jueves, 21 de septiembre de 2017

EL VENENO DE LAS ADELFAS


El Veneno de las Adelfas es insidioso y mortal, mezclado con perfume y belleza penetra en la piel hasta acabar con nuestra vida.....así es el pasado que envenena nuestro presente insidiosamente a través de la belleza de las imágenes y el recuerdo.
Todo vuelve en esta novela de Agnello Hornby situada, como es habitual, en Sicilia narra el esplendor (en pasado) y decadencia (en presente) de una familia a la que la incomunicación y los secretos han envenenado como las adelfas que rodean la propiedad familiar de Pedrara.
La escritora recorre el pasado y lo trufa con lo más sórdido del presente, hasta un final que es el principio.
Me ha encantado¡¡¡

Sinopsis (Tusquets Editores)
En Pedrara, en el extremo sureste de Sicilia, entre antiguas tumbas y corrientes de agua acariciadas por la opulencia sofocante de las adelfas, se yergue una villa entre altas paredes de roca. En ella, la familia Carpintei se reúne en torno a la cama de la tía Anna, que va cayendo en una distraída demencia senil. ¿Existen realmente las piedras preciosas sobre las que desvaría? ¿Dónde están ocultas? Y, sobre todo, ¿qué lazos atan a la tía con el atractivo bede, auténtico guardián de la propiedad y ambiguo factótum? Como el agua en la blanda cal, los Carpinteri excavan en secretos del pasado, rebuscan en armarios y exigen verdades nunca antes dichas, riquezas jamás disfrutadas. Las voces de Mara, la sobrina predilecta de Anna, y de Bede guían a los lectores por un sinuoso laberinto de relaciones y recuerdos, que atraviesan los confines de la propia muerte, mientras van desvelándose la influencia de los notables locales, el tráfico con los poderes ocultos y, por encima de todo, pasiones ingobernables.
Simonetta Agnello Hornby saca a la luz, con la sabiduría de una imaginación majestuosa, un microcosmos que parece ensancharse, a través de un escalofrío, como representación de los problemas, las ambiciones y las ansias de liberación del entero universo familiar.

El veneno de las adelfas (fragmento)

1Nuddu ammiscatu cu nenti
Jueves, 24 de mayo, por la mañana (Bede)

"Me han vestido con mis mejores ropas.
El doble cortejo fúnebre se despliega por las calles de Pezzino y aminora el paso ante la iglesia del
Purgatorio. Allí, cuarenta años antes, se celebraron tus bodas con Tommaso, en la misma iglesia en la que se había casado tu hermana Mariangela. Yo no estaba; Tommaso me había aconsejado que no me dejara ver por Pezzino, donde todavía se hablaba del «asunto» a causa del cual me había ido a vivir con su familia. Pero después de oírtelo contar tantas veces, era como si yo también hubiera estado en vuestra boda: Giulia, de cinco años, sentada en el banco de delante con los Belmonte, tu familia, alejada de la hermana mayor, Mara, sentada ella también en primera fila pero en el lado opuesto, junto a la abuela de quien había heredado el nombre, doña Mara Carpinteri. Cuando Giulia vio a su padre colocarte la alianza en el dedo, se levantó de su sitio y avanzó muy decidida hacia vosotros: ella también quería un anillo. Tommaso estaba abochornado, así que Giulia se dirigió al sacerdote, para que le dijera a su padre que le diera el otro anillo, y señalaba con la mano el cojinete de terciopelo. Tú, más avispada, te quitaste la alianza y se la pusiste en el pulgar a Giulia; luego ella te la devolvió y regresó a su sitio de lo más contenta.
Tus restos mortales van en cabeza, austeros; sobre el ataúd, una corona de lirios y violetas. Los otros despojos, los míos, están cubiertos por una gran cantidad de coronas y ramos de flores, ofrecidos por mis parientes.
Ante el portal barroco, las figuras semidesnudas de las ánimas del purgatorio contrastan con la sobria fachada catalana. Una vieja que se disponía a entrar en la iglesia se detiene en el pórtico, sorprendida, y observa la fila de vehículos negros de cristales tintados. El cortejo toma la calle principal del pueblo. En la acera del bar del centro —ese donde trabajé de chico — los parroquianos dejan los vasos de vino y las jarras de cerveza sobre las mesitas, como muestra de respeto.
—Gente de una pieza, esos Lo Mondo —dice uno.
—¡No se detuvieron ante nada! — susurra otro a su vecino, con la mano en forma de concha delante de la boca.
—¡Para defender a la familia y vengar su honor! —contesta éste en un cuchicheo.
—Desde que se han vuelto ricos…
—Es verdad, pero son scantusi, unos gallinas. Desde el «asunto» no se les ha vuelto a ver por el pueblo. —Te equivocas, en las recepciones del alcalde sí que se dejan ver. Sólo de la gente pobre como nosotros no quieren saber nada.
—No le tienen miedo a nadie, de lo contrario no habrían organizado el funeral en el pueblo. —Y luego, en voz baja, añadió—: Ha llegado un forastero demasiado interesado en historias antiguas… Y los Lo Mondo lo saben.
Me han querido mucho, mis hermanos."

No hay comentarios:

Publicar un comentario