viernes, 22 de diciembre de 2017

ASÍ ES COMO SE MATA


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Enrico Mancini, comisario de policía en Roma (Italia).

Roma lluviosa, sucia, más negra que nunca de la mano de un novelista de apellido con reminiscencias clásicas.
Un nuevo comisario viudo, triste, agobiado, casi dimisionario y....., ¿habrá algo que descubrir sobre Enrico Mancini? o nos lo habrán revelado todo en esta primera novela, una nueva oportunidad tendrá, sin duda.
Es evidente que para sorprender a lectores de novela negra se necesita mucho más que un policía atormentado, un equipo diverso y un asesino en serie, Zilahy escribe bien, no lo niego, peeeero........, la trama es tan previsible desde las primeras páginas que una pierde un poco el interés.
Debut un poco fallido, pero tendrá una segunda oportunidad.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
«Un comisario que parece sacado de la serie de televisión Criminal Minds. Una novela tan inquietante que produce un inmediato efecto fan club.»Marta Cervino, Marie Claire
« La justicia solo triunfará cuando el arado trace su último surco. Usted no me conoce. Nadie me conoce. Cómo me llamo no tiene importancia. Solo soy una sombra.»
Roma, septiembre de 2008. La ciudad sufre una terrible ola de mal tiempo. Parece que toda el agua que cae torrencialmente del cielo pretende lavar el mal que hay sobre la superficie. Lejos de la gran ciudad turística y religiosa, en una Roma olvidada, aparecen los cadáveres de las víctimas de un asesino en serie.
Solo hay un hombre capaz de liderar esa investigación tan delicada: el comisario Enrico Mancini, el único policía que ha asistido a los cursos sobre perfiles criminales en la central del FBI, en Quantico.
Mancini atraviesa el peor momento de su vida, pero aun así es obligado a atrapar a «la Sombra», asesino atípico y esquivo que llena los cuerpos de sus víctimas con pistas, no para satisfacer sus instintos homicidas sino para conseguir un propósito lúcidamente maquiavélico. Todo en él tiene un significado, todo es un símbolo, y necesita una última pieza para terminar su rompecabezas: el propio Enrico Mancini.

Así es como se mata (fragmento)

El primer sentido que lo abandona, en cuanto la llamarada hirviente lo embiste como un gancho, es la vista. Las pestañas se evaporan al instante y los globos oculares palpitan. Se tambalea. Las paredes remolinean en un sofocante torbellino. Las llamas atacan el algodón que se adhiere de inmediato a la piel. Hieren la carne, desgarran los músculos, despellejan los nervios. Luego, uno tras otro, los demás sentidos se desmigajan. Un silbido agudo le inunda los tímpanos y todo parece oscilar. Es incapaz de inhalar oxígeno porque las llamas que se elevan de la ropa invaden sus fosas nasales y serpentean por el conducto nasal, subiendo hasta el cerebro. Abre la boca para respirar, para gritar, pero el fuego le cuece el paladar, le abrasa la lengua. Se le desliza dentro.
Inesperado como una gélida ráfaga de viento, algo lo agarra y lo empuja lejos. Algo que lo envuelve rápido como en el capullo de una enorme viuda negra. «¿Será este el último abrazo del fuego?», se pregunta un momento antes de desplomarse al suelo.
El impacto es duro, sucio, cenagoso. Cae, rueda, impulsado por esa fuerza invisible. La humedad empapa el calor de la piel y es como si se convirtiera en una cáscara de arcilla. Está sellado en esa crisálida de barro seco y percibe los primeros temblores, los espasmos de la vida que transmigra.
Después todo se apaga.
Se despierta reclinado sobre la cadera, abre lo que le queda del párpado izquierdo y desplaza apenas el iris del ojo izquierdo hacia arriba. Más allá del marco de la puerta, la pantalla reza las 07:13.
Respira con esfuerzo, esboza pequeños movimientos, minúsculos sorbos de aire. La piel de los brazos, de la cara, del pecho, le cruje como si fuera de cartón piedra. Se le escapa un golpe de tos y se le desencajan los ojos en el espasmo de dolor. Allí, a su lado, en el barro resecado por las llamas, hay otra cara quemada.
¿Estará soñando?

No hay comentarios:

Publicar un comentario