jueves, 11 de enero de 2018

OFFSHORE


Décima entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Comisario Kostas Jaritos de la comisaría de Atenas (Grecia).
Podría ser la quinta de las integrantes de la denominada Trilogía de la Crisis que, ya había devenido en Tetralogía y parece que se ha convertido en Pentalogía.

Y, de nuevo, un libro de Márkaris protagonizado por Kostas Jaritos me ha "durado" apenas 48h, y es que empiezas a leer y no puedes dejarlo!
Grecia parece que sale de la crisis....el dinero fluye a raudales y hasta los armadores "refugiados" en la City londinense vuelven al país para "arrimar el hombro"....
¿no les suena raro todo esto?
A Jaritos si, y no es recomendable despreciar la intuición de este hombre porque casi siempre tiene razón, Jaritos en la encrucijada podría ser otro título para esta novela y.....hasta aquí puedo comentar.
Me ha encantado y sorprendido a partes iguales, será porque ya nunca hablan de Grecia en los telediarios.
Muy recomendable!

Sinopsis (Ed. Tusquets)
La corrupción y el blanqueo de capitales protagonizan el nuevo caso del comisario Kostas Jaritos.
En una Grecia que, misteriosamente, empieza a experimentar una gran recuperación económica, un funcionario de la Secretaría de Estado de Turismo aparece muerto en su casa, atado a una silla y con un tiro en la cabeza. Todo apunta a un robo que se torció, pero el comisario Jaritos no descarta que se trate de un ajuste de cuentas. Cuando las indagaciones le llevan a descubrir que la víctima estaba ligada a tráficos ilegales, los agentes detienen a dos inmigrantes que, acusados del asesinato, confiesan que, efectivamente, intentaron perpetrar un robo. El nuevo subdirector general presiona a Jaritos –como siempre, muy escéptico– para que cierre el caso. Y entonces se produce un nuevo asesinato: un famoso armador griego.
Después de la «Tetralogía de la Crisis», Márkaris desafía a un comisario Jaritos desbordado por los acontecimientos a resolver varios crímenes investigando por su cuenta y riesgo, poniendo en peligro su propia carrera en la policía, para esclarecer casos que demuestran que los «nuevos» poderes tienen al país atado de pies y manos.

Offshore (fragmento)

—En el sepulcro te tendieron, Cristo...
La procesión de Semana Santa se detiene a la altura de la calle Vulís, poco antes del cruce con Otón. Al triunvirato de sacerdotes que la encabeza lo siguen cuatro feligreses que sostienen el Epitafion.* En dos de las aceras de la plaza Síntagma, del lado del monumento al Soldado Desconocido y del de enfrente, los fieles han formado un auténtico muro. La multitud lleva cirios encendidos y sigue con devoción el recorrido del Epitafion mientras algunos canturrean los encomios.
En la parte inferior de la plaza y en la calle Filelinon hay un pandemonio ensordecedor de cláxones. —¿Esa gente está en sus cabales? —se indigna Adrianí—. Hoy no es un día de fiesta, es un día de luto. ¿A qué demonios viene tanto alboroto con el claxon?
—Los pitidos son como la ropa unisex —le contesto—. Valen para todos y en todas las ocasiones.
Mi mujer me echa una bronca silenciosa con la mirada. Nos hemos quedado solos ella y yo; Katerina y Fanis han ido a Volos para celebrar la Pascua con los consuegros.
La soledad en que nos quedamos Adrianí y yo nos impulsó a salir de casa en busca de una iglesia para ver el Epitafion. Yo propuse ir a una de las iglesias de nuestro barrio, la de la Ascensión de la Virgen o la de San Lázaro, pero Adrianí insistió en que era una buena ocasión para seguir, después de muchos años, las procesiones del Epitafion en la plaza Síntagma. Así que nos unimos a la primera procesión, que se dirige a la iglesia de Santa Katerina, en Plaka.
Estamos a principios de mayo, es una noche agradable y los fieles congregados delante de la iglesia escuchan la liturgia a través de los altavoces y cuchichean por lo bajo. La devoción queda confinada en el interior de la iglesia. En el exterior reina una gran expectación sólo quebrada por los susurros.

* El Epitafion es un lujoso icono bordado en tela que, en las iglesias ortodoxas, durante las misas del Viernes Santo y el Sábado Santo, sale en procesión por las calles de cada parroquia. (N. de la T.)

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