jueves, 17 de agosto de 2017

LA PIRÁMIDE DE KHÉOPS



RESEÑADO POR RICARDO CORTAT para LIBROS
10 de Febrero de 2013
"La pirámide de Khéops" de Ricardo Doménech (Ed. Salto de Página)
Cuentos de corte fantástico escritos a principios de la transición.
No es mi literatura preferida (los cuentos) pero tenía todos los ingredientes para cogerlo de la estantería, corto (menos de 100 páginas), autor desconocido (para mí) y el tiempo suficiente para metérmelo entre pecho y espalda sin que distorsionara otras lecturas.
Y después de terminarlo me pregunto ¿o yo soy muy inculto o dejamos que los genios mueran en la ignorancia y en la indiferencia?
Vamos, que cuando vuelva a la biblioteca, pregunto si tienen más.

Como dice Ricardo Cortat, a veces, a los genios hay que descubrirlos por casualidad y la biblioteca es un buen lugar¡¡¡

La pirámide de Khéops (fragmento)

Testigo imparcial
"Los tanques y los camiones, ¿no tienen marcha atrás? Y los nadadores, ¿no nadan de espaldas? Teniendo esto en cuenta, se comprende lo que algunos opinan: que, técnicamente, lo ocurrido, aunque inverosímil, es posible. Pero otros, también con razón, dicen: ¿y las motos? De las motos, ¿qué? Yo, la verdad, no me meto en tantas filosofías. Ha ocurrido, ¿no? Y todos hemos sido testigos, ¿no? ¡Pues entonces, leñe! Ahora, tocante al motivo, ése ya es otro cantar y yo me callo. Pero que ocurrió lo que ocurrió... Vamos, eso lo ha visto menda con estos ojos y no hay canalla que me lo niegue ahora mismo.
La impresión que yo tenía era como en el tren, cuando llegas a una estación en que el tren se bifurca, y van y ponen una locomotora en la cola, y tú, que no te has movido de tu asiento y estás acostumbrado a que el campo y las casas y todo se vayan como huyendo en una dirección, ves que de golpe, en cuanto el tren se vuelve a poner en marcha, se van en la dirección opuesta y tú vas y dices carajo, qué es esto. El teniente Valbuena lo explicaba de otra manera. A él le dio la impresión de estar viendo bajar unas escaleras mecánicas en unos grandes almacenes o en el metro, y como si, de pronto, alguien hubiera manipulado en el mecanismo y la escalera se pusiera a subir, pero con todas las gentes en la postura anterior y como si creyeran estar bajando. Fue algo parecido a todo esto; fue lo mismo, igualito. Yo miraba el desfile y de pronto qué cosa tan rara, no puede ser. Y era eso, sí. En aquel instante —no lo olvidaré nunca— pasaba delante de mí una compañía de fusileros a las órdenes del capitán Bravo, en perfecta formación, y el sol brillaba con intensidad en cascos y bayonetas... La tropa desfilaba muy marcial y muy disciplinada y muy requetebién... Pero lo hacía caminando de espaldas, hacia atrás."

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