jueves, 28 de diciembre de 2017

CRÍMENES DUPLICADOS


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Sebastian Bergman, psicólogo criminalista que asesora al grupo de policías dirigidos por Torkel Höglund; en Estocolmo (Suecia)

Una ola de calor envuelve Estocolmo y una ola de crímenes asola sus calles....son crímenes rituales y su "ideólogo" está en la cárcel, ¿Quién es el imitador?
Sobre esta pregunta bascula la trama desde el principio y antes de llegar a media novela, el fin es previsible, muy previsible; por tanto el mayor interés de la novela se centra en el análisis de los personajes principales que siguen en conflicto por su pasado común.
Torkel y Úrsula, Billy y Vanja, Sebastian y Torkel, Vanja y Sebastian, cada "pareja" con cuentas pendientes, cada individuo con su pasado, muchos conflictos sin resolver que dificultarán en grado sumo la resolución del caso.
No es una gran novela, pero entretiene.
Sinopsis (Ed. Planeta)
Un nuevo caso para Sebastian Bergman, el psicólogo criminal más brillante, atractivo e insufrible del género negro.
Mientras una ola de calor azota Estocolmo, una serie de mujeres son halladas brutalmente asesinadas, y la brigada de investigación criminal se encuentra en un callejón sin salida. Los cuerpos llevan la firma de Edward Hinde, un asesino en serie encarcelado hace quince años gracias al psicólogo Sebastian Bergman. Sebastian, por su parte, necesita poner orden en su caótica vida y actuar de una vez por todas ante la revelación con la que acababa Secretos imperfectos. Gracias a sus artimañas habituales, consigue
hacerse un hueco en la investigación y pronto descubre que todos los asesinatos están relacionados con él y que nadie a su alrededor está a salvo. Ni él mismo.

Crímenes duplicados (fragmento)

Cuando el taxi giró por Tolléns Väg, poco antes de las siete y media de la tarde, Richard Granlund no creía que la jornada pudiera empeorar mucho más. Había pasado cuatro días en Múnich y sus alrededores en viaje de negocios, con clientes alemanes que en pleno mes de julio trabajaban más o menos como siempre. Reuniones de la mañana a la noche. Fábricas, salas de conferencias y una sucesión interminable de tazas de café. Estaba cansado pero satisfecho. Las cintas transportadoras e industriales no eran quizá lo más seductor del mundo; su trabajo casi nunca despertaba curiosidad, ni solía ser tema de conversación en las sobremesas y en los encuentros informales, pero se vendían bien. Las cintas. Se vendían muy bien.
La salida de Múnich estaba prevista a las nueve y cinco. Tenía pensado llegar a Estocolmo a las once y veinte. Iría un momento a la oficina para organizar un par de cosas y estaría en casa sobre la una. Comería tarde con Katharina y pasaría el resto del día con ella, en el jardín. Ése era su plan.
Hasta que se enteró de que el vuelo de las nueve y cinco se había cancelado. Se puso a la cola del mostrador de Lufthansa y consiguió una plaza para el vuelo de la una y cinco. Cuatro horas en el aeropuerto Franz Josef Strauss. Para morirse de risa. Con un suspiro de resignación, sacó el teléfono y le envió un SMS a Katharina. Que no lo esperara para comer. Con suerte, aún podrían pasar unas horas juntos en el jardín. Le preguntó cómo estaba el tiempo y si le apetecía tomar una copa en la terraza por la noche. Se ofreció para comprar alguna bebida en el aeropuerto, ya que no tenía nada más que hacer.
Katharina le contestó enseguida. Una pena lo del retraso. Lo echaba de menos. En Estocolmo hacía un tiempo ideal, así que la copa en la terraza era una idea fantástica. Que comprara algo, sí, pero que fuera una sorpresa. Besos.

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