martes, 19 de diciembre de 2017

RÍO NEGRO



Teóricamente,  novena entrega de la serie de novelas protagonizadas por Erlendur Sveinsson, policía en Reikiavik, Islandia.
Digo, teóricamente con toda intención, ya que Erlendur Sveinsson no aparece en esta novela y sólo es nombrado un par de veces por la policía protagonista de la misma, Elínborg, una mujer insulsa y dogmática a la que le encanta cocinar y carece de sentido del humor.
 
Si hay algo que odio, en la vida, es que me tomen el pelo o lo intenten y así me siento tras haber leído la última novela de Arnaldur Indridason....., quizás no sea culpa del escritor, nunca lo sabré, pero en la portada de esta última novela cuyo título ha sido traducido como Río negro????? (el original es Myrká, que en islandés significa oscuro, oscuridad, negro... y ese título podría coincidir con... el argumento, lo de Río negro aun no he logrado captarlo...) figura como integrante de la serie Erlendur Sveinsson, pues bien, me encanta porque el inspector no protagoniza esta novela y su nombre aparece tres veces o cuatro en ella y siempre de forma tangencial.
No sé si el escritor quiere "defenestrar" a Erlendur, o quiere iniciar una nueva serie protagonizada por Elínborg, en todo caso ha sido una decepción, la protagonista no me gusta y aunque la trama es muy interesante el activo principal del las novelas de Indridason es Erlendur, su vida, su forma de investigar, sus costumbres y esa descripción de la vida islandesa que sólo puede entenderse desde la mirada del "Forastero" Sveinsson.
¿La recomiendo?, pues....., sabiendo el engaño, que la lea quien quiera.

Sinopsis (Ed. RBA)
Crimen y castigo en la gélida Islandia.
El cadáver de un joven degollado aparece en su casa del centro de Reikiavik. No ha habido lucha. No hay arma. Los únicos indicios que encuentra la policía son un chal de mujer y unas pastillas que sugieren una oscura historia de violación y venganza.

Río negro (fragmento)

1
Se puso vaqueros negros, camisa blanca y chaqueta cómoda, se calzó los zapatos de fiesta que tenía desde hacía tres años y pensó en los locales del centro que una de ellas había mencionado.
Se hizo un combinado con dos bebidas y se lo bebió delante del televisor mientras esperaba el momento de bajar al centro. No quería ponerse en camino demasiado pronto, porque alguien podía fijarse en él si se demoraba demasiado en lugares apenas transitados. Quería evitarlo. Lo fundamental era fundirse con la multitud, no llamar la atención, ser solo uno más de la concurrencia. Tenía que hacer todo lo posible para no resultar demasiado fácil de recordar por nada especial, por no destacar lo más mínimo. En el caso improbable de que alguien preguntara, estuvo solo en casa toda la velada, viendo la televisión. Si todo iba según sus deseos, nadie recordaría haberlo visto en ningún sitio.
Cuando llegó la hora, apuró lo que quedaba en el vaso y salió. Estaba un poco achispado. Vivía cerca del centro y se dirigió hacia el pub en la oscuridad otoñal. El centro estaba ya atestado de gente en busca de marcha de fin de semana. Habían comenzado a formarse colas de espera ante los locales más populares. Los porteros hacían ostentación de su fuerza física. La gente intentaba engatusarlos para que les dejaran entrar. La música se oía desde la calle. El olor a comida de los restaurantes se mezclaba con el aroma de alcohol de los pubs. Unos estaban más borrachos que otros. A él le daban asco.

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