella realmente estuviera herida?
¿Dónde estaban los otros?
Vi sus huellas en el trigo. Ellos estaban subiendo poco a poco, en líneas paralelas, como los dedos de una mano, hacia la cima de la colina, dejando una estela de tallos pisoteados detrás de ellos.
El trigo era de aquel año. A finales de primavera había llovido mucho, y para mediados de junio, los tallos eran más altos y exuberantes que nunca. Crecieron densamente, listos para ser cosechados.
Todo estaba cubierto de trigo que removía las colinas bajas como las olas de un océano de oro en medio del cielo, los grillos, el sol y el calor.
No tenía idea de lo caluroso que era el día, los grados centígrados no significaban mucho para un niño de nueve años de edad, pero yo sabía que no era normal tanto calor.
Ese maldito verano de 1978 ha pasado a la historia como uno de los más calurosos del siglo. El calor se metió en las piedras, se desmoronó la tierra, quemó las plantas y mataron al ganado, el tiempo hizo sofocantes las casas. Cuando recogió los tomates en la huerta no tenían jugo y los calabacines eran pequeños y duros. El sol le quitó el aliento, su fuerza, su deseo de jugar, todo. Y por la noche era insoportable. "



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