domingo, 17 de diciembre de 2017

ESTIMADO SEÑOR M.


¿El fin justifica los medios?
Esta es la pregunta que subyace en toda la obra de Herman Koch y esta novela no es una excepción. La ambigüedad moral, la hipocresía, lo políticamente correcto, la adolescencia, el magisterio, la literatura, el asesinato, el bien, el mal......una amalgama de sentimientos y sensaciones asaltan al lector en cada novela de Koch.
Estimado Señor M., no es una excepción, el escritor nos conduce por los caminos de la memoria y en un vaivén temporal, a veces, caótico, relata varias historias que son una sola.
No me ha gustado tanto como La cena o Casa de verano con piscina; pero aún así la recomiendo.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Desde la publicación de La cena y Casa de verano con piscina, Herman Koch se ha afianzado como una de las voces más subyugantes de la novela europea contemporánea. Su forma de abordar sin ambages la ambigüedad moral, la hipocresía y la violencia solapada que carcomen a la sociedad moderna ha logrado capturar el interés de más de un millón de lectores en todo el mundo, tanto en Europa y Latinoamérica como en Australia y Estados Unidos, donde La cena llegó a estar entre los diez libros más vendidos de la lista del New York Times. Con unas ventas que superan a día de hoy los cien mil ejemplares sólo en Holanda, Estimado señor M. representa la obra de un escritor en la plenitud de sus capacidades.
En esta ocasión, el lector se verá atrapado en la red tendida por un narrador anónimo obsesionado con exponer en detalle los aspectos más íntimos de la vida de su vecino, el señor M., uno de los escritores más célebres del país. M. cimentó su fama hace ya muchos años con la publicación de la novela Ajuste de cuentas, inspirada en una trágica historia ocurrida por entonces. El relato se centra en Herman, un estudiante de instituto que logra seducir a la bella e inalcanzable Laura después de que ésta rechace a Jan Landzaat, el profesor con quien tuvo una breve aventura. Sin embargo, Landzaat no se resigna a perderla y un día acude a la casa de campo de los padres de Laura, donde la joven pareja se ha recluido para disfrutar de su amor a solas. Pero el destino le reserva a Landzaat un giro inesperado: las carreteras están nevadas, su coche se avería y... nunca más se vuelve a saber nada de él. Y si bien, según la versión de M., los claros sospechosos de la desaparición del profesor son Herman y Laura, también cabe la posibilidad de que M. haya tergiversado los hechos por interés comercial, condenando así a dos jóvenes inocentes a un futuro mancillado por la sombra de la sospecha y la difamación. Ahora, décadas después, quizá el narrador logre descubrir la clave para conocer la verdad.

Estimado Señor M. (fragmento)

Mortandad de profesores1
Estimado señor M.:
Antes que nada, quiero decirle que ya estoy mejor. Probablemente usted no sepa que hubo un tiempo en que no estuve bien. Nada bien, de hecho, pero ya se lo explicaré más adelante.
En sus libros usted siempre describe las caras, pero apuesto a que no sería capaz de decir nada de la mía. Abajo, en el portal o el ascensor, me saluda educadamente con la cabeza, pero por la calle o en el supermercado, o como hace tan sólo un par de días, cuando estaba comiendo con su esposa en el restaurante La B., no muestra el más leve indicio de reconocimiento.
Entiendo que la mirada de un escritor enfoca la mayor parte del tiempo hacia el interior, por eso no debería intentar describir caras en sus libros. Sin embargo, las descripciones de caras, como las de paisajes, son recursos anticuados, así que en ese sentido le pegan. Al fin y al cabo, no nos andemos con rodeos, usted también está muy anticuado, y no sólo por su edad. Se puede ser viejo sin ser anticuado, pero usted es ambas cosas, viejo y anticuado.
El otro día usted estaba sentado con su mujer a la mesita al lado de la ventana. Como siempre. Yo estaba en la barra, también como siempre. Justo acababa de tomar un trago de cerveza cuando sus ojos se detuvieron un momento en mi cara, pero no me reconoció. Luego su esposa miró en mi dirección y sonrió, entonces usted se inclinó hacia ella y le preguntó algo, y a continuación, finalmente, me saludó con la cabeza.

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