viernes, 19 de enero de 2018

EL AMOR Y LOS BOSQUES


RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 17 de Enero de 2017.

El amor y los bosques - Éric Reinhardt
Una novela sobre una novela.
A partir de cartas al autor de mujeres comentando sus miedos y sus inseguridades, surgió el amor y los bosques....
Una novela sobre la vida de una mujer que no sabe cómo salir del maltrato psicológico de su marido. Tras conversar con el autor, se va confesando con él, contándole sus miedos, su sexualidad con un contacto de internet, sus angustias, su deseos de salir adelante y otros muchos sentimientos.
Además de una trama bien construida, plantea un tema de rigurosa actualidad, y se acompaña de trozos de erotismo, muy buscados hoy día por los lectores.
Es dura, es tierna, es amena y no te deja indiferente.
No llegas a saber si Bénédicte Ombredanne, así se llama la protagonista, es una persona real, o bien es el reflejo de miles de mujeres que desgraciadamente se encuentran en su misma situación.
Bénédicte, cuenta , desgrana todos sus sentimientos, todas sus sensaciones tanto malas como buenas, las razones que impedían alcanzar un mínimo de felicidad. Sensaciones que incluso acaba en somatizar enfermedades, y acabar siendo una prisionera de sí misma., ante el acoso sutil y maquiavélico, por parte de su marido en sus trece años de matrimonio.
Con un final sorprendente, que nos deja aún más helados , que en el resto de su lectura, el autor resuelve perfectamente la trama.
El lenguaje es directo, transmite el estado anímico de la protagonista, con una gran calidad literaria, a veces asfixia incluso, aunque Bénédicte Ombredanne actúe ante la sociedad como si nada pasase, situación desgraciadamente muy común en nuestros días, en todas las clases sociales.
Ganadora del Premio Renaudot des Lycéens, finalista del Premio Médicis , es una novela que como se dice hoy día, “ engancha” y en mi caso lo que más me impresionó es como esta mujer, logra esconder en su interior, todo su horror, sin dejar que nadie llegue a sospechar en lo que consiste realmente su vida. Muchos la consideran como una nueva Madame Bovary. Aunque los tiempos y las formas de afrontarlos cambian, ambas mujeres se encuentran atrapadas en una vida secreta, no gratificante en este caso para Benédictine, que jamás arriesgará para liberarse de ella. Aunque el destino le depare algún camino para hacerlo.
Todo esto, hace meditar sobre la vida atormentada de miles de mujeres, y la pasividad con que la sociedad actúa a veces sobre tantos casos de maltrato.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
El retrato de una mujer en busca de una pasión. Una Madame Bovary contemporánea
Bénédicte Ombredanne, una provinciana mujer de clase media, hace todo lo posible por conocer a Éric, el autor del libro que ha cambiado su vida. En sus encuentros en un café de París, o en sus mensajes por mail, le confía sus secretos más íntimos: la tormentosa relación con un marido cruel y egoísta, y el descubrimiento de una nueva sexualidad con un amante encontrado en una página de citas en internet.
En un momento dado pierden el contacto por un tiempo, pero cuando Éric se entera del destino de Bénédicte, viajará a Metz en busca de toda la verdad.
Ganadora del Premio Renaudot des Lycéens
Candidata al Premio Goncourt
Finalista del Premio Médicis

El amor y los bosques (fragmento)

1.

Tuve ganas de conocer a Bénédicte Ombredanne cuando me topé con su primera carta: era una carta cuyo fervor matizaban los toques humorísticos, dos páginas que me conmovieron y me hicieron sonreír, muy bien escritas además, una combinación lo bastante inusitada como para engancharme inmediatamente.
Un tanto cauta al principio, aquella carta era, según iba avanzando, cada vez más feroz y airada. Había ecos de ironía, de regocijada indisciplina, de barullo de patio de colegio en aquellas frases, cuya grafía inclinada hacia el porvenir denotaba abiertamente la audacia muy consciente de sí misma con la que aquella desconocida se me había echado encima mentalmente, como si hubiese escrito la carta de un tirón sin volverla a leer antes de perderla de vista irremediablemente en la ranura de un buzón, hala, ya está, demasiado tarde para arrepentirse, al cabo de una carrera irreflexiva, fogosa, que seguramente había arrancado en el momento en el que la joven apoyó la punta del bolígrafo en el papel, con determinación, negándose cualquier posibilidad de dar marcha atrás. Me resultaba obvio que el verdadero piloto de aquellas dos páginas había sido la timidez, timidez que la autora había embriagado de sarcasmo para tener la certeza de concluir lo que había empezado. Era una intuición un tanto evanescente, una intuición que me habría costado mucho trabajo argumentar a partir de ejemplos concretos tomados de esas dos páginas, pero el propio impulso de aquella carta, de carácter mixto, temeroso y audaz, respetuoso e insolente, serio y desenvuelto, inteligente e ingenuo cuando no pueril (de un carácter en constante paradoja, pues), me llevó a pensar que aquella lectora huía así de una situación que no le convenía, que la hacía sufrir o que sencillamente le resultaba intolerable: aquella carta era como una escapatoria urgente (eso es lo que yo notaba de un modo confuso), pero una escapatoria cuya protagonista no podía prever si no acabaría estampándola también a ella contra un muro de indiferencia o de desprecio condescendiente, de silencio, pues, de ahí los esfuerzos que se imponía —cada tres o cuatro frases— para no creérselo del todo, evitando así cualquier decepción que le escociera demasiado si, por ventura, aquella tentativa resultaba infructuosa. Percibí todas esas cosas delante de la puerta de casa, con el abrigo puesto, tras recoger del felpudo, cuando estaba saliendo, la carta que me había reenviado la editorial en el sobre original (azul claro, con matasellos de Metz y la tachadura de una becaria que había añadido mi dirección), esa primera carta de Bénédicte Ombredanne, que leí de principio a fin en el rellano, sin bajar ni un solo peldaño de las escaleras.

AÑOS LENTOS


Podría ser, Años lentos, el antecedente cronológico de Patria pero su estructura, su lenguaje y la historia que cuenta la hacen radicalmente diferente a la última novela de Aramburu.
Los años 50-60 en Donosti, narrados a través de las vivencias de un niño navarro que se ha trasladado a vivir a casa de su tía, debido a la incapacidad de su madre para hacerse cargo de todos sus hijos. Familia obrera..., inculta y muy religiosa cuyo devenir es tan deprimente como el ambiente general de la novela.
Me ha sido muy difícil empatizar con los personajes, aunque tal vez, es eso lo que pretende el escritor que crea un ambiente oscuro y opresivo del que el lector no puede librarse en toda la novela.
No me ha gustado ni la mitad que Patria, muchos sobreentendidos y una estructura que le resta frescura y la hace, tediosa.

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Un impresionante retrato del País Vasco de los años sesenta y del nacimiento de ETA.
A finales de la década de los sesenta, el protagonista, un niño de ocho años, se va a San Sebastián a vivir con sus tíos. Allí es testigo de cómo transcurren los días en la familia y el barrio: su tío Vicente, de carácter débil, reparte su vida entre la fábrica y la taberna, y es su tía Maripuy, mujer de fuerte personalidad pero sometida a las convenciones sociales y religiosas de la época, quien en realidad gobierna la familia; su prima Mari Nieves vive obsesionada por los chicos, y el hosco y taciturno primo Julen es adoctrinado por el cura de la parroquia para acabar enrolado en una incipiente ETA. El destino de todos ellos –que es el de tantos personajes secundarios de la Historia, arrinconados entre la necesidad y la ignorancia– sufrirá, años después, un quiebro. Alternando las memorias del protagonista con los apuntes del escritor, Años lentos ofrece además una brillante reflexión sobre cómo la vida se destila en una novela, cómo se trasvasa el recuerdo sentimental en memoria colectiva, mientras su escritura diáfana deja ver un fondo turbio de culpa en la historia reciente del País Vasco.

Años Lentos (fragmento)

Cuando me paro a repasar mis recuerdos de aquellos años, me vuelve una vieja sensación de lentitud. Se me figura que en la actualidad un minuto dura treinta o cuarenta segundos; en cambio, los minutos de la dictadura duraban un minuto y medio o dos. Tres décadas llevaba Franco en el poder, saludando a las dóciles y apolíticas multitudes con mano parsimoniosa, temblona y cada vez más decrépita (lo que no le impidió firmar sentencias de muerte), y aunque a finales de los sesenta ya empezaban a agitarse las aguas subterráneas, la historia de España todavía se arrastraba con pereza. En otros países parece como que se vivía más deprisa, las modas se sucedían con bastante rapidez, pasaban más cosas o simplemente pasaban cosas.


EL CASO SANTAMARÍA


Resulta que he recurrido a Camilleri para despejar mi cabeza de las "profundidades" de Franzen y me he encontrado con 200 páginas inquietantes como sólo podría escribir un maestro del suspense y la política.
Con una estructura sencillísima y una prosa fluida y fácil, Camilleri describe la corrupción enraizada en la sociedad capaz de arruinar la vida de un hombre bueno e ingenuo en aras de la protección de los poderosos.
Inquietante y real, no me ha servido para despejarme porque me ha dejado un poso amargo, pero me ha encantado!!

Sinopsis (Ed. Destino)
Un thriller excepcional sobre la corrupción en la actualidad del gran maestro de la novela negra y creador del Comisario Montalbano.
¿Quién se esconde tras las grandes corporaciones? ¿Quién mueve realmente los hilos de las grandes operaciones bursátiles? ¿Quién controla a los que controlan la economía? Mauro Assante es el encargado de supervisar la transparencia de los bancos italianos. Casado y con un niño pequeño, pasa el verano solo en la ciudad porque debe elaborar un complicado informe sobre un banco. Sin embargo, durante esos días de trabajo, su rutina se ve turbada: recibe extrañas llamadas, un motorista le persigue, una atractiva chica se equivoca de piso y acaba en su casa, la misma chica con la que volverá a encontrarse dos días después… ¿o quizá no es ninguna casualidad? Mauro se verá envuelto en una turbia trama de intereses que le obligarán a replantearse totalmente su vida.

El caso Santamaría (fragmento)


1Mauro tiene los ojos fatigados. Aparta la mirada de la pantalla, faltan pocos minutos para las siete y media, desde las tres de la tarde trabaja ininterrumpidamente en el ordenador, escribiendo, borrando, reescribiendo y modificando, sopesando cada palabra, cada adjetivo. Para que no lo molesten, ha alzado una barrera de silencio, desconectando el teléfono fijo y apagando el móvil. Incluso ha echado un poco las cortinas y ahora enciende la lámpara de mesa, con la intención de continuar otra media horita. Relee la última frase que ha escrito. No funciona, demasiado retorcida y larga, sería mejor dividirla en dos.
El repiqueteo del timbre ha sido tan breve que Mauro duda si habrán llamado o no. Levanta un momento la cabeza de la pantalla a la espera de que vuelvan a llamar, lo que, sin embargo, no sucede. Ha empezado a releer cuando el sonido se repite. Breve, como el primero, como si la persona que llama temiera lo que está haciendo. Esta vez Mauro se alza, sale del despacho, recorre el pasillo, enciende la luz del recibidor y abre la puerta. Está seguro de que será la anciana baronesa, que habrá bajado del piso de arriba para renovar su invitación a cenar. En cambio, la mujer que ha llamado y que le sonríe es una treintañera alta, rubia, elegante y, sobre todo, muy muy hermosa.
—Aquí estoy — dice—. Puntual como un reloj.
Mauro se ha quedado sin palabras, confundido y sorprendido, no conoce de nada a aquella muchacha. Nunca la ha visto, está seguro. Una mujer así, aunque te la hayas cruzado una sola vez, es imposible de olvidar. Y tampoco puede ser una de las pocas amigas de su mujer, porque las conoce a todas.

TÚ NO ERES COMO OTRAS MADRES


RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 22 de Enero de 2017
Tú No Eres Como Otras Madres - Angelika Schrobsdorff

Anoche me acabé Tu no eres como las otras madres, no tengo claro si seré capaz de escribir la reseña, porque es un libro complejo. No el libro, ni la forma de narrar que es muy sencilla, sino lo que cuenta...los sentimientos de sus personajes, sus relaciones, sus vidas, la guerra y como influye en todos ellos.
Ayer viendo el espectáculo del juramento del Trump, lo asocié a un comentario del libro, cuando Hitler empieza su carrera política, y la sociedad alemana, lo veía como un fantoche sin posibilidades...y fijaros como acabó la cosa...
Aun doy vueltas a la vida de esa madre, entiendo y no entiendo toda su trayectoria, su relación con maridos, amantes, e hijos..No tomas partido por nadie.. unas veces entiendes.. otras no. No sé explicar bien que me hizo sentir el libro.. Ni quisiera verme nunca en esas circunstancias, que aunque a veces eran de lo más estimulantes, también fueron de lo mas angustiosas.
Lo recomiendo, pero para quien no quiera vértigo, narración atrapante.. tampoco.. es un libro sosegado para leer sin prisas y aunque parezca que no pasa nada, no dejan de ocurrir cosas, cosas tremendas...,  en fin que lo recomiendo.

Sinopsis (Ed. Errata Naturae)
La narración de Angelika Schrobsdorff recons­truye la vida real e inconformista de su madre, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «exce­lente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de jo­ven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Ésta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente. Sin embargo, en la dura prueba del exilio, Else encontrará una realidad nueva y reveladora tras una vida que hasta entonces ha estado ente­ramente dedicada a las fiestas, los viajes y el amor.
Tú no eres como otras madres es un «relato real», como la Suite francesa de Irène Némirovsky, que nos sumerge por completo en una vida extraordinaria y nos hace partícipes de toda su riqueza y exaltación, revelándonos a través de esa existencia toda una época: los conciertos de música clásica y las novelas de Stefan Zweig, los cabarets y la pintura moderna, el nazismo y sus terribles leyes raciales… Así como tantos y tantos personajes que existieron durante ese tiempo de irrepetible pasión y energía, y que pasan por estas páginas fascinantes: soñado­res, artistas, agitadores, conspiradores, campesi­nos, espías, criados, intelectuales, falsificadores…
Medio millón de ejemplares vendidos en Alema­nia, traducciones al francés, inglés, ahora también al castellano… El aura y la fama de esta novela crecen. Algunos lectores se preguntan cada poco si el presente puede ofrecernos libros a la altura de los clásicos; pues bien, he aquí la respuesta, y no exageramos. Emocionante gran literatura.

Tu no eres como otras madres (fragmento)

LO COMPLETAMENTE DISTINTO

Hoy, 30 de junio, día de su cumpleaños, he sacado de mi baúl del pasado el librito largo y estrecho. Es de pasta dura con ornamentación marginal en negro y oro e inscripción en letra dorada.
VIDA

de nuestra hija
ELSE
Las esquinas están un poco descantilladas, por lo demás el libro parece nuevo. Tiene noventa y ocho años. También los primeros ricitos de la niña Else, adheridos a sus hojas, tienen noventa y ocho años, y se diría que han sido cortados anteayer. Son de color marrón, luego de rubio miel y finalmente, en 1897, cobrizos. ¿El pelo es imperecedero? ¿No se convierte en polvo? Resulta sedoso al tacto de mis yemas. Cuando conocí a Else, mi madre, tenía el cabello bronceado y recio como la crin de un caballo. Siempre parecía despeinada, aun cuando venía de la peluquería. Sus rizos cortos y tupidos eran indomables. No eran lo único que no se podía domar en ella. Me hubiera gustado heredar su cabello y su vitalidad. Pero en estos dos puntos —y algunos más— he salido a mi padre.

ME LLAMO LUCY BARTON



“Creo conocer muy bien el dolor que de niños apretamos contra el pecho, que dura toda la vida, con una nostalgia tan profunda que ni siquiera eres capaz de llorar. Lo agarramos con fuerza, sí, con cada latido del corazón convulso: esto es mío, esto es mío, esto es mío.”

No he elegido bien las novelas para " despejarme", si algo no permite esta novela de Elizabeth Strout es despejar la mente.
Lucy..., una aspirante a escritora convalece de una operación de apendicitis y ajusta cuentas con el pasado, con la vida en un pequeño pueblo de la Norteamérica profunda que la arrastra a una espiral de inseguridad e infelicidad permanente.
Habla la sinopsis de un dialogo permanente con su madre, pero yo he percibido, más bien un dialogo interior con una espectadora materna que "quiere sin querer" y no aclara las oscuras escenas del pasado.
Si "la patria de un hombre es su infancia" Lucy es, claramente, apátrida.
Me ha gustado y me ha dejado el regusto amargo de esas novelas en las que no pasa nada pero todo ocurre.


Sinopsis (Ed. Duomo)
UNA HISTORIA ÚNICA, CONTADA DE
MUCHAS MANERAS, QUE QUEDA EN EL ALMA.
En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler, cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice. En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman.

Me llamo Lucy Barton (fragmento)
"En el Museo Metropolitano de Arte, que se yergue enorme y con muchos escalones en la Quinta Avenida de Nueva York, hay una sección en la primera planta que llaman el jardín de las esculturas, y yo debo de haber pasado muchas veces al lado de esa escultura concreta con mi marido, y con las niñas cuando se hicieron mayores, pensando sólo en comprar comida para mis hijas y sin saber realmente qué hacía una persona en un museo de esas características en el que hay tantas cosas que ver. En medio de esas preocupaciones y necesidades hay una estatua. Y hace poco –en los últimos años–, cuando la alcanzaba la luz cubriéndola de un tinte magnífico, me detuve a mirarla y dije: ¡Ah!
Es una estatua de mármol de un hombre con sus hijos al lado, y el hombre tiene una terrible expresión de desesperación, y los niños parecen aferrarse a sus pies, implorantes, mientras que él mira el mundo con ojos atormentados, tirándose de la boca con las manos, pero sus hijos sólo lo miran a él, y cuando al fin me di cuenta, dije para mis adentros: Ah.
Leí el letrero, que explicaba que los niños se ofrecen como comida a su padre, al que están matando de hambre en la cárcel, y que los niños solamente quieren una cosa: que desaparezca el sufrimiento de su padre. Dejarán que se los coma, contentos, muy contentos.
Y pensé: Ese hombre sí que sabía. Me refiero a la escultura. Sí que sabía.
Y también el poeta que escribió lo que muestra la escultura. Él también sabía.
Me acerqué al museo unas cuantas veces expresamente para ver a mi hombre-padre hambriento con sus hijos, uno de ellos aferrado a sus piernas, y cuando llegaba allí no sabía qué hacer. Era tal y como lo recordaba, y me sentía confundida. Más adelante caí en la cuenta de que conseguía lo que quería cuando lo veía como a escondidas, cuando tenía prisa por ir a ver a alguien en otro sitio, o si estaba en el museo con alguien y decía que tenía que ir al servicio, para escaparme y verlo a solas. Pero no a solas de la misma manera que cuando iba completamente sola a ver al hombre-padre asustado y muerto de hambre. Y siempre está allí, salvo una vez que no estaba. El guarda me dijo que estaba arriba, en una exposición especial, ¡y me sentí insultada por que otros tuvieran tantos deseos de verlo!
Ten piedad de nosotros.
Se me ocurrieron estas palabras más tarde, al pensar en mi reacción cuando el guarda me dijo que la estatua estaba arriba. Pensé: Ten piedad de nosotros. No quisiéramos ser tan insignificantes. Ten piedad de nosotros: se me pasa por la cabeza muchas veces. Ten piedad de todos nosotros. "




PUREZA


"Cómo sabes que eres una persona distinta de las otras personas? Guardándote algunas cosas para ti. Te las quedas dentro porque, en caso contrario, no habría ninguna diferencia entre el interior y el exterior. Los secretos son nuestra manera de saber que tenemos un interior." PUREZA
Jonathan Franzen analiza en Pureza (Purity), la comunicación, la Red y los secretos; en un mundo globalizado el cono...cimiento es poder y Franzen lo desmenuza a través de los variopintos personajes que pueblan, como es habitual, sus novelas.
Más de 700 páginas de vidas que se cruzan y entrecruzan, de personalidades excéntricas y auténticos psicópatas; de mundos reales y realidades paralelas que entretejen un relato complejísimo y en ocasiones un poco farragoso a fuer de repetitivo.
Habla Franzen de la teoría conspiratoria y su extensión en la Red, de la caída del comunismo en Alemania del Este y la persistencia de los privilegios, de las sectas y el machismo, de la locura y el amor, de la maternidad irresponsable y los hijos perdidos....
La Pureza del título que es el nombre de la protagonista brilla por su ausencia, no hay en Pureza personajes puros, solo se lo creen.....la protagonista es una muchacha perdida y estulta que confunde terquedad con pureza de sentimientos, su madre una mujer profundamente trastornada que arruina todo lo que hay a su alrededor, el genio de la Red es un psicópata de manual que acaba creando una secta con mujeres a su servicio y confunde sus intereses con la verdad, el periodista es un necio con suerte incapaz de ver más allá de sus narices, su novia una mujer acomplejada a pesar de haber ganado un Pulitzer.....
Podría seguir porque no he empatizado con ninguno de los personajes de la novela, los personajes femeninos son patéticos y un poco increibles, los masculinos están mejor construidos, las relaciones son, por decirlo finamente, absolutamente patológicas.
Bien es verdad que la maestría literaria de Franzen es capaz de salvar muchos obstáculos pero en esta ocasión ha sobrepasado algunos límites, la extensión es excesiva sobran mínimo 300 páginas y la repetición constante hace, en ocasiones, tediosa la lectura.
¿La recomiendo?, por supuesto, pero sabiendo que no llega a la altura de las anteriores obras de Franzen.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Si la literatura es el instrumento ideal para que el ser humano ilumine los recovecos más oscuros de su mundo interior y perciba con mayor nitidez la realidad que lo circunda, Jonathan Franzen es el novelista contemporáneo que más se ha atrevido a explorar las fronteras que condicionan nuestra existencia. Con Pureza, Franzen ha logrado superar el listón marcado con su anterior novela, Libertad, que en su momento supuso un hito admirado y reconocido en todo el mundo tanto por voces expertas como neófitas.
A partir de las vidas entrecruzadas de un puñado de personajes retratados con un grado de realismo que hipnotiza al lector, el relato gira en torno a una joven de nombre dickensiano, Purity «Pip» Tyler, que tras su paso por la universidad se afana en encarrilar su vida acorde con unos principios que considera irrenunciables. Atrapada en una relación malsana con su madre, que nunca ha querido revelarle el nombre de su padre ni por qué se cambió el apellido antes de que ella naciese, Pip sobrevive con trabajos intrascendentes hasta que el encuentro fortuito con una mujer involucrada en el activismo antibelicista se traducirá en unas prácticas en el Sunlight Project, una organización radicada en Bolivia que se dedica a revelar secretos de personas, corporaciones y gobiernos. El fundador y artífice del negocio es Andreas Wolf, un carismático agitador de la ex RDA reciclado durante el caótico período posterior a la caída del Muro de Berlín. El sospechoso interés de Andreas por Pip trastocará sus ideas convencionales sobre el bien y el mal, empujándola hacia un destino que no figuraba ni remotamente en su imaginación.
El talento excepcional de Jonathan Franzen para volcar en palabras las hebras más finas del pensar y del sentir se pone de manifiesto una vez más en esta trepidante historia cargada de humor, por momentos sombría, inquietante, osada, incisiva, pero siempre cautivadora y de amplitud universal, confirmando su sitial entre los más importantes escritores de nuestro tiempo.
Pureza (fragmento)

Purity en Oakland

Lunes
—Ay, preciosa, cuánto me alegro de oír tu voz —dijo la madre de la chica por teléfono—. Me está traicionando el cuerpo otra vez. a veces creo que mi vida no es más que un largo proceso de traiciones del cuerpo.
—Como todas las vidas, ¿no? —dijo Pip.
Había adoptado la costumbre de llamar a su madre desde Renewable Solutions durante la pausa de la comida. esto mitigaba en parte su sensación de no valer para ese trabajo, de tener un trabajo para el que nadie podía valer, o de ser una persona que en realidad no valía para ningún trabajo; y además, al cabo de veinte minutos, podía decir con sinceridad que tenía que seguir trabajando.
—Se me cierra el párpado del ojo izquierdo —explicó su madre—. es como si tuviera un peso que tirase hacia abajo, como uno de esos plomos diminutos que usan los pescadores, o algo parecido.
—¿Ahora mismo?
—A ratos. No sé si será parálisis de Bell.
—Sea lo que sea la parálisis de Bell, estoy segura de que no la tienes.
—¿Y cómo puedes estar tan segura, preciosa? Si ni siquiera sabes qué es.
—No sé... Quizá porque tampoco tenías la enfermedad de Graves. Ni hipertiroidismo. Ni melanoma.

LA MARCA DE LA SANGRE


Vigesimosegunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Kay Scarpetta, forense en Richmond - Virginia (EEUU).


Leo La marca de la sangre, enésimo libro de Cornwell protagonizado por Scarpetta y me pregunto a donde se han ido los personajes que me conquistaron en los 90 desde las páginas de Post Mortem o El cuerpo del delito....
¿Dónde está Kay Scarpetta? Intrépida, buena profesional, apasionada, buena cocinera y algo, sólo algo, paranoica.
¿Qué monstruo ha engullido a Lucy? Joven superdotada, ingenua, ter...ca y ansiosa de amor.
¿Qué mente perversa a transformado a Peter Marino? Poli enamorado, impulsivo y bebedor.
Donde están todos en esta orgía de personajes anormales, situaciones imposibles, paranoia constante, desconfianza permanente, egocentrismo patológico y resurrecciones constantes????
Si la escritora quiere destrozar la serie debería "cargárselos" a todos o mejor, dejar de escribir sobre ellos.
Patética.

Sinopsis (Ed. Ediciones B)
En esta vigesimosegunda novela protagonizada por Scarpetta, la gran detective forense se verá en medio de la persecución de un francotirador y asesino en serie.
Con motivo de su cumpleaños, la doctora Scarpetta se dispone a volar a Miami con su esposo cuando descubre siete monedas en la pared trasera de su casa de Cambridge.
¿Se trata de un juego infantil? Y en ese caso,
¿por qué todas las monedas son de 1981 y tan brillantes como si acabaran de acuñarlas?
De pronto suena su móvil y el detective Steve Marino le informa de que se ha cometido un asesinato a cinco minutos de distancia: un profesor de música del instituto ha recibido un certero disparo cuando estaba descargando alimentos de su coche. Nadie vio ni oyó nada.
Kay Scarpetta se verá en medio de la pesadillesca persecución de un francotirador y asesino en serie, una investigación que la llevará a las oscuras profundidades de la costa de Florida, donde se sumergirá en busca de un barco hundido para hallar respuestas que solo ella puede descubrir y analizar. Pronto comprobará que las evidencias señalan a un miembro de su propia familia: nada menos que Lucy, su sobrina experta en tecnología.

La marca de la sangre (fragmento)

1
12 de junio de 2014
Cambridge, Massachusetts

El cobre reluce como fragmentos de cristal de venturina desde lo alto del viejo muro de ladrillo que se alza detrás de nuestra casa. Me vienen a la mente imágenes de hornos ardientes y cañas en los antiguos talleres de estuco de tonalidades pastel que bordean el canal Rio dei Vetrai, donde los maestros sopladores dan forma al vidrio fundido sobre superficies de acero. Con cuidado de no derramar una gota, llevo dos expresos endulzados con néctar de agave.
Sujeto las asas delicadamente curvadas de las tazas de cristallo artesanal, sencillas y transparentes como el cristal de roca, mientras me recreo en el recuerdo del momento en que las descubrimos en la isla veneciana de Murano. Los aromas a ajo y pimientos asados me siguen al exterior, y la puerta mosquitera se cierra detrás de mí con un golpecito sordo. Percibo la deliciosa fragancia de las hojas de albahaca fresca que he desmenuzado con las manos. Es la mañana perfecta. No podría ser mejor.
He preparado mi ensalada especial, he saturado con zumos, hierbas y especias trozos del mantovana que horneé sobre una piedra hace días. Es recomendable dejar que este pan con aceite de oliva se ponga un poco duro antes de utilizarlo en la panzanella que, al igual que la pizza, fue en otro tiempo un alimento de los pobres, cuyo ingenio e inventiva transformaban las sobras de focaccia y verduras en un’abbondanza. Los platos suculentos e imaginativos estimulan y recompensan la improvisación, de modo que esta mañana he añadido un bulbo de hinojo, sal kosher y pimienta molida gruesa. He usado cebolla dulce en vez de roja y un toque de menta que he cogido en la galería acristalada donde cultivo hierbas aromáticas en unas grandes tinajas de barro para aceitunas que encontré hace años en Francia.