domingo, 8 de julio de 2018

ÁNGELES EN LLAMAS


Thriller rural protagonizado por una jefa de policía cincuentona, con nombre de jabón (sic) que arrastra un pasado negro-negrísimo y tiene que resolver un crimen que literalmente "huele fatal".
Es la primera novela que leo de esta autora y debo decir que domina el country noir a la perfección, su descripción del modo de vida de eso que en USA llaman "white trash" es genial e inquietante.
Me ha gustado mucho.

Sinopsis (Ed. Siruela)
«Ángeles en llamas está a la altura de lo que promete. Es un thriller tan bien armado que hasta el final, uno de los más impactantes que el lector pueda recordar, todo parece posible». Library Journal


A sus cincuenta años, la comisaria de policía Dove Carnahan haría cualquier cosa por proteger la pequeña población de Pensilvania donde ha pasado toda su vida. Aunque Dove es una figura muy querida y respetada por la comunidad, esconde tras su placa un carácter autodestructivo, alimentado por un secreto que guarda desde la adolescencia. Cuando el cadáver de una joven, perteneciente a uno de los clanes más conflictivos de la región, aparece medio quemado en una zanja, la comisaria se enfrentará al peor crimen de su carrera, un asesinato que revelará además el inquietante paralelismo entre los traumas de dos familias: la de la chica muerta y la suya propia.
En este intenso y feroz thriller psicológico, Tawni O’Dell nos ofrece una sobrecogedora historia sobre los abismos que se originan cuando presente y pasado colisionan con virulencia, al tiempo que reflexiona sobre esas misteriosas pulsiones que a menudo empujan a los hombres a cruzar la línea de sombra e, irreversiblemente, adentrarse de lleno en la oscuridad…

Ángeles en llamas (fragmento)

Capítulo 1
La última vez que lo tuve así de cerca, Rudy Mayfield estaba echado sobre el asiento de la camioneta de su padre, intentando manosearme unos pechos que acababan de madurar. 
Cierro los ojos y, por un instante, lo que huelo es el deseo calenturiento y sudoroso de un adolescente, apenas disimulado por el jabón Dial, en lugar del hedor ahumado y dulzón a carne quemada, entremezclado con el acre del azufre que siempre está presente en este emponzoñado pueblo fantasma. 
—¿Quién haría algo así? —pregunta Rudy por décima vez en lo que va de minuto. 
Se ha convertido en su mantra, un cántico aletargador con el que poder hacer frente a algo tan inconcebible como lo que ha encontrado esta mañana en su caminata diaria por esta carretera abandonada. 
Su perro Buck, un cruce de pastor, blanco y peludo, levanta la cabeza mientras sigue echado a sus pies y lo mira comprensivo. 
—¿Estás totalmente seguro de que no has visto a nadie? —vuelvo a preguntar. 
Los dos echamos un vistazo alrededor, vemos los caminos de acceso serpenteantes que llevan a los cimientos asolados de una docena de casas derribadas y los árboles, retorcidos y deshojados, que escarban una tierra que se cuece a fuego lento, para salir de ella, como si fueran las gigantescas manos de unos muertos vivientes. El óxido naranja y brillante que cubre el guardabarros de una bicicleta de niño volcada es la única nota de color en todo el desolado paisaje.






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