jueves, 28 de diciembre de 2017

LAS CHICAS DE CAMPO


Es la primera novela que leo de Edna O'Brien y, sin duda, no será la ultima; me ha conquistado la prosa sencilla y hermosa de la autora que despliega toda su magia para relatar una historia compleja. La historia de una época y del paso por la niñez y la adolescencia de una niña (quizás la propia autora) en la opresiva Irlanda que le tocó vivir.
Haciendo abstracción de la época y el lugar en el que transcurre la novela creo que cualquier mujer puede reconocerse en esa maraña de sentimientos, esperanzas, seguridades e inseguridades que nos "llevan de la mano" a una edad adulta que deseamos y tememos a partes iguales.
Me ha encantado!!!

Sinopsis (Ed. errata naturae)
Irlanda, años 50. Lejos de la capital, Dublín, y en medio de un verde paisaje, bellísimo pero exigente, la joven y aplicada Caithleen ha crecido llena de encanto gracias a la sabiduría y humildad de su madre; una madre obligada, por las duras condiciones del campo, a ser fuerte en cada momento, a sobreponerse a toda desgracia. Pero algo va a suceder que transformará la vida de Caithleen. Y en esa nueva vida, la de la única hija de una familia venida a menos, estará acompañada por su amiga de la infancia Baba, por la sofisticada madre de ésta, por el peculiar Hickey… y por una docena de personajes soberbiamente retratados que hoy día nos siguen pareciendo muy vivos; y entrañables, como en toda vida que merezca la pena rememorar.
Caithleen recuerda para nosotros su pasado: unas veces lleno de risas; otras, superando las lágrimas. Recuerda los ritos de paso que la llevaron hasta la madurez: los días de internado, el descubrimiento del amor, la necesidad de aventuras e independencia y, al fin, la gran ciudad, con sus brillantes promesas de futuro.
Estamos, sin duda, ante una extraordinaria novela, iluminada tanto por el humor como por una dulce melancolía; un relato repleto, además, de esa poderosa fuerza que tan sólo concede la juventud. Únicamente El hombre tranquilo, de John Ford, ofrece paisajes y momentos como esta obra cumbre de la literatura irlandesa del siglo XX.
«Edna O’Brien es la escritora de lengua inglesa con más talento de nuestros días».

Las chicas de campo (fragmento)

1

Desperté sobresaltada y me incorporé de inmediato. Únicamente me despierto de esa forma cuando algo me angustia; aun así, en un primer momento no entendía por qué tenía el corazón tan acelerado. Entonces recordé. La razón de siempre: él no había vuelto a casa todavía.
Me demoré un momento en el borde de la cama antes de levantarme, alisando con una mano la colcha de satén verde. A mamá y a mí se nos había olvidado doblarla antes de acostarnos. Me deslicé despacio hasta tocar el suelo y sentí el contacto del linóleo frío en las plantas de los pies. Encogí los dedos de forma instintiva. Tenía unas zapatillas, pero mamá me obligaba a reservarlas para cuando iba a casa de mis tías y primos; y teníamos alfombras, pero las guardábamos bien enrolladas en los cajones hasta que llegaban las visitas de Dublín, en verano.
Me puse los calcetines.
Ni siquiera el olor del beicon frito que subía de la cocina conseguía animarme.
Fui a subir la persiana. Tiré con tanta fuerza que la cuerda se enredó. Menos mal que mamá ya estaba abajo, porque siempre andaba sermoneándome acerca de cómo subir las persianas, despacio y con cuidado.
Aún no había salido el sol, y el césped estaba moteado de margaritas dormidas. El rocío lo cubría todo. Una bruma leve y vacilante velaba la hierba bajo mi ventana, el seto, la herrumbrosa alambrada de más allá, el vasto campo. La neblina impregnaba las hojas y los troncos, y los árboles parecían irreales, como salidos de un sueño. Alrededor de los nomeolvides que brotaban a los lados del seto se advertía un halo de humedad. Una humedad que relucía igual que la plata. Reinaba una calma perfecta. De la montaña azulada, a lo lejos, subía una columna de vapor. El día se presentaba caluroso.


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