miércoles, 8 de noviembre de 2017

EL LEOPARDO


Octava entrega de la serie de novelas protagonizadas por Harry Hole, policía noruego que nos ha robado el corazón.

"Ay!!! Y ahora qué va a pasar con Harry Hole!!?? Cómo pueden tardar tanto las traducciones de sus libros!!?? Snif, snif, habrá que rellenar el tiempo con otros libros..."
Este comentario de mi querida Noelia Vallina no puede ser más acertado¡¡¡
Tras esta nueva entrega de la negra-nórdica por antonomasia nos preguntamos tod@s que puede pasar porque ya hemos perdido demasiados protagonistas en el camino y Harry Hole es, ahora, nuestro único puerto y salvación.
Una novela impresionante¡¡

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
HARRY HOLE ESTÁ EN APUROS...
Tras el horror que supuso la resolución del último caso, Harry Hole abandonó Oslo y el cuerpo policial. Ahora se ha visto obligado a regresar por cuestiones familiares y porque se sospecha que un asesino en serie anda suelto en Noruega y solo Hole es capaz de llevar a cabo la investigación.
EL ASESINO LE TIENE EN EL PUNTO DE MIRA...
Tras asesinar a varias mujeres de forma cruel, Hole tendrá que viajar a África para descubrir el origen de La Manzana de Leopoldo, un terrorífico instrumento de tortura jamás visto. El asesino parece estar jugando con la policía y con Hole, y se sospecha que quiere matar a un grupo de personas que pasaron una noche en una cabaña en la alta montaña noruega.
LA POLICÍA NO LE FACILITA LA INVESTIGACIÓN...
Hole es el único policía que parece ver tras el velo de las cosas, y eso despierta envidias y recelos entre sus compañeros... Además, tendrá que trabajar junto a Kaja Solness, una inteligente y bellísima policía con la que establecerá una peculiar relación...

El Leopardo (fragmento)

1


El ahogamiento
Se despertó. Parpadeó ante aquella oscuridad profunda. Abrió la boca y respiró por la nariz. Volvió a parpadear. Notó que le caía una lágrima, notó que disolvía la sal de otras lágrimas. Pero ya no le bajaba la saliva por la garganta, tenía la cavidad bucal reseca y dura. Se le habían tensado las mejillas por la presión interior. Tenía la sensación de que el cuerpo extraño que tenía en la boca fuera a reventarle la cabeza. Pero ¿qué era, qué era? Lo primero que pensó al despertar era que quería descender otra vez. Bajar a esa profundidad cálida y oscura que la había rodeado. El líquido que él le había inyectado seguía surtiendo efecto, pero ella sabía que el dolor se iba acercando, lo notaba en la percusión lenta y sorda del pulso y en el fluir atropellado de la sangre en el cerebro. ¿Y él, dónde se habría metido? ¿Estaría allí mismo, detrás de ella? Contuvo la respiración, aguzó el oído. No oía nada, pero sí sentía la presencia. Como un leopardo. Alguien le había contado que el leopardo era tan silencioso que podía acercarse y llegar al lado de su presa en la oscuridad, que podía ajustar sus jadeos y respirar a tu ritmo. Contener la respiración cuando tú contienes la respiración. Le dio la impresión de que sentía el calor de su cuerpo. ¿A qué esperaba? Dejó de contener la respiración. Y en ese momento, creyó notar en la nuca la de otra persona. Se giró, agitó los brazos, pero solo encontró aire. Se acurrucó tratando de encogerse, de esconderse. Inútil.
¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente?
Empezó a pasarse el efecto de la droga. Fue solo una décima de segundo. Pero suficiente para darle el anticipo, la promesa. La promesa de lo que estaba por venir.

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