sábado, 18 de noviembre de 2017

EL PROFESOR DEL DESEO


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS, el 24 de Septiembre de 2014.
Este hombre me ha dado inmensos gustos y estrepitosas decepciones. Este libro pertenece a las últimas.
Bien escrito está, sí, claro, es Roth, el arte lo tiene, la ironía también.
Pero que protagonista aburrido, que preocupaciones tan tontas, lo que pudo ser perversamente inquietante terminó siendo un bodrio.
Lo que si me pasó, es que me dieron ganas de re-leer Kafka. El profesor de literatura protagonista de la historia le dedica un capítulo interesante. Quizás lo más rescatable de esta lectura.

Sinopsis (Ed. Debolsillo)
Una novela ingeniosa e inteligente sobre la obsesión por el sexo y el miedo al compromiso.
David Kapesh, un personaje recurrente en las novelas de Philip Roth, vive obsesionado por el sexo desde sus tiempos de estudiante. Su abstinencia forzada durante la juventud, sus experiencias desenfrenadas en Londres, su fracaso matrimonial, y la soledad, no hacen más que evidenciar la incapacidad del protagonista para entregarse sinceramente a alguien, para comprometerse y llegar a ser feliz. Este título cierra la trilogía iniciada por El pecho y continuada por El animal moribundo.


El profesor del deseo (fragmento)
El cartel está en cinco idiomas- a tantos fascinan las temibles invenciones de este asceta atormentado, a tantos millones asusta:
(A la tumba de FRANZE KAFKY)
Han elegido, para señalar los restos de Kafka, una piedra blancuzca, alargada, firme, que eleva hacia lo alto su glande puntiagudo, un falo sepulcral que en nada se parece a qualquier otra cosa que haya en su entorno. Esa es la primera sorpresa. La segunda es que el hombre obsesionado por su condición de hijo está enterrado para siempre -¡aún!- entre el padre y la madre que le sobrevivieron. Recojo un guijarro del camino de gravilla y lo añado a uno de los montones de piedrecitas que allí han ido apilando os peregrinos, antes que yo. Nunca he hecho nada parecido por mis propios abuelos, enterrados con otros diez mil, a veinte minutos de mi casa de Nueva York, ni he hecho visita semejante a la tumba de mi madre (…) Las oscuras losas rectangulares que hay en torno a la tumaba de Kafka llevan apellidos judíos muy familiares (…) Levy, Goldschmidt, Schneider, Hirsch… Las tumbas se pierden en la lejanía, pero la de Kafka parece ser la única bien cuidada. Los demás muertos no tienen sobrevivientes que anden por aquí arrancando la maleza y recortando la hiedra (…) Parece que solo el soltero sin hijos ha dejado descendencia entre los vivos. ¿Qué mejor sitio, para que cunda la ironía, que à la tombe de Franze Kafky?

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