domingo, 12 de noviembre de 2017

EL SILENCIO DE LA OLA


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 1 de Septiembre de 2014.

¿Malo? No, para nada, pero quizás estaba esperando un abogado y me apareció un carabinieri.
Humanamente es más profundo, quizás, hasta literariamente es mejor que los que protagoniza Guido, pero me faltó el humor de tribunales, me faltó un qué se yo.
Vale la pena.

Sinopsis (Ed. La esfera de los libros)
La consagración de uno de los escritores revelación de la última década
Una mujer que huye del pasado. Un niño que huye de la realidad. Y un hombre atrapado por un lejano pecado. Tres historias, tres personajes, las infinitas posibilidades de la redención del alma humana.
Durante meses, los lunes y jueves, Roberto Marías atraviesa a pie el centro de Roma para ir a la consulta del psiquiatra. Se sienta frente a él y, a veces, surgen los recuerdos. Vuelve a la época en que él y su padre se enfrentaban a las olas del mar sobre una tabla de surf, antes de sus años como agente encubierto, cuando conoció el cinismo, la corrupción y el espanto. Cuando se convirtió en un profesional fantasma, entrenado para engañar, desaparecer sin dejar rastro y hacer trampas con los demás, pero también consigo mismo.
Cuando Giacomo, un niño de once años, abrumado por las pesadillas, le pide ayuda, Roberto descubrirá que existe siempre la posibilidad de volver a empezar.
Con una narración sólida y conmovedora sobre la pérdida y la fragilidad de los hombres, Gianrico Carofiglio ofrece a los lectores un nuevo e inolvidable personaje.

El silencio de la ola (fragmento)

Uno
Era la tercera vez que se cruzaba con ella, en el portal del doctor, siempre un lunes y siempre a la misma hora. Estaba seguro de que ya la había visto antes, pero no podía precisar dónde ni cuándo.
Probablemente ella era también una paciente y tenía hora a las cuatro, se dijo mientras subía las escaleras hacia la consulta del médico.
Se escuchó el sonido del timbre, la puerta se abrió poco después y el doctor le hizo pasar. Como de costumbre, recorrieron el pasillo en silencio, entre estanterías llenas de libros, llegaron a la consulta y tomaron asiento. Roberto delante del escritorio,  el doctor detrás.
- ¿Y bien, que tal se encuentra hoy? La última vez estaba de un humor de perros.
- Hoy va mejor la cosa... No sé por qué, mientras subía las escaleras, me ha venido a la cabeza una vieja anécdota de mis primeros años en los carabinieri.
- Cuéntemela
- Cuando salí de la academia de suboficiales me destinaron como vicebrigadiere a un pequeño pueblo de la provincia de Milán.
- ¿Es normal que ese fuera su primer destino?
- Si, totalmente normal. El pueblo era un lugar tranquilo. Demasiado tranquilo, incluso; nunca pasaba nada. El Comandante, un mariscal (ya era mayor) era un tipo pacífico y tendía a arreglar las cosas por las buenas. Creo que hasta le disgustaba hacer detenciones, algo que, por otra parte, sólo ocurría muy de cuando en cuando. Algún ratero, algún camello de poca monta, como mucho.

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