jueves, 11 de enero de 2018

LA CANCIÓN DE LA LLANURA


RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 28 de Octubre de 2017.

La Canción De La Llanura – Kent Haruf
Me dejó cautivada con nosotros en la noche, que recomiendo leer, y más aún si se ha pasado ya el ecuador de la vida, y al recibir esta, no dude en leerla.
Estos días en los que la actualidad nos avasallaba, la leí. Deseando dejar la radio, la prensa y la Tv, ...para adentrarme en ella. Para ver que todo está escrito, que en todas partes cuecen habas, que se puede uno identificar con cualquiera que sea, allende los mares, que se pueden vivir cosas muy similares independientemente de donde estés. Que todo está escrito y que siempre hay con quien o que identificarte.
Son historias corrientes, que pueden pasar en cada pueblo o ciudad, no importa donde, historias demasiado corrientes,, pero descritas magistralmente, sin haces aspavientos, como si no pasara nada, pero en cada una de ellas podemos ver situaciones quizás demasiado familiares, al menos así me pareció a mí. Y ya entrando en el terreno de lo personal, no sé qué me dejaba más tocada…las noticias del día a día o estas historias de siempre…Quien la lea podrá quizás responder a esta pregunta…Ahí lo dejo
Sinopsis
En la pequeña comunidad de Holt, Colorado, un profesor de instituto intenta lidiar con la depresión de su esposa y sacar adelante a sus dos hijos, que empiezan a descifrar el mundo adulto. Una adolescente es expulsada de casa cuando su madre descubre que está embarazada y, gracias a una profesora, encuentra cobijo en la granja de dos viejos hermanos solteros que viven aislados cuidando de su ganado como han hecho siempre.
Las vidas de todos ellos, con sus silencios, su soledad y sus anhelos, se cruzan para construir refugios inesperados y familias excepcionales.


Y esta es la opinión de LIBROS acerca de esta maravillosa novela:

En un pueblo ficticio de la llanura de Colorado, en la Norteamérica profunda, siete personajes (aunque yo diría ocho) tratan de vivir con su soledad, con su tristeza, con sus contradicciones. Sin amor, sin familia o con una familia rota, sobreviven buscando el calor de alguna relación que les consuele de la tristeza infinita de vivir.
Doscientas páginas desoladoras en las que sólo al final se atisba una brizna de esperanza, una ventana abierta en el alma de siete personas que sin buscarse, se encuentran para construir sobre las cenizas.
Me ha encantado y me ha entristecido.
Muy recomendable!!!

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
La novela más célebre del autor de Nosotros en la noche.

En la pequeña comunidad de Holt, Colorado, un profesor de instituto intenta lidiar con la depresión de su esposa y sacar adelante a sus dos hijos, que empiezan a descifrar el mundo adulto.
Una adolescente es expulsada de casa cuando su madre descubre que está embarazada y, gracias a una profesora, encuentra cobijo en la granja de dos viejos hermanos solteros que viven aislados cuidando de su ganado como han hecho siempre.
Las vidas de todos ellos, con sus silencios, su soledad y sus anhelos, se cruzan para construir refugios inesperados y familias excepcionales.
Tras el éxito internacional de Nosotros en la noche recuperamos una de las novelas más célebres de Kent Haruf, por la cual estuvo nominado al National Book Award y al Los Angeles Times Book Prize. Haciendo acopio de una prosa sobria y una aparente sencillez narrativa, Haruf ha logrado crear en el pueblo imaginario de Holt un paisaje de una particular grandeza mítica que comparte territorio geográfico y humano con Richard Ford, Annie Prouxl o Cormac McCarthy. Los protagonistas de las novelas de Haruf ponen de manifiesto la forma positiva que el autor tenía de ver el mundo, sin sentimentalismos, pero con una sabiduría y una honestidad que han calado hondo en los lectores.

La canción de la llanura (fragmento)

GUTHRIE

Ahí estaba aquel hombre Tom Guthrie junto a la ventana en la cocina de su casa en Holt fumando y mirando la extensión de terreno por la que empezaba a asomar el sol. Cuando el sol alcanzó la parte alta del molino, observó cómo las aspas de acero y la veleta que había en lo alto de la estructura de madera se teñían de un rojo cada vez más intenso. Después apagó el cigarrillo y fue al piso de arriba y pasó por delante de la puerta cerrada tras la cual yacía ella, dormida o no, a oscuras en el cuarto de invitados, y siguió por el pasillo hasta la habitación acristalada que había encima de la cocina y en la que estaban los dos niños.
La habitación era un antiguo porche cerrado, amplio y diáfano, con ventanas sin cortinas en tres de las paredes y el suelo de madera de pino. Al fondo, bajo las ventanas que daban al norte, ellos seguían dormidos en la misma cama, acurrucados, aunque el otoño acababa de empezar y todavía no hacía frío. Llevaban un mes entero durmiendo en la misma cama y ahora el mayor tenía un brazo estirado sobre la cabeza de su hermano como si quisiera protegerle de algo y salvarse así los dos. Tenían nueve y diez años y el pelo castaño y las caras infantiles y las mejillas tan puras y entrañables como las de una niña.
Fuera se levantó un viento de poniente y la veleta se movió con el aire y las aspas del molino giraron en un zumbido rojo, pero el viento amainó y las aspas se movieron más despacio y dejaron de girar.
Ya es hora de levantarse, dijo Guthrie.
Todavía en albornoz, se quedó mirando a los niños a los pies de la cama. Era un hombre alto con gafas y el pelo negro y escaso. El mayor retiró el brazo y los dos se hundieron bajo las sábanas. Uno de ellos suspiró con placer.



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