sábado, 23 de septiembre de 2017

LOS CUERPOS EXTRAÑOS



Con Lorenzo Silva me ocurre, exactamente, lo contrario que con Juan José Millás. Sus artículos en prensa me resultan insulsos e incluso en ocasiones algo insultantes a la inteligencia, sin embargo, me encantan sus libros.
Comencé a leerle con La flaqueza del bolchevique y me interesó, pero la conquista definitiva tuvo lugar con El lejano país de los estanques en el que conocí al sargento Bevilacqua y a la guardia Chamorro, desde entonces ya no hubo vuelta atrás y esta "parejadelaguardiacivil" cambió mi percepción de la benemérita para siempre. Conocí a Rubén Bevilacqua de sargento y acabo de dejarle de subteniente....., como pasa el tiempo.
Esta última novela de Silva me ha gustado, tanto o más, que las anteriores el tema es tan actual que parece premonitorio y si no fuera porque empezó a escribirse mucho antes y se publicó un poco después, cabría acusar a Silva de oportunista o de médium. La corrupción urbanística y municipal en su máxima expresión en la CCAA que la padece tanto o más que ninguna, narrada con el peculiar estilo de Silva, con un Bevilacqua sembrado y una Chamorro melancólica.
No os la perdáis¡¡¡

Sinopsis (Ed. Destino)
Mientras pasa el fin de semana en familia, el brigada Bevilacqua recibe el aviso de que el cadáver de la alcaldesa de una localidad levantina, cuya desaparición había sido previamente denunciada por el marido, ha sido hallado por unos turistas en la playa. Para cuando Bevilacqua y su equipo llegan y se hacen cargo de la investigación, el juez ya ha levantado el cadáver, las primeras disposiciones están tomadas y se está preparando el funeral.
El lugar es un avispero en el que se desatan todo tipo de rumores sobre la víctima, una joven promesa que venía a romper con los modos y corruptelas de los viejos mandarines del partido y que apostaba por renovar el modo de hacer política. Además, el descubrimiento de su agitada vida sexual, que puede calificarse de todo menos insípida, arroja sobre el caso una luz perturbadora.
Pero no hay mucho tiempo para indagar y en esta ocasión Bevilacqua y Chamorro deben apresurar una hipótesis en un fuego de intereses cruzados, en el que la causa de la joven política es también la causa de la integridad personal, de la que el país entero parece haberse apeado.

Los cuerpos extraños (fragmento)

1
Yo seré tu celador
"—Te tienes que ir.
No era una pregunta, ni un reproche, tampoco una suposición. No había en sus palabras, ya, la más mínima aspiración a intervenir en lo que fuera a suceder, como en mayor o menor medida la tiene quien da en indagar, recriminar o tratar de anticiparse a los hechos. Lo dijo, más bien, como si levantara acta de algo cierto y fatídico, frente a lo que no tenía más opción que resignarse y dar un paso atrás. Por una vez, sin embargo, se equivocaba. Y me reconfortó poder decírselo:
—No, mamá, nos quedamos. No vamos a dejar que se eche a perder toda esa comida que has hecho. Es lo bueno que tienen los muertos: a diferencia de los vivos, pueden esperar lo que haga falta. Nadie mejor que yo sabía que no siempre era así, y no por los difuntos, precisamente, sino por los vivos que a propósito de ellos tenían la voluntad y la capacidad de picarnos espuelas a quienes habíamos sido tan inconscientes como para hacer del siempre embarazoso escrutinio de la muerte nuestra manera de afrontar el transcurso de los días. De hecho, lo primero que había pensado, al ver aquella mañana de domingo el nombre de mi superior parpadeando en la pantalla de mi teléfono móvil, había sido lo mismo que mi madre, apenas terminada mi conversación con él, acababa de poner en palabras.
La información que me suministró mi jefe de grupo y principal hacedor de mi agenda, el siempre circunspecto comandante Rebollo, alimentó de entrada mis peores temores. Era un jefe considerado, en absoluto proclive a esos tics del mando que, en tiempos más tenebrosos, habían hecho de los desdichados que vestían el uniforme que guardaba en mi armario lo más parecido a un siervo de la gleba. Lejos de acuciarme, comenzó interesándose por mis circunstancias:
—Perdona por molestarte en domingo —se excusó—. Espero no pillarte en demasiado mal momento. ¿Puedes hablar?
—Me pilla en Salamanca, mi comandante. Tratando de honrar a mi madre, como ordena el mandamiento. Es su cumpleaños y tenemos reunión familiar para celebrarlo. Pero sí, puedo hablar."

No hay comentarios:

Publicar un comentario