sábado, 11 de noviembre de 2017

LA BIBLIA DE LAS TINIEBLAS


Decimonovena entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Inspector de la policía escocesa John Rebus.

El referéndum para la independencia de Escocia como fondo, un extraño accidente de coche que parece no convencer a nadie y el pasado que vuelve cuando menos se lo espera.....
Rebus en estado puro, rebajado de categoría, para incorporarse, sigue siendo el mismo gruñón concienzudo que conocemos, sigue siendo el mismo detective intuitivo de siempre, sigue siendo el mejor; aunque vuelva a ser sargento detective, como en sus principios..., espero que esto signifique que nos quedan todavía muchos relatos con John Rebus de protagonista.
Con la política como soporte, narración muy actual en la que nada es lo que parece pero todos se parecen a algo....¡¡
Muy recomendable.

Sinopsis (Ed. RBA)
«Los buenos nunca son tan buenos y los malos nunca son tan malos, pero hay un punto en que ambos se encuentran, y es entonces cuando el asunto puede ponerse interesante».Un accidente de tráfico en el culo del mundo. Implicados: la heredera de un magnate londinense y el hijo de un ministro, adalid de la secesión escocesa. Justo cuando el país se parte en dos ante el referéndum para la independencia. Algo en la escena no cuadra, y el veterano John Rebus, recién reincorporado al cuerpo de policía, empieza a investigar.
Al tiempo, la fiscalía reabre un caso feo de hace treinta años, en el que Rebus y su antigua cuadrilla, autodenominados los «Santos», tuvieron mucho que ver. Aquella vieja división de policías juraron silencio sobre «la Biblia de las Tinieblas» y ahora se han convertido en sospechosos. Nada evitará que el detective Rebus y el inspector de asuntos internos Malcolm Fox se enfrenten para descubrir quiénes son los santos y quiénes los pecadores, y lo que se oculta tras el juramento.

La biblia de las tinieblas (fragmento)

PRÓLOGO—¿Adónde vamos?
—Solo estamos dando una vuelta en coche.
—Pero dando una vuelta ¿adónde?
Rebus volvió la cabeza para ver a su acompañante. Se llamaba Peter Meikle. El hombre había pasado casi la mitad de su vida adulta cumpliendo condena en diversas cárceles y tenía la palidez y la actitud propias de los ex presidiarios. Necesitaba un afeitado y sus ojos hundidos eran como agujeritos negros y recelosos. Rebus lo había recogido a la puerta de una casa de apuestas en Clerk Street. Unas cuantas hileras de luces y empezaron a dejar atrás Commonwealth Pool en dirección a Holyrood Park.
—Hacía una buena temporada — comentó Rebus—. ¿Qué te traes entre manos ahora?
—Nada de lo que la poli tenga que preocuparse.
—¿Te parezco preocupado?
—Tiene la misma pinta que cuando me puso a la sombra en 1989.
—¿Tanto hace? —Rebus hizo alarde de menear la cabeza en un gesto de sorpresa—. Pero, a decir verdad, Peter, opusiste resistencia a la detención… y por aquel entonces tenías muy mal talante. —¿Acaso no lo tenía usted?
Al no responder Rebus, Meikle siguió mirando por la ventanilla. A estas alturas, el Saab había llegado a Queen’s Drive, las escarpaduras de Salisbury Crags camino de St. Margaret’s Loch. Algún que otro turista intentaba dar pan a los patos y los cisnes, aunque toda una tropa de acechantes gaviotas parecían estar llevándose bastante más de lo que les correspondía. Rebus puso el intermitente derecho para iniciar el sinuoso ascenso por la ladera de Arthur’s Seat. Adelantaron a corredores y paseantes mientras la ciudad se perdía de vista.

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