He recorrido Dublín de la mano de Tana French, junto a Frankie Mackey, un buen policía y superviviente del duro barrio de su infancia, un superviviente de su propia familia.
Faithful Place, título ganador del Premio Points y que quedó finalista en los premios Edgar, LA Times, Anthony, Strand Magazine y Irish Book Award for Best Mystery Novel of 2010, es una novela negra con todos los ingredientes necesarios, es una historia familiar y es la historia de un crimen. Me ha entretenido, muchísimo y me ha gustado.
Creo que la próxima novela de French tiene el mismo protagonista, y seguro que la leeré¡¡
RESEÑADO por Noelia Vallina para LIBROS, el 2 de Enero de 2015.
Qué decepción me he llevado con Faithful Place de Tana French..., con las ganas que le tenía..., previsible, diálogos mediocres y situaciones poco creíbles..., me queda uno más para mandarla a freír espárragos..., se lo paso por ser navidad....
Faithful Place, título ganador del Premio Points y que quedó finalista en los premios Edgar, LA Times, Anthony, Strand Magazine y Irish Book Award for Best Mystery Novel of 2010, es una novela negra con todos los ingredientes necesarios, es una historia familiar y es la historia de un crimen. Me ha entretenido, muchísimo y me ha gustado.
Creo que la próxima novela de French tiene el mismo protagonista, y seguro que la leeré¡¡
RESEÑADO por Noelia Vallina para LIBROS, el 2 de Enero de 2015.
Qué decepción me he llevado con Faithful Place de Tana French..., con las ganas que le tenía..., previsible, diálogos mediocres y situaciones poco creíbles..., me queda uno más para mandarla a freír espárragos..., se lo paso por ser navidad....
Sinopsis (Ed. RBA)
Faithful Place (fragmento)
Capítulo 1
Mi padre me dijo en una ocasión que lo más importante que debe saber todo hombre es por qué estaría dispuesto a morir. «Si no lo sabes —dijo—, ¿qué valía tienes? Ninguna. Entonces no eres un hombre». Yo tenía trece años y él se había bebido ya tres cuartos de una botella de Gordon’s de calidad, pero que conste que la conversación era seria. Por lo que alcanzo a recordar, mi padre estaba dispuesto a morir: a) por Irlanda, b) por su madre, que llevaba muerta diez años, y c) por echarle la
mano al pescuezo a esa zorra de Margaret Thatcher.
Mi padre me dijo en una ocasión que lo más importante que debe saber todo hombre es por qué estaría dispuesto a morir. «Si no lo sabes —dijo—, ¿qué valía tienes? Ninguna. Entonces no eres un hombre». Yo tenía trece años y él se había bebido ya tres cuartos de una botella de Gordon’s de calidad, pero que conste que la conversación era seria. Por lo que alcanzo a recordar, mi padre estaba dispuesto a morir: a) por Irlanda, b) por su madre, que llevaba muerta diez años, y c) por echarle la
mano al pescuezo a esa zorra de Margaret Thatcher.
Sea como fuere, a partir de aquel instante podría haber dicho en cada momento de mi vida por qué daría mi vida. Al principio me resultaba fácil decidir: por mi familia, por mi novia, por mi hogar. Más tarde, durante un tiempo, las cosas se complicaron un tanto. Hoy lo tengo claro, y me gusta; es algo de lo que uno puede sentirse orgulloso. Moriría por, sin ningún orden concreto, mi ciudad, mi trabajo y mi hija.
Mi cría, hasta el momento, se porta bien; mi ciudad es Dublín, y trabajo en la brigada secreta, de manera que parece obvio por cuál de ellos es más probable que acabe muriendo, pero hace tiempo que mi empleo no me representa ningún peligro más temible que un follón de papeleo. Las dimensiones de este país implican que la vida útil de un agente infiltrado sea relativamente breve; dos operaciones, cuatro a lo sumo, y el riesgo de que a uno lo descubran se multiplica exponencialmente. Yo consumí mis siete vidas hace ya mucho tiempo. Por ahora me mantengo entre bambalinas y dirijo operaciones.
El verdadero riesgo de la policía secreta, tanto en el campo de acción como desde fuera, reside en que uno acaba forjándose ilusiones y empieza a pensar que tiene la situación bajo control.
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