lunes, 2 de octubre de 2017

UNA MUERTE SENCILLA



Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Subintendente Roy Grace del Departamento de Investigación Criminal de Brighton y Hove, Sussex, Inglaterra. Se trata de un hombre en la treintena cuya mujer desapareció hace 7 años sin dejar rastro. Tiene memoria fotográfica y se ha formado en psicología criminal en Quantico.

RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 30 de Mayo de 2014.
Cogí un libro en la biblioteca pensado que me llevaba palomitas rancias. Consciente de mi inconsciencia.
Cogí un libro de Peter James con el pensamiento que me llevaba un Peter Harris. Terrible cruce de libros y de cables. Acentuado con la leyenda de la portada: Un Rebus del sur....
"Ya le gustaría a este tipo conseguir que su "lo que sea" se parezca a John Rebus." Ese fue mi pensamiento en crudo.
Pues así, a bote pronto no puedo comparar porque no he leído tanto a Rankin como para eso pero el subintendente Roy Grace se ha ganado el derecho a repetir.
El error por mi parte, el enésimo, fue empezar por el último de la serie. Estoy en proceso de enmienda. He pedido a la biblioteca el primero. Y el primero de Rebus.
Y cuando lleguen, a comparar.


Siguiendo la recomendación de Cortat, comienzo esta serie por el principio:
Tras la magia de Auster, toca algo más sencillo y comienzo una nueva serie detectivesca protagonizada por el comisario Roy Grace un hombre solitario que investiga, concienzudamente con ayudas sobrenaturales, crímenes de todo tipo en la ciudad costera de Brighton.
Está primera novela de la serie me ha resultado muy entretenida aunque los personajes están todavía poco definidos y se puede, y debe, esperar mucho más de ellos.
Seguiré muy de cerca a a Roy Grace y os seguiré informando.

Sinopsis (Ed. Roca)
Primera novela de la serie de misterio del detective Roy Grace, un hombre atormentado por el recuerdo de su mujer muerta.
Grace recibe una llamada de auxilio de Ashley Harper, una joven que, tres días antes de su boda, no sabe dónde está su prometido. Para colmo, algunos amigos de éste han aparecido muertos.
Algo extraño ha sucedido durante la despedida de soltero, pero la única persona que sabe algo no tiene intención de hablar… al menos de momento.
Quizá encuentre alguna razón para explicar lo que sabe, un motivo que nadie imagina; ya se sabe que la desgracia para uno es la fortuna para otro.
Peter James nació en 1948. Además de escritor, es productor de cine. Sus novelas, que reflejan su interés por la medicina, la ciencia y lo paranormal, han sido traducidas a 26 idiomas. Actualmente vive en Sussex.

Una muerte sencilla (fragmento)

Capítulo 1De momento, aparte de un par de contratiempos inesperados, el plan A marchaba sobre ruedas. Lo cual era una suerte, porque, en realidad, no tenían un plan B. A
l ser las ocho y media de una tarde de finales de mayo, habían confiado en tener algo de luz. Ayer a esta hora, cuando cuatro de ellos realizaron el mismo viaje, llevando consigo un ataúd vacío y cuatro palas, había mucha; pero ahora, mientras la furgoneta Ford Transit verde circulaba a toda velocidad por una carretera rural de Sussex, la lluvia que empañaba la tarde caía de un cielo que tenía el color de un negativo velado.
—¿Falta mucho? —dijo Josh desde atrás, imitando a un niño pequeño.
—El gran Um Ga dice: «Dondequiera que vaya allí estoy» — respondió Robbo, el conductor, que estaba un poquito menos borracho que el resto.
Con tres pubs ya a sus espaldas, y cuatro más en el itinerario, se limitaba a beber claras. Al menos ésa había sido su intención; pero había logrado engullir un par de pintas de cerveza amarga Harveys, con la finalidad de despejar la cabeza para la tarea de conducir, según había dicho.
—¡Ahí estamos! —dijo Josh.
—Siempre hemos estado.
Una señal de advertencia de zona de paso de ciervos surgió fugazmente de la oscuridad y desapareció mientras los faros iluminaban el asfalto brillante que se adentraba en la distancia boscosa. Luego, pasaron por delante de una pequeña cabaña blanca.
Michael, tumbado sobre una alfombrilla de cuadros en el suelo de la parte trasera de la furgoneta, con la cabeza entre los brazos de una llave de cruceta a modo de almohada, notaba una sensación muy agradable de atolondramiento.

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