jueves, 21 de diciembre de 2017

NATURALEZA MUERTA


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Armand Gamache, inspector jefe del Departamento de Homicidios de  la Sûreté du Quebec.

Aunque empecé mal, he rectificado y vuelto al principio. Esta es la primera y galardonada novela de la serie protagonizada por el inspector jefe Gamache y su equipo.
No es que sea imprescindible empezar por esta, Penny tiene la suficiente maestría como para poner al lector "en situación" empieces por cual empieces (además ya se encargan las editoriales españolas de que no podamos seguir el orden....).
Resumiendo, una novela de presentación y mucho más, un debut magnifico que hará de Penny una de las grandes de la novela negra.
Me ha encantado.

Sinopsis (Ed. La factoría de ideas)
A medida que la niebla matutina se va despejando el domingo de Acción de Gracias, los hogares de Three Pines cobran vida; todos menos uno... Para los lugareños el pueblo es un reducto de seguridad. De modo que, cuando encuentran muerto a un miembro muy querido de la comunidad en el bosque de arces, les invade la perplejidad. Sin duda debió de ser un accidente, la flecha extraviada de un cazador. ¿Quién iba a querer a Jane Neal muerta? A lo largo de una extensa y fulgurante carrera en la Sûreté du Quebec, el inspector jefe Armand Gamache ha aprendido a buscar serpientes en el Paraíso. Gamache sabe que hay algo oscuro merodeando tras las cercas blancas y, si observa con suficiente detenimiento, Three Pines empezará a desvelar sus secretos...

Naturaleza muerta (fragmento)

UNO La señorita Jane Neal se reunió con su Creador en la niebla matinal del domingo de Acción de Gracias. Fue una auténtica sorpresa para todo el mundo. La de la señorita Neal no fue una muerte natural, a no ser que uno sea de la opinión de que todo sucede como se supone que tiene que suceder. De ser así, Jane Neal llevaba sus setenta y seis años avanzando hacia aquel momento final en el que la muerte la sorprendió en el luminoso bosque de arces que bordeaba el pueblo de Three Pines. Había caído con las extremidades completamente separadas, como si estuviera dibujando ángeles entre las hojas relucientes y quebradizas.
El inspector jefe Armand Gamache, de la Sûreté du Québec, se arrodilló; sus articulaciones crujieron como el estallido del rifle de un cazador, sus manos, largas y expresivas, se cernieron sobre el diminuto círculo de sangre que había echado a perder la mullida rebeca, como si fuera un mago que pudiera eliminar la herida y curar a la mujer. Pero no podía. No era ése su don. Afortunadamente para Gamache, tenía otros. El olor del aire le recordó el de las bolas de naftalina, el perfume de su abuela. Los ojos amables y tiernos de Jane lo miraban como si se sorprendieran de verlo.
Era él quien se sorprendió al verla a ella. Ese era su pequeño secreto. No era que la hubiera visto antes. No. Su pequeño secreto era que, a sus cincuenta y tantos años, en la cúspide de una carrera larga y, ahora, aparentemente estancada, la muerte violenta seguía desconcertándolo. Lo cual era raro para un jefe de homicidios, y quizá una de las razones por las cuales no había seguido progresando en el cínico mundo de la Sûreté. Gamache siempre albergaba la esperanza de que, tal vez, alguien había entendido mal y no hubiese cadáver. Pero no había margen de error en la cada vez más rígida señorita Neal. Tras incorporarse con la ayuda del inspector Beauvoir, se abotonó la Burberry forrada para aplacar el frío de octubre y se quedó pensativo.

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