miércoles, 27 de diciembre de 2017

UN ASUNTO SUCIO


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por el comisario Franco Bordelli, policía en Florencia (Italia), años 60.

Segundo caso protagonizado por el Comisario Bordelli, y la tónica continúa, amigos, ambiente de los bajos fondos, Florencia años 60, resolución lenta pero entretenida.
Un recurso para días sin ganas de pensar¡¡¡

Sinopsis (Ed. Duomo)
LA SOMBRA DE UN ASESINO EN SERIE ACECHA LAS CALLES DE FLORENCIA.
Abril de 1964. Florencia está cubierta por un cielo gris y triste que no presagia nada bueno. Casimiro, un amigo del comisario Bordelli, acaba de descubrir el cadáver de un hombre en Fiesole, a las afueras de la ciudad. Aunque se apresuran al lugar del supuesto delito, cuando llegan ya no hay ni rastro del cuerpo. Pocos días después, aparece el cuerpo sin vida de una niña y en él se descubre una extraña marca. No será el último cadáver. Comienza así el cerco a un posible asesino en serie y uno de los periodos más sombríos en la carrera de Bordelli. Es un asunto sucio para él y para el resto del equipo de investigadores; un caso que parece destinado a convertirse en una pesadilla sin fin, tan oscura como el cielo de Florencia.

Un asunto sucio (fragmento)

Florencia, abril de 1964
A las nueve de la noche, un homúnculo harapiento, de la estatura de un niño, entró jadeando en el vestíbulo de la comisaría. Se pegó contra el cristal gritando con educación que quería hablar con el comisario. Desde dentro, Mugnai le dijo que se tranquilizara y le preguntó a qué comisario se refería. El enano aplastó una mano sucia contra el cristal y gritó: –¡Al comisario Bordelli! –Como si Bordelli fuese el único comisario posible. –¿Y si no estuviera? –preguntó Mugnai. –He visto el Escarabajo –contestó el enano. Por fin le abrieron. Mugnai hizo un gesto a su colega Taddei, un tipo grueso con ojos de buey, que había llegado hacía poco. Taddei se levantó con dificultad de la silla y, seguido por el enano, se dirigió hacia arriba por la escalera. Al final del largo pasillo del primer piso se detuvo delante de la puerta del comisario Bordelli. –Espera aquí –dijo, lanzando una ojeada a los viejos zapatos del enano, sucios de barro y que éste había limpiado como mejor había podido. Luego llamó, desapareció detrás de la puerta y volvió pocos segundos después. –Pasa –dijo. El homúnculo entró deprisa y Taddei oyó la voz de Bordelli:
–Casimiro, ¿qué diablos haces aquí? Luego, la puerta volvió a cerrarse de golpe. El agente no se fiaba, se rascó la cabeza y llamó de nuevo. Se asomó respetuosamente. –¿Necesita algo, comisario? –Nada, gracias, puedes marcharte.

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