lunes, 9 de julio de 2018

EL ÁNGEL


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Colomba Caselli, subcomisaria en la policía de Milan (Italia) y Dante Torre investigador independiente.

«En la Caja uno solo puede esperar la muerte. La Caja no es un edificio, no es una cárcel. Es un cubo de hormigón sin ventanas. La luz del día se filtra a través de las rejillas del patio que está sobre sus cabezas, un patio que quienes son como ellos pueden ver solo una vez, la última. Porque cuando te sacan al aire libre significa que para entonces ya estás demasiado enfermo. Porque atacaste a un guardia, o mataste a un compañero de celda. Porque te has mutilado, o has empezado a comer tus excrementos. Porque ya no reaccionas a los tratamientos y te has vuelto inútil».

Tenía pendiente está novela desde su publicación en castellano y....., podría haber esperado un poco más. No está mal, pero ni de lejos es una de las mejores que he leído. El autor ahonda en sus obsesiones, a saber, secuestro, tortura, experimentos, tráfico de menores, conspiración Interestatal..., podría seguir pero es que son muchas obsesiones para un solo libro.
Mientras tanto, sus protagonistas siguen con sus vidas (es un decir) sufriendo a más no poder, por el pasado, por el presente o por el futuro; el caso es sufrir.
Mención aparte merece el personaje criminal de esta novela, un delirio sin fundamento que hace que la narración pierda interés.
Final abierto que anuncia una nueva entrega y...., poco más.⛅

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Tras el éxito internacional de No está solo, vuelve la inolvidable pareja de investigadores formada por Colomba Caselli y Dante Torre en un electrizante thriller de aterradora actualidad.

La muerte llega a Roma a las doce menos diez minutos de la noche con un tren de alta velocidad procedente de Milán. Del coche de lujo extrañamente no sale nadie. Todos los pasajeros están muertos.
La subcomisaria Colomba Caselli, que acaba de reincorporarse al servicio tras su último y escalofriante caso, es quien se encarga de evaluar la masacre. Aunque todo apunta a un ataque de terrorismo y el ISIS reivindica la autoría a través de un vídeo, Colomba prefiere pedir consejo a la única persona capaz de ver lo que nadie más ve: su excolaborador Dante Torre, al que no dirige la palabra desde hace meses. Este deberá juntar los indicios uno a uno hasta llegar al Ángel.

El ángel (fragmento)

Antes


Los dos prisioneros que quedan en la celda hablan en voz baja El primero trabajaba en una fábrica de zapatos. Mató a un hombre mientras estaba borracho. El segundo era un policía que denunció a un superior. Se durmieron en la cárcel y se despertaron en la Caja.
El fabricante de zapatos duerme la mayor parte del día, el policía no duerme casi nunca. Cuando ambos están despiertos hablan para mantener a raya las voces. Cada vez son más fuertes, ahora ya gritan todo el tiempo. A veces también hay colores, tan brillantes que los ciegan. Es el efecto de los medicamentos que deben tomar todos los días, es el efecto del casco que les ponen en las cabezas y que hace que se retuerzan igual que gusanos en una sartén ardiendo.
El padre del fabricante de zapatos estuvo en una prisión de su ciudad en la época de la guerra. En los sótanos había una habitación en la que a uno le hacían estar de pie, en equilibrio sobre una tabla, y si se movía, acababa cayendo en el agua gélida. Otra era tan pequeña que los presos solo podían estar acuclillados. Nadie sabe cuántas personas fueron torturadas en los sótanos de aquella casa, nadie sabe cuántas personas fueron asesinadas. Miles, dicen.
Pero la Caja es peor. Si uno tenía suerte, desde aquel antiguo edificio podía volver a casa. Herido, violado, pero vivo, como el padre del fabricante de zapatos.


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