martes, 15 de agosto de 2017

LIQUIDACIÓN FINAL



RESEÑADA POR MARI DOLORES para LIBROS
24 de Enero de 2013
Terminé "Liquidación final", de Petros Márkaris.

Es la segunda novela de la trilogía de la crisis, cuya narración empieza con el suicidio de cuatro jubiladas y sigue con el hallazgo de varios cadáveres, todos evasores de impuestos que han recibido cartas del asesino dándoles un plazo para pagar al fisco y firma el Recaudador Nacional.
Lo que tiene de genial la novela es la radiografía que hace de la crisis actual, con diálogos que mantienen la sonrisa y, a veces, hasta la risa, pero que también contiene una visión mas pesimista que en su anterior novela, que se refleja en esta frase:
"El estado griego es la única mafia que ha ido a la quiebra".
Una novela genial salpicada de denuncia política, social y, sobre todo, moral. Muy recomendable.

Totalmente de acuerdo con Mari Dolores, Márkaris nunca defrauda, sus personajes bien construidos, sus tramas tan bien urdidas que podrían ser reales, y en alguna ocasión desearíamos que lo fueran, la descripción del país, todo en Márkaris es genial.
Impresionante Petros Márkaris, es difícil en una novela negra incluir tanta realidad social, tanta critica cargada de razones, tanta corrupción, en una palabra tanta información sobre esta estafa global a la que llaman crisis; y todo ello sin perder la emoción y la intriga que caracterizan las novelas protagonizadas por Kostas Jaritos y la inestimable Adriani. El comienzo de la novela es espeluznante y anuncia lo que vendrá en las, casi 300 paginas, que nos regala Márkaris.
Un "regalo envenenado" porque lo que narra la novela, lo vivimos día tras día, en Grecia y en España.
Muy Recomendable¡¡¡

También Ricardo Cortat nos deja su opinión sobre esta novela:

RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 29 de Mayo de 2014.
Acabo 'Liquidación final' de Petros Márkaris, el segundo de la trilogía sobre la crisis.
Bien, en su línea. Nada que añadir sobre todo lo dicho, al menos sobre lo bueno. Sobre lo malo, tengo una queja. Empieza a cansarme la obsesión sobre lo caótico del tráfico ateniense y el dar la ruta completa para ir de A a B, incluyendo giros por A' y desvíos por a.
Sobre lo demás..., lo dicho. Incluso he pedido a la biblioteca el tercero.
Sigue pendiente la lasaña de Adrianí pero ya tengo la carne para hacer unos suvlakis.

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Mientras los griegos ricos se las ingenian para no pagar impuestos, los griegos empobrecidos por la crisis sólo pueden indignarse ante el escandaloso fraude fiscal o desesperarse ante el empeoramiento de la situación. Sin embargo, un hombre ha decidido pasar a la acción y tomarse la justicia por su mano. Con cartas de amenaza y armas anticuadas, se dispone a ajustar cuentas. Entretanto, en la Atenas al borde de la quiebra, todo está patas arriba, excepto el Departamento de Homicidios. No hay crímenes, sólo rutina y burocracia. Cuando encuentran el cadáver de la primera víctima que se cobra ese peculiar justiciero, el comisario Kostas Jaritos casi siente alivio. Su jefe le ha hablado de un posible ascenso, pero de momento le han recortado el sueldo y su hija Katerina piensa en emigrar porque no encuentra trabajo. Y él tiene que atrapar a un asesino que realiza una obra «providencial», aplaudida por muchos ciudadanos.

Liquidación Final (fragmento)

1
"Están sentadas la una frente a la otra en dos sillones de respaldo bajo y con reposabrazos de madera. Ante ellas, sobre una mesita, hay un televisor del tamaño de un viejo monitor de ordenador, y está encendido, pero ninguna de las dos mira la pantalla. Tienen los ojos cerrados y la cabeza vencida a un lado. En la calle, un emigrante toca en el acordeón uno de aquellos valses con los que, antaño, los recién casados inauguraban el baile tras el banquete de bodas.
Las otras dos están en la habitación contigua, un dormitorio, tendidas en una cama de matrimonio y con la mirada fija en el techo. Las cuatro visten con sencillez, con ropa barata como la que venden en las tiendas de los barrios humildes. Tres de ellas llevan chaqueta de lana negra, porque llovizna y hace fresco. La cuarta luce un vestido pasado de moda, con un estampado de florecitas silvestres. Las dos mujeres que están en la salita llevan medias gruesas y zapatos negros planos. Las otras dos, como buenas amas de casa, han dejado sus zapatillas junto a la cama y se han acostado sólo con las medias.
Kula pasa por mi lado, mira a las mujeres de los sillones y se santigua.
—¿Qué más nos queda por ver? — se pregunta.
El piso, que está en la segunda planta de un edificio en la calle Eólidos, en el barrio de Egaleo, no tiene más de sesenta metros cuadrados. La salita y el dormitorio dan a la calle, mientras que la cocina y el pequeño cuarto de baño lo hacen a un patio de luces.
Me acerco a la mesa cuadrada de madera, cubierta con un mantel bordado, y vuelvo a leer la nota: «Somos cuatro mujeres jubiladas, solas en el mundo. No tenemos hijos ni perros. Primero nos recortaron la pensión, nuestra única fuente de ingresos. Después tuvimos que buscar a un médico privado para que nos recetara nuestros medicamentos, porque los médicos de la Seguridad Social estaban de huelga. Cuando por fin conseguimos las recetas, en la farmacia nos dijeron que no servían, porque la Seguridad Social les debe dinero, y que tendríamos que pagar las medicinas de nuestro bolsillo, de nuestra pensión recortada. Nos dimos cuenta de que somos una carga para el Estado, para los médicos, para las farmacias y para la sociedad entera. Nos vamos, así no tendréis que preocuparos por nosotras. Con cuatro jubiladas menos, mejorarán vuestras condiciones de vida»."

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