miércoles, 16 de agosto de 2017

LOS LITIGANTES


RESEÑADO POR RICARDO CORTAT para LIBROS
5 de Febrero de 2013
"Los litigantes" de John Grisham o como unos "abogaduchos" que persiguen ambulancias acaban con un caso ante un tribunal federal. Aunque también podría interpretarse cómo un abogado de un gran bufete acaba haciendo de administrativo en un bufete de mala muerte.
O cómo conseguir un juicio de esos tan americanos de miles de miles de dólares de indemnización por negligencia.
No es el Grisham que escribía "novela negra" pero vuelve a tener su gancho palomitero.
Para desengrasar.

Un Grisham al año no hace daño....y eso es de mi propia cosecha¡¡¡

Los litigantes (fragmento)

1

"El despacho de abogados Finley & Figg se definía a sí mismo como un «bufete-boutique». Ese inapropiado apelativo se empleaba siempre que era posible en las conversaciones rutinarias e incluso aparecía impreso en los distintos proyectos ideados por los socios para captar clientes. Utilizado con propiedad, habría denotado que Finley & Figg era algo más que el típico despacho formado por una simple pareja de abogados: «boutique» en el sentido de reducido, talentoso y experto en algún área especializada; «boutique» en el sentido de exquisito y distinguido, según la acepción más francesa de la palabra; «bou tique» en el sentido de un bufete satisfecho de ser pequeño, selectivo y próspero.
Sin embargo, salvo por el tamaño, no era nada de lo anterior. La especialidad de Finley & Figg consistía en tramitar casos de lesiones lo más rápidamente posible, una rutina cotidiana que requería poco talento, nula creatividad y que nunca sería considerada exquisita ni distinguida. Los beneficios resultaban tan esquivos como la categoría. El bufete era pequeño porque no tenía capacidad para crecer. Y si era selectivo, se debía exclusivamente a que nadie deseaba trabajar en él, ni siquiera los dos individuos que eran sus propietarios. También la ubicación delataba una monótona existencia entre las categorías inferiores de la profesión. Con un salón de masajes vietnamita a su izquierda y un taller de reparaciones de cortacéspedes a la derecha, saltaba a la vista incluso para el ojo menos experto que Finley & Figg no era un negocio próspero. Al otro lado de la calle había otro bufete-boutique —la odiada competencia— y más despachos de abogados a la vuelta de la esquina. De hecho, todo el barrio rebosaba abogados, algunos de los cuales trabajaban por su cuenta, otros en pequeños bufetes y unos cuantos más en sus propios bufetes-boutique."

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