viernes, 29 de diciembre de 2017

LA SUSTANCIA INTERIOR


20 años han transcurrido desde la primera vez que se publicó esta novela y tras reescribirla, casi página a página, según sus propias palabras; Lorenzo Silva nos "obsequia" una reedición de aniversario.
Me resulta bastante difícil describir esta novela que transcurre en un lugar no identificado y en una época que el lector ignora (sinceramente creo que el autor también).
Comienza la historia con ...la llegada de un tallista extranjero cuya misión será construir la sillería del coro de una catedral y.....a partir de ahí se produce un desmadre de situaciones absurdas combinadas con filosofía barata y falsa erudición que van provocando un "cabreo in crescendo", en el lector, que hace muy cuesta arriba terminar las 500 páginas de la novela. Sólo la aspiración de saber como termina semejante despropósito es capaz de paliar el hastío que provoca.
Páginas y más páginas de diálogos ridículos, personajes necios y situaciones grotescas confluyen hacia un final a la altura de lo anterior ¿quizás debiera decir bajura?.
Ni siquiera reconozco la prosa ligera y elegante de Lorenzo Silva que parece poseído por un espíritu pretencioso y vulgar.
Decepcionante.

Sinopsis (Ed. Destino)
En un país indeterminado, en una época tampoco especificada, un extranjero llega a una catedral en construcción para tallar la sillería del coro. Allí, entre andamios, herramientas, albañiles y capataces, descubre una compleja organización gobernada por oscuros personajes que convierten la complicada tarea de erigir el templo en un instrumento para otros fines. Poco a poco, el extranjero se va adentrando en los desconcertantes entresijos de una intriga que desembocará en un final sorprendente. A medida que se desarrolla la trama, descubrimos un mosaico de caracteres fascinantes, y asistimos a una conmovedora historia de amor.

Novela de intriga y de ideas a un tiempo,
La sustancia interior es una obra que se desarrolla a varios niveles y permite diversas lecturas,

Una historia de una rara profundidad que desvela una faceta poco conocida del creador de los investigadores Bevilacqua y Chamorro.

La sustancia interior (fragmento)
"Aquella noche, aunque tenía cansados los músculos y el cerebro, Bálder tardó en dormirse. Había podido asearse y cenar en calma, y no había tenido que enfrentar ninguna visita imprevista como la de la noche anterior. También había repasado sus dibujos. Pero cuando creía haber alcanzado el estado desde el que podría pasar sin mayores trámites al sueño, se encontró dando vueltas entre las sábanas. Oía a Aulo y veía la cara de Pólux, Níccolo era Horacio y Horacio un hombrecillo que se enredaba infinitamente en una red que en realidad eran los brazos de Bálder y le apresaban a él mismo. Hubo de soportar con resignación la mezcla aleatoria de imágenes que forma el paisaje implacable del insomne, sin poder detener el curso desbocado de sus pensamientos, midiendo con exasperación el tiempo hasta que ya no le quedaron fuerzas para tanto.
Despertó destruido, sin saber si había dormido una hora o tres. Durante todo el día siguiente compareció en su propia vida como un sonámbulo. Le hicieron la merced de no perturbarle demasiado o fue él mismo quien se hizo la merced de no enterarse. Mantuvo a Níccolo ocupado en la supervisión del entoldado y él se redujo a perfilar o hacer que perfilaba sus bosquejos, obstinándose en refutar mentalmente, con cierto éxito, la presencia indeseable de Pólux a su espalda.
Comió otra vez con Aulo, aunque apenas cruzaron cuatro palabras entre el primer plato y el segundo. Por la tarde lloviznó durante una media hora, sin que el capataz estimara oportuno interrumpir los trabajos. Al atardecer, mientras la campana decretaba el final del día, Aulo le mostró con satisfacción la nave de lona concluida. El coro adquiría, bajo la lona pardusca, un recogimiento que lo alejaba tanto de la ambición vertical de las torres como del descuido del resto de la obra. Bálder contempló con adormilado optimismo su reino. "

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