sábado, 25 de agosto de 2018

EN LAS NUBES

En las nubes, como en las largas tardes de mi infancia, me ha tenido esta novela (podría ser también un libro de relatos con un mismo protagonista) que narra las ensoñaciones y aventuras de Peter Fortune, un niño de 10 años que vive en las nubes con los pies en la tierra.
Siete relatos en los que se repasa de una forma magistral la mente infantil, sus miedos, sus celos, sus anhelos, incluso aquellos que no identificamos y están presentes de una forma oculta, los que no queremos ver...
Me encantó esta novela y me gustaría haberla leído cuando tenia 10 años, aunque nunca es tarde....
Muy recomendable, McEwan nunca me defrauda.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
En estos siete episodios exquisitos, Peter Fortune, un hombre adulto, nos revela el secreto de las metamorfosis y las aventuras de su infancia: Ian McEwan nos brinda una encantadora obra de ficción que se dirige por igual a niños, jóvenes y adultos. Peter es un niño de diez años a quien los adultos consideran problemático sólo porque vive inmerso en sus fantasías. Entre la ficción y la realidad, Peter experimenta fantásticas transformaciones y nos traslada a fascinantes universos: intercambia el cuerpo del gato de la familia por el de un niño malhumorado, lucha contra una muñeca diabólica que busca venganza, y descubre en un cajón una especie de crema facial que hace desaparecer a la gente. Y en la última historia se despierta como un niño encerrado en el cuerpo de un adulto, y se embarca en la aventura de enamorarse. Conmovedora, irreal y extraordinaria, esta novela es una celebración de la imaginación y la fantasía.

En las nubes (fragmento)

PETER FORTUNE

Cuando Peter Fortune tenía diez años, algunos adultos le decían a veces que era un niño «difícil». Nunca comprendió lo que querían decir. Él no se consideraba en absoluto difícil. No estrellaba las botellas de leche contra el muro del jardín, ni se echaba salsa de tomate en la cabeza y fingía que sangraba, ni le golpeaba los tobillos a la abuela con la espada, aunque de vez en cuando se le ocurrieran esas ideas. A excepción de todas las verduras menos las patatas, el pescado, los huevos y el queso, comía de todo. No era más ruidoso, sucio o tonto que ninguna de las personas que conocía. Su nombre era fácil de pronunciar y deletrear. Su cara, pálida y pecosa, era bastante fácil de recordar. Iba a la escuela todos los días como los demás niños y nunca armó demasiado escándalo por eso. Con su hermana no era más insoportable de lo que ella lo era con él. Nunca la policía llamó a la puerta con intención de detenerlo. Nunca unos médicos vestidos de blanco quisieron llevárselo al manicomio. En opinión de Peter, él era de lo más fácil. ¿Qué tenía de difícil?
Peter lo comprendió por fin cuando ya hacía años que era adulto. Creían que era difícil por lo callado que era. Eso parecía preocupar a la gente. El otro problema era que le gustaba estar solo. No siempre, claro. Ni siquiera todos los días. Pero la mayoría de los días le gustaba quedarse a solas durante una hora en algún sitio, en su habitación o en el parque. Le gustaba estar solo y pensar en sus cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario