lunes, 18 de diciembre de 2017

ESPLENDOR


Última novela de Margaret Mazzantini y he de reconocer que tanto su título, como la sinopsis de la contraportada y las críticas leídas, me han inducido al error. Reproduzco:
"Llega a nuestras librerías la novela Esplendor de Margaret Mazzantini (Seix Barral), una luminosa historia de amor entre dos hombres se abre paso en una sociedad marcada por el prejuicio." TopCultural
"Esplendor es una novela que combate prejuicios, que expone al vértigo y libera, que contiene la soledad, la audacia, la violenta melancolía de los amores no olvidados. Un relato hipnótico que reivindica el derecho a transformar la vergüenza en belleza, una novela que nos despierta, dejándonos sumidos en el estupor de un luminoso sueño" Seix Barral
Pues bien, me ha gustado porque está escrita con la maestría y sensibilidad habituales en Mazzantini, pero no la he encontrado ni luminosa, ni liberadora. Es una historia de amor triste, de dos hombres tristes, frustrados e infelices. Es una historia de amor, porque la autora ha decidido que se amen, contra todo y contra todos; encierra tanta realidad que no puede ser, otra cosa, que triste en grado sumo.
Gustará a los amantes de Mazzantini, pero a los que no conocen su literatura no se la recomiendo como primera obra de la autora.

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
¿Llegará el día en el que tengamos el coraje de ser nosotros mismos?
Ésta es la pregunta que se plantean los dos inolvidables protagonistas de esta novela.
Dos niños, dos hombres, dos increíbles destinos. Uno es intrépido e inquieto; el otro, sufrido y atormentado. Una identidad hecha pedazos que es necesario recomponer.
Una conexión absoluta que se impone, la hoja de un cuchillo en el filo del precipicio de toda una existencia.
Guido y Constantino se alejan, kilómetros de distancia los separan, establecen nuevas relaciones, pero la necesidad del otro se resiste en aquel primitivo abandono que los lleva a ellos mismos al lugar en el que descubrieron el amor. Un lugar frágil y viril, trágico como la negación, ambicioso como el deseo.

Esplendor (fragmento)

Era el hijo del portero. Su padre tenía las llaves de nuestra casa, cuando nos marchábamos, regaba las flores de mi madre. Durante un tiempo hubo dos lazos azules en el mismo portón, el suyo algo más descolorido que el mío porque era unos meses mayor que yo. Nos cruzamos toda la infancia, él bajaba y yo subía. Estaba prohibido jugar en el patio, donde las ramas de una gran palmera barrían la tranquilidad de los inquilinos de más edad. Un edificio de la época fascista junto al Tíber. Lo veía por la ventana, mientras se adentraba con el balón bajo el brazo por el cañaveral que bordeaba el río.
Su madre limpiaba oficinas por la mañana temprano. Era un niño organizado, se ponía el despertador, abría la nevera y se servía una taza de leche. Se calaba bien la gorra y se abrochaba el abrigo. Nos encontrábamos todos los días, más o menos en el mismo sitio. Yo siempre tenía mucho más sueño que él. Mi madre me llevaba de la mano, él siempre iba solo. Hola. Olía a sótano, a subsuelo urbano. Daba tres pasos y un saltito. Tres pasos y un saltito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario