viernes, 26 de diciembre de 2014

SIN DESTINO


“Si existe la libertad entonces no puede existir el destino, por lo tanto, nosotros mismos somos nuestro propio destino“.

Opera prima de Imre Kertész, escritor húngaro, Nobel de Literatura 2002. 

El libro, publicado por primera vez en 1975 tiene, seguramente, un cierto componente autobiográfico y aunque el tema ha sido tratado y retratado millones de veces sorprende el tono y la calidad literaria. 

Los primeros capítulos casi tienen un poso de novela costumbrista en la descripción de los personajes y las situaciones, la narración en primera persona refuerza esa sensación, una sensación de inocencia en el horror, de felicidad a pesar del horror, tal vez, de inconsciencia hacia el horror...

Kertész es un autor para conocer profundamente. "Un judío que ha ganado el Nobel" en frase desafortunada de sus compatriotas. Un gran escritor, ni más ni menos.
Muy, muy recomendable!!!

Sinopsis (Ed. Acantilado)
Historia del año y medio de la vida de un adolescente en diversos campos de concentración nazis (experiencia que el autor vivió en propia carne), Sin destino no es, sin embargo, ningún texto autobiográfico. Con la fría objetividad del entomólogo y desde una distancia irónica, Kertész nos muestra en su historia la hiriente realidad de los campos de exterminio en sus efectos más eficazmente perversos: aquellos que confunden justicia y humillación arbitraria, y la cotidianidad más inhumana con una forma aberrante de felicidad. Testigo desapasionado, Sin destino es, por encima de todo, gran literatura, y una de las mejores novelas del siglo XX, capaz de dejar una huella profunda e imperecedera en el lector.

Sin destino (fragmento)

1Hoy no he ido a la escuela; mejor dicho, sólo fui para pedir permiso a la tutora y volver a casa. Le entregué la carta de mi padre, en la cual pedía que me dispensaran, alegando «razones familiares». Ella me preguntó cuáles eran esas razones familiares, y yo le contesté que a mi padre lo habían asignado a trabajos obligatorios. Dejó de incordiarme.
Al salir de la escuela, no fui a casa sino al almacén. Mi padre me había dicho que me esperarían allí. También dijo que debía darme prisa porque podían necesitarme. Por eso pidió que me dejaran faltar a la escuela. Quizá quería que estuviera «a su lado en el último día», cuando tenía que «abandonar a la familia», eso también lo dijo en otro momento. Habló con mi madre, si mal no recuerdo, por la mañana cuando le llamó por teléfono. Hoy es jueves, y mis tardes de los jueves y de los domingos, en realidad, le corresponden a ella. Mi padre le comunicó: «No te puedo dejar a György esta tarde», y entonces dio esa explicación. O tal vez no fue así. Yo tenía un poco de sueño esa mañana, debido a la alarma aérea de anoche, y a lo mejor no me acuerdo bien. Sin embargo, estoy seguro de que lo dijo, si no a mi madre, a otra persona.
Yo también intercambié algunas palabras con mi madre, aunque no recuerdo qué le dije. Creo que
hasta se enfadó un poco conmigo, porque fui muy parco con ella, por la presencia de mi padre: al fin y al cabo hoy tengo que complacerlo a él.

Cuando salía para la escuela, también mi madrastra se sinceró conmigo. Estábamos a solas, en la entrada de casa y me dijo que en aquel día tan triste para todos nosotros esperaba «contar con un comportamiento adecuado» por mi parte. No sabía qué responderle, así pues no dije nada.

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