miércoles, 20 de septiembre de 2017

MATARTE LENTAMENTE


RESEÑADO por Noelia Vallina para LIBROS,  el 22 de Marzo de 2014
"Matarte lentamente" de Diego Ameixeiras no es exactamente una novela negra al uso, no hay asesinatos ni policías ni comisarios...pero las historias que cuentas son casi tan negras y sórdidas...

Sinopsis (Ed. Xerais)
Na reunión de preferentistas o avogado explica aos afectados que as participacións preferentes son emisións perpetuas cuxo problema é a falta de liquidez inmediata. Dilles que estamos falando de produtos comercializados de xeito enganoso nun momento no que os bancos, durante os primeiros anos da crise, tentaron reforzar o seu capital indiscriminadamente. «Todo respondeu –continúa–, a unha estratexia planificada. A maioría de vostedes pensou que se lles estaba vendendo un prazo fixo, sen ningún tipo de risco. Pero non foi así». Unha voz crebada interrompe desde a porta ao avogado: «Aquí vai haber sangue.»Matarte lentamente consolida a liña de modernización radical da novela negra que Diego Ameixeiras abriu en novelas anteriores como Dime algo sucio, Historias de Oregón e Todo OK. Dosificación da información, economía expresiva, coidada estrutura de tramas e vidas que van encaixando coma un puzzle son características desta novela impactante e inesquecible que presenta con claridade problemas claves do noso tempo.

Matarte Lentamente (fragmento)

1
"La mujer más respetable del edificio regresa a casa en taxi tras una comida de empresa que ha resultado ser menos aburrida de lo esperado. Observa el paisaje urbano a través de la ventanilla y sonríe. Le ha sorprendido la extrema locuacidad del administrador, por lo general poco comunicativo. Ha hablado más de la cuenta, volviendo sobre lugares comunes bastante conocidos por todos,  fingiendo ser un hombre divertido y sin preocupaciones. Incluso diría que en algún momento se ha atrevido a coquetear con ella, a pesar de que ambos están felizmente casados ( como recogen las páginas de la vida social de un periódico de la ciudad). Así que prefiere pensar que todo debe reducirse a una simple anécdota, aunque siempre sea agradable sentirse deseada de esa forma. Pobre desgraciado, el administrador. Por más que lo intenta no puede disimularlo. Sus ojos oscuros visten el traje negro de los entierros. Esa mirada turbia, tan insatisfecha, destila demasiado rencor. Su sonrisa presuntuosa esconde el llanto autómata de un niño. Cada vez que suelta una carcajada, se escucha el húmedo farfullar de los ahogados antes de conocer la muerte entre los dedos del estrangulador.
Mientras el taxista detiene el vehículo en la entrada de la rotonda por la que se accede a la urbanización, la mujer vuelve a hacer una llamada telefónica."

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