miércoles, 8 de noviembre de 2017

ASÍ EMPIEZA LO MALO


Desde el cuadro elegido para la portada (Stepping out the Bath - Balthus 1957), pasando por la frase del título (“Thus bad begins and worse remains behind" William Shakespeare) , hasta la última frase de la novela (Y no, nada de palabras) he asistido durante un tiempo corto a una explosión literaria tan maravillosa que todavía estoy sobrecogida por la belleza de la historia y las palabras que la componen.
Durante la Transición Española (tan traída y llevada últimamente) tres personajes principales y muchos secundarios viven, hablan, discuten y pontifican sobre la verdad y la mentira. Hay personajes reconocibles o, casi reconocibles, de la historia reciente de nuestro país y hay una historia construida sobre una base endeble que, en algún momento, caerá sobre sus protagonistas. Hay, sobre todo, amor, pasión, engaño, celos y literatura en estado puro.
Me ha encantado¡¡¡

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Una novela sobre el deseo, el rencor y la arbitrariedad del perdón.
Libro del año 2014 según Babelia.
Así empieza lo malo cuenta la historia íntima de un matrimonio de muchos años, narrada por su joven testigo cuando este es ya un hombre plenamente adulto. Juan de Vere encuentra su primer empleo como secretario personal de Eduardo Muriel, un antaño exitoso director de cine, en el Madrid de 1980. Su trabajo le permite entrar en la privacidad de la casa familiar y ser espectador de la misteriosa desdicha conyugal entre Muriel y su esposa Beatriz Noguera.
Muriel le encarga que investigue y sonsaque a un amigo suyo de media vida, el Doctor Jorge Van Vechten, de cuyo indecente comportamiento en el pasado le han llegado rumores. Pero Juan no se limitará a eso y tomará dudosas iniciativas, porque, como él mismo reconoce desde su edad madura, -los jóvenes tienen el alma y la conciencia aplazadas-. Así descubrirá que no hay justicia desinteresada, sino que está siempre contaminada por el rencor personal y por los propios deseos, y que todo perdón o castigo son arbitrarios.
«Es un libro sobre el deseo, como uno de los motores más fuertes en la vida de las personas, que a veces lleva a pasar por encima de cualquier lealtad, consideración e incluso respeto en el trato con los demás. Otro de los temas de la novela es la impunidad y la arbitrariedad del perdón y del no perdón. Cómo la idea de justicia que la gente reclama a veces tiene mucho que ver con que el acto en sí nos afecte o no.» Javier Marías

Así empieza lo malo (fragmento)
"Cuánto nos cambia la reacción adversa, pensé, o pienso que lo pensé sin las palabras precisas, al recordarlo ahora desde otra edad. ‘Cuánto nos hunde la denegación, y cuánto poder acumula aquel al que se lo hemos dado, en realidad nadie puede tomárselo si no se le entrega o confiere antes, si uno no está dispuesto a adorarlo o temerlo, si no aspira a ser querido por él o a su constante aprobación, cualquier ambición de ese tipo es un rasgo de fatuidad y es la fatuidad la que nos debilita y nos deja indefensos: en cuanto no se ve satisfecha o colmada inicia nuestra destrucción y se aplica a ella día tras día y hora tras hora, y es tan natural que eso suceda, que la insatisfacción predomine y reine desde el principio, y si no desde los primeros pasos, y si no antes o después... ¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con tembloroso dedo? ¿Por qué ese justamente, como si nos tuviera que obedecer? ¿O por qué habría de desearnos aquel que nos turba o enciende y por cuyos huesos y carne morimos? ¿A qué tanta casualidad? Y cuando se da, ¿a qué tanta duración? ¿Por qué ha de perseverar algo tan frágil y tan prendido con alfileres, la más rara conjunción? El amor correspondido, la lascivia recíproca, el enfebrecimiento mutuo, los ojos y las bocas que se persiguen simultáneamente y los cuellos que se estiran para divisar al elegido entre la multitud, los sexos que buscan juntarse una y otra vez y el extraño gusto por la repetición, volver al mismo cuerpo y regresar y volver... Lo normal es que casi nadie coincida, y si existen tantas parejas supuestamente amorosas es en parte por imitación y sobre todo por convención, o bien porque el que señaló con el dedo ha impuesto su voluntad, ha persuadido, ha conducido, ha empujado, ha obligado al otro a hacer lo que no sabe si quiere y a recorrer un camino por el que nunca se habría aventurado sin apremio ni insistencia ni guía, y ese otro miembro de la pareja, el halagado, el cortejado, el que se adentró en su nube, se ha ido dejando arrastrar. Pero eso no tiene por qué persistir, el encantamiento y la nebulosidad terminan, el seducido se cansa o despierta, y entonces al obligador le toca desesperarse y sentir pánico y vivir en vilo, volver a trabajar si todavía le restan fuerzas, montar guardia a la puerta y rogar e implorar noche tras noche y quedar a merced de aquél. Nada expone ni esclaviza tanto como pretender conservar al que se eligió e inverosímilmente acudió a la llamada de nuestro tembloroso dedo, como si se obrara un milagro o nuestra designación fuera ley, eso que no tiene por qué ocurrir nunca jamás...’
Beatriz Noguera se rehízo pronto, no tardó; volvió a engrandecerse y a adquirir sus formas, era como si durante unos instantes las hubiera perdido inexplicablemente o se le hubieran fugado. Se irguió de nuevo, alzó la cabeza, recuperó su llamativa corporeidad, miró de frente a Muriel. No podía verle bien la cara, pensé que sería difícil que no le hubieran saltado lágrimas al oír las palabras de su marido —‘Espero ser yo quien te entierre, quien te vea a ti sin vida, morir en tu palidez’—, pero si así fue no sollozó ni gimió, quizá sí tenía más memoria de la que le atribuía Muriel y ya nada la hería en exceso, quizá sus acechanzas nocturnas no se debían al inmediato olvido de lo sucedido ayer o anteayer, sino a su fe inquebrantable en derribar toda resistencia, en agotar al más reacio, si conseguía no ceder en sus tentativas, no retirarse ni abandonar el campo ni desmayar. Pero las palabras que la rondaban o que había retenido eran otras, las que más daño le habían causado. "


No hay comentarios:

Publicar un comentario