sábado, 30 de diciembre de 2017

TORMENTA DE NIEVE Y AROMA DE ALMENDRAS


A estas alturas tocaba ya una novela totalmente navideña de esas que lees mientras ves un programa de cocina, comes un polvorón, asas un pollo de corral y montas nata para el tronco de navidad....
Y así ha sido, esta colección de relatos en los que la nórdica Lackberg pretende imitar a doña Agatha.
Puede leerse mientras se hacen otras tareas navideñas y no se necesita concentración ya que es flojita, muy flojita.
Como en otras cuestiones de la vida, también en la literatura, entre el original y la copia, me quedo con el original!!!

Sinopsis (Ed. Maeva)
Falta menos de una semana para Navidad. Enmarcada entre un fondo de rocas grises y un mar de hielo, con sus casitas de madera cubiertas por la nieve, Fjällbacka regala una imagen de postal. Martin Molin, el joven policía ayudante de Patrik Hedström, viaja a una isla cercana a la costa de Fjällbacka para pasar las fiestas navideñas con la adinerada familia de su novia. En medio de una fuerte tormenta, Ruben, el abuelo y patriarca de la familia, poseedor de una inmensa fortuna, muere en circunstancias extrañas. Martin percibe el sutil aroma a almendras amargas que flota en el aire, claro indicio de un envenenamiento. Inquietos e incomunicados, los invitados tendrán que esperar a que amaine la tormenta.
El libro contiene, además, cuatro relatos cortos, independientes, situados en la constelación de Fjällbacka y de sus personajes.

Tormenta de nieve y aroma de almendras (fragmento)

De nuevo olía a nieve. Faltaba menos de una semana para Navidad y el mes de diciembre ya había traído su lote de frío y nieve. Durante varias semanas, una gruesa capa de hielo había cubierto el mar, pero, con la subida de las temperaturas durante los últimos días, se había vuelto quebradiza y traicionera.
Martin Molin se encontraba en la proa del barco que enfilaba hacia Valö por el canal que la lancha de salvamento marino había abierto en el hielo. Se preguntaba si habría tomado la decisión correcta. Lisette había insistido mucho para que fuera, tanto que había llegado a suplicárselo. Las reuniones familiares no eran su fuerte, le había dicho ella, y se lo pasaría mucho mejor si él la acompañaba. Pero un encuentro familiar daría a entender que su relación iba en serio y él no lo sentía así.
Aunque ahora ya no había vuelta atrás. Se lo había prometido y ahí estaba, de camino a la isla de Valö y a la antigua colonia de vacaciones transformada en hotel donde pasaría dos días con la familia de Lisette.
Se giró. Fjällbacka era de una belleza extraordinaria, sobre todo en invierno, cuando sus casitas rojas quedaban ocultas entre tanta blancura. Protegida por la roca gris de la montaña, ofrecía un espectáculo único y sugerente. Tal vez debería abandonar Tanumshede para mudarse allí, se dijo, riéndose de su idea disparatada. Si algún día le tocara la lotería, quién sabe.
–¿Me lanza el cabo? –gritó el hombre del embarcadero.

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