viernes, 11 de agosto de 2017

SIN ANA BEATRIZ


"La noche llegaba mascando menta y recuerdos"
Desde la primera frase de la novela, el autor nos sumerge en un torbellino desconocido y vagamente tropical de personajes, historias, recuerdos y sentimientos que se mezclan con un lenguaje duro y poético, tan original que algunas frases hay que leerlas varias veces para grabarlas en la memoria.
Un periodista (que se nos antoja trasunto del escritor), una mujer omnipresente en la novela, un pianista húngaro exiliado de su piano, un viejo gallego exiliado de si mismo y un ambiente que es sórdido hasta en los clubes más elegantes. Todos estos ingredientes mezcla Quinito López Mourelle, arrastrándote a lo largo de 189 páginas que dedica a Charles Darwin (en el bicentenario de su nacimiento) y esta dedicatoria (lástima que esté al final de la novela) forma parte de las claves ocultas que, como en un thriller psicológico, no se desvelan hasta el final, un final en el que todo encaja y todo se ve claro, ya que;
".....la vida es sólo eso: un misterio, un sortilegio, una palabra más alta que otra para acabar en un triste silencio."
Les recomiendo que se pierdan en el sortilegio de esta novela, no se arrepentirán de conocer a este autor y les aseguro que repetirán.

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