lunes, 14 de agosto de 2017

ANNA KARENINA



RESEÑADA POR LOS RELATOS DE PATRI para LIBROS
17 de Enero de 2013
Termino "Anna Karenina" de Leon Tolstoi.
Me ha gustado mucho, es una novela inmensa, en la que se nos retrata la alta sociedad rusa del siglo XIX, a partir del personaje de Anna Karenina conocemos a una serie de personajes de los que seguiremos una parte de su vida, su evolución, pensamientos, sentimientos. Me ha gustado sobre todo lo bien que trazados que están los personajes, el estudio psicológico, la forma en la que podemos meternos en su mente, me parece muy real, lejos de poses y romanticismos, de apariencias, lo que se pasa por la mente de los diferentes actores a veces puede parecernos muy crudo, pero es muy certero. Es una novela para leer poco a poco e ir saboreándola, reflexionando en algunos momentos y sintiendo con intensidad en otros.
En resumen, me parece una obra imprescindible, todo un clásico que merece la pena conocer, la historia de esta apasionada e incomprendida mujer del siglo XIX.

Nada que añadir a la magnífica reseña de Patri, se trata de una de las tres grandes novelas sobre mujeres del siglo XIX. Imprescindible¡¡¡

Y esta es la opinión de nuestra querida Ángeles Sampedro.

RESEÑADA por Angeles Sampedro Pérez, con la colaboración de un artículo de Maite Lacave, para LIBROS el 5 de Mayo de 2013.

Acabo de leer "Anna Karénina" y todavía necesito que pase algún tiempo para adaptarme a mi propia realidad, de tal manera me metí en la suya... Mientras tanto, os envío un artículo que me enviaron a mí acerca de ese libro, artículo que suscribo, porque siento lo mismo. Espero que os guste...:

MI HEROÍNA

No soy crítico de Literatura y aunque devoro libros nunca me atrevería a hacer una crítica concienzuda de ninguno de ellos, todo lo más expreso una opinión de agrado o desagrado, e incluso de horror o de entusiasmo, comento su trama o hablo del efecto que ha causado en mí. Solo eso.
Pero soy una mujer, y eso me da alas para defender con todas mis fuerzas una novela sublime en la que creo que todas las mujeres nos sentimos en cierta manera retratadas.
Tal vez influya en mi devoción el que llegara a mí en un día que estaba un poco, no triste, pero si inquieta. Había dejado el calor de mi casa y de mi familia para ir a vivir con alguien a quien quería mucho pero a quien trataba de conocer y entender. Y en medio de esa inquietud me regala un libro pequeño, en papel biblia y encuadernado en piel. Y ese fue mi primer contacto con mi Anna Karenina.
Fue un descubrimiento. Empecé a sumergirme en aquella sociedad aristócrata, machista, superficial, cargada de prejuicios y tradiciones absurdas donde ya latía el germen de lo que años más tarde daría lugar a la Revolución rusa, el descontento de los campesinos, la toma de posición de los terratenientes. Pero sobre todo empecé a conocer a Anna. Viví con ella su preocupación por los demás, su encuentro con el Conde Wronsky, su amor al hijo, la lucha interna y desgarradora entre la mujer enamorada y la madre protectora, su tristeza por el rechazo de aquel mundo elegante del cual había sido uno de sus pilares, la incomprensión de su marido, su necesidad de ser amada con un amor que estuviera a la altura de su sacrificio, su dolor al sentirse traicionada, su soledad y su muerte.
He leído en algún sitio que Sofía Andreievna, la esposa de León Tolstoi, tuvo mucha influencia en la creación del personaje; no sé si es verdad pero desde luego es un retrato tan profundo y sutil de la psicología femenina que pareciera hecho por una mujer.
Y así me di cuenta de que la causa de mi inquietud era que en realidad yo no me conocía a mi misma.
Han pasado más de cuarenta años de aquel regalo, el libro está manoseado, envejecido. Cada cierto número de años lo releo y ahora voy a hacerlo de nuevo. Necesito comprobar si las mujeres, que tanto hemos cambiado en todos los órdenes de la vida, seguimos siendo todas, en el fondo, Anna Karenina.

Maite Lacave

Ana Karenina (fragmento)
" Pero qué diferentes de los que él había imaginado eran los sentimientos que le inspiraba aquel pequeño ser! En lugar de la alegría prevista, Lievin no experimentaba más que una angustiosa piedad. De allí en adelante habría en su vida un nuevo punto vulnerable. Y el temor de ver sufrir a aquella pequeña criatura indefensa, le impidió notar el movimiento de necio orgullo que se le había escapado al oírla estornudar!
(...)
Entonces Lievin comprendió claramente, por primera vez, lo que no había podido captar bien después de la bendición nupcial: que el límite que les separaba era intangible, y que nunca podría saber dónde comenzaba y dónde terminaba su propia personalidad. Aquella riña le produjo un doloroso sentimiento de escisión interior. A punto de ofuscarse, comprendió enseguida que Kiti no podía ofenderle de ninguna manera, desde el momento que ella formaba parte de su propio yo. "

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