lunes, 8 de enero de 2018

TRILOGÍA REFRANES, CANCIONES Y RASTROS DE SANGRE


RESEÑA de Noelia Vallina para LIBROS, 3 de Agosto de 2017.

¿Cómo se puede calificar de novela negra una historia de aventuras buscando templarios? No lo entiendo. Cada uno sabe de suyo, y los experimentos están muy bien pero no me gustan.
En su segunda trilogía, César Pérez Gellida se ha pasado de vueltas, me ha aburrido soberanamente con tanto rollo sobre Dante y sobre logias masónicas. Qué decepción!

Sinopsis (Ed. SUMA)
A continuación la sinopsis que nos proporciona la editorial de cada una de las novelas que integra esta trilogía.
Sarna con gusto, primer libro de la trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre».
Lastrado por los efectos nocivos que le ha dejado la obsesiva persecución de Augusto Ledesma, el pelirrojo inspector de homicidios de Valladolid, Ramiro Sancho, vuelve al Cuerpo con la esperanza de retomar las riendas de su vida anterior. Nada más lejos de la realidad.
Una adolescente ha desaparecido en el marco de las ferias patronales de la ciudad. Se trata de la hija de un importante empresario y las primeras pesquisas apuntan a que podría tratarse de un secuestro.
César Pérez Gellida aborda su novela más negra desde una óptica global con el objeto de ofrecer al lector una visión 360º sobre un delito sumamente cruel como es la privación de libertad. Y lo ejecuta de una forma tan real que compartirá la angustiosa incertidumbre de la familia, tan estremecedora que saboreará el miedo desde la oscuridad de un lugar desconocido, tan veraz que se ajustará el pasamontañas para meterse en la piel del secuestrador y, como no, tan cercana que participará en el proceso de negociación e investigación en primera persona.
Sarna con gusto es la evidencia irrefutable de que existe un género singular en nuestro país que se define como narrativa audiovisual. Vuelve el género Gellida.

Cuchillo de palo, segunda entrega de la trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre».
Tras ser apartado del Cuerpo, Sancho ha resuelto dedicarse al suyo entregándose a los placeres de la carne en el lugar más apartado de sí mismo que ha logrado encontrar. Pero no hay rincón donde esconderse cuando es la desventura quien persigue.
Paralelamente, Erika, Ólafur y su nuevo compañero, el arcángel redimido, Uriel, emprenden la obstinada persecución de los miembros de la infame organización criminal conocida como la Congregación de los Hombres Puros. Su objetivo no es otro que alcanzar la cúspide, pero la escalada les deparará una serie de riesgos que ni siquiera han sido capaces de evaluar.
En esta nueva entrega, Pérez Gellida nos arrastra en un vertiginoso descenso a los infiernos para mostrarnos las grietas y aristas que dibujan la cara oculta del ser humano. Cuchillo de palo se revela como la novela más retorcida y sensorial del género Gellida.

A grandes males, tercera y última entrega de la trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre».
Erika Lopategui y Ólafur Olafsson han llegado a Buenos Aires siguiendo el rastro de la única persona que puede ayudarlos a destapar la organización criminal que se esconde tras la Congregación de los Hombres Puros. Encontrar el Cartapacio de Minos, un misterioso documento que contiene la identidad de los integrantes de la cúpula de esta organización, es su única meta.
Pero no solo ellos lo buscan... Pronto descubrirán que una cara conocida está más cerca de lo que a ellos les gustaría.
A grandes males es un thriller donde la realidad y la ficción se confunden para sumergir al lector en una trama cargada de incógnitas cuyas respuestas se encuentran entre los muros del edificio Barolo, un rascacielos levantado para albergar las cenizas de Dante Alighieri.


Y, un fragmento de la primera novela de la trilogía para los que quieran probar:

Sarna con gusto (fragmento)

EL CALZADO DEL DIABLO NUNCA SUENA

Barrio de Outremeuse
Lieja (Bélgica)
14 de agosto de 2012, 23:34
En plena subida de la interminable escalera adoquinada de la Montagne de Bueren notó una creciente opresión en la caja torácica que le hizo arrepentirse del instante en el que escogió esa estúpida ruta de huida. Pero cuando uno es consciente de que su vida corre serio peligro, no valora ni evalúa; corre.
Todavía podían oírse los estallidos del tradicional tirs de campes y el barrio estaba bautizado por el clásico olor a pólvora quemada que reinaba en el ambiente durante los cuatro días que duraba la festividad de la Virgen Negra. Aarjen de Bruyn se apoyó sobre las rodillas para recuperar el aliento y la necesidad de oxígeno le empujó a abrir la boca todo lo que pudo. Consecuentemente, las partículas de nitrato potásico, carbono y azufre provocaron la irritación de las vías respiratorias y su organismo protestó en una concatenación de toses secas. El eco le advirtió de que estaba solo, porque todo el mundo se concentraba en la isla, deambulando entre los bares y las barracas repartidas por las sinuosas calles de Outremeuse, mojándose el gaznate a base de cerveza y peket. Aun así, quiso cerciorarse y levantó la vista. Ante él, más de trescientos escalones por subir; tras él, un sicario con un encargo divino.
Lo reconoció al instante y no le costó deducir el motivo por el que Jaap Keergaard se encontraba en Lieja.
Una de las siete espadas de la Congregación.
Uno de los siete arcángeles.

MUERTE HELADA


Séptima entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Inspector de la policía escocesa John Rebus.


Cuando ya se han publicado 21 libros de la serie protagonizada por John Rebus, una de nuestras queridas editoriales nos concede el placer de publicar el séptimo de la serie en castellano, eso sí con un título tan desconcertante que te pasas media novela intentando averiguar de donde lo han sacado....., el título original es Let it bleed y los aficionad@s a la serie de Rebus le encontrarán sentido inmediatamente.
Esta novela, publicada en castellano el año en que John Rebus cumpliría 70 años, nos sumerge en la corrupción política más absoluta narrada con la crudeza que caracteriza a Rankin y "resuelta" con la cabezonería que caracteriza a Rebus.
Es verdad que nada nuevo nos cuenta Rankin pero lo cuenta tan bien que he disfrutado enormemente de este Rebus más joven y un Edimburgo tan negro que estremece.
De la política editorial de este país....nada que añadir!!

Sinopsis (Ed. RBA)
Pocos inviernos en Edimburgo han sido tan largos y fríos como este. Pero la temperatura no es lo único que deja helado al inspector John Rebus. De la nada, surgen una serie de extrañas incógnitas para las que Rebus no encuentra respuesta y todas ellas conducen a las altas esferas políticas de la ciudad y del país.
Esta vez, el pesimismo teñido de sarcasmo del inspector Rebus puede estar más justificado que nunca. Esta vez, los culpables pueden encontrarse fuera del alcance de la justicia.

Muerte helada (fragmento)
1
Una noche de invierno, saliendo a todo gas de Edimburgo.
El coche que circulaba delante era perseguido por otros tres, ocupados por agentes de policía. Caía aguanieve en medio de la oscuridad, y el viento soplaba en horizontal. En el segundo coche de policía, el inspector John Rebus apretaba la mandíbula. Con una mano se agarraba con fuerza a la puerta, y con la otra sujetaba la parte delantera del asiento del copiloto. Tras el volante, el inspector jefe Frank Lauderdale parecía haber rejuvenecido treinta años. Estaba claro que disfrutaba de la sensación de poder que le confería conducir a toda pastilla, un poco alocadamente, y se inclinaba hacia delante, casi pegándose al parabrisas.
—¡Los atraparemos! —gritó por enésima vez—. ¡Cogeremos a esos cabrones!
Rebus no pudo abrir la mandíbula lo suficiente para formar una respuesta. No es que Lauderdale fuese mal conductor... De acuerdo, lo era, pero es que además, con aquella lluvia... Cuando bordearon la segunda rotonda en la intersección de
Barnton, Rebus notó que las ruedas traseras perdían adherencia en la resbaladiza superficie de la carretera. Para empezar, los neumáticos no eran nuevos... Probablemente incluso fuesen recauchutados. La temperatura rondaba los cero grados y el aguanieve los esperaba traicioneramente. Habían salido de la ciudad, dejando atrás semáforos y cruces, y allí una persecución automovilística sería más segura... Pero Rebus estaba cada vez más nervioso.
En el coche de delante viajaban dos efectivos uniformados, jóvenes y sagaces, y en el otro vehículo un sargento y un agente. Rebus miró por el espejo retrovisor y vio unas luces. Miró también por la ventanilla... y no vio nada. Allí fuera estaba negro como la boca del lobo.
«No quiero morir en la oscuridad», pensó.

domingo, 7 de enero de 2018

TRES AUBELAS Y UN COCINERO MUERTO


Primera entrega de la Trilogía de Helsinki, una mezcla de humor y thriller nórdico, protagonizado por nonagenarias.

Esperaba un divertimento y me encontré con amarga crítica social, esperaba una lectura ligera y me encontré con un "tocho" al que le sobran unas cuantas páginas. 
No sé si seguiré leyendo las aventuras de Siiri, Irma y Anna-Liisa porque, la verdad para crítica social, prefiero que esté un poco mejor escrita.
En fin...., chistes nórdicos ininteligibles y poco más.....!

Sinopsis (SUMA)
                   Tienen 90 años. Pero no piensan morirse hasta descubrir al asesino.
Siiri, Irma y Anna-Liisa son tres viudas de noventa años residentes en El Bosque del Crepúsculo, un centro privado de apartamentos para la tercera edad de Helsinki. Más que un nidito acogedor para las personas mayores, la residencia resulta un lugar siniestro en el que los ancianos se ven privados de su identidad, rodeados todos los días por enfermeros vagos e inexpertos, y obligados a hacer gimnasia, a asistir a conferencias y a tomar un gran cantidad de medicamentos prescritos por médicos a los que apenas han visto.
Parece que para las tres amigas los días ya solo traerán partidas de cartas, viajes en tranvía y asistencia a funerales. Pero en la residencia se empiezan a producir unos misteriosos asesinatos... y quizá nadie había contado con la curiosidad y el tiempo libre de unas inocentes ancianitas.

Tres abuelas y un cocinero muerto (fragmento)

1

Cada mañana al despertarse Siiri Kettunen descubría que aún no había muerto. Entonces se levantaba, se lavaba, se vestía y tomaba algo para desayunar. Iba despacio, pues lo que es tiempo tenía de sobra. Leía el periódico con detenimiento, escuchaba los programas matutinos de la radio y de ese modo sentía que seguía perteneciendo a este mundo. A eso de las once solía ir de paseo en tranvía, pero aquel día no tenía fuerzas.
En la sala de recreo del Centro Residencial Geriátrico El Bosque del Crepúsculo, las brillantes lámparas de hospital creaban un ambiente semejante al de la consulta de un dentista. En los sofás dormitaba algún que otro anciano esperando la hora de la comida. El embajador, Anna-Liisa e Irma jugaban a la canasta en el rincón, alrededor de una mesa de juego con un tapete de fieltro. El embajador estaba absorto en sus cartas, Anna-Liisa comentaba las jugadas de los demás e Irma parecía aburrida por la parsimonia con la que avanzaba la partida. Entonces se percató de la presencia de Siiri y sus ojos se iluminaron.
—¡Quiquiriquí! —cantó en alto falsete y agitó el brazo formando un amplio arco como si fuera el jefe de circulación de una estación de tren. De joven, Irma Lännenleimu había dado clases de canto e incluso había llegado a interpretar el aria de Cherubino con acompañamiento de piano en la matiné del conservatorio de la calle Rautatienkatu, y, como por aquel entonces también se evaluaban las ejecuciones de los estudiantes, un crítico había alabado su voz en el periódico calificándola de ágil y penetrante. Ese canto de gallo era la manera de Irma y Siiri de saludarse mutuamente. Siempre funcionaba, incluso cuando el bullicio era grande o en la vorágine de la ciudad.
—¿Sabes qué? —empezó Irma antes de que su amiga hubiera tenido tiempo de sentarse a la mesa de juego—. La señora de la pamela, la que vive en la escalera C, al final no ha muerto. ¡Y eso que ya la habíamos llorado y todo!

LOS CRÍMERNES DEL MONOGRAMA


La autora de un blog que respeto profundamente (Mis detectives favoritos), define estos libros como Pastiches de Hércules Poirot, yo sería incapaz de definirlo mejor.

Me gustó el título, me encantó la portada, me ilusionó encontrarme de nuevo con Monsieur Poirot y...., diréis vosotros ¿Cómo se te ocurre?
Pues lo mismo digo yo, ahora que he logrado "superar con dificultades" las más de 200 páginas de este "engendro" que alguien ha dado en bautizar como "Un nuevo caso de Hércules Poirot" porque de Poirot tiene eso, sólo eso, la propaganda de la portada, de Agatha Christie, nada de nada.
El personaje llamado Poirot no se parece en nada al agudo detective creado por Mrs. Christie, la historia es pobre, embrollada y absurda, los personajes patéticos y, que decir del estilo narrativo de Sophie Hannah...., no se me ocurre un epíteto lo suficientemente contundente para calificarlo, por eso y antes de caer en la grosería, lo dejaré aquí.
En cuanto al nieto de Agatha Christie que, según he leído, autorizó esta publicación, le aconsejaría que releyese las novelas de su abuela y luego dedicase el resto de su vida a meditar.
Malo, malo, malísimo¡

Sinopsis (Ed. Espasa)
Vuelve Hércules Poirot, el detective más famoso y brillante de la historia de la novela negra, que ha conquistado a más de 2 billones de lectores.
Londres, 1929. Hércules Poirot está cenando en el café Pleasant cuando una mujer irrumpe en el local y le confía que alguien está a punto de matarla. Le ruega que no investigue, pues con su muerte, dice, se habrá hecho justicia.
Unas horas más tarde, tres personas son asesinadas en un elegante hotel londinense. Poirot no puede evitar involucrarse en el caso, pero, mientras él se esfuerza en ordenar todas las piezas, el asesino se prepara para volver a matar.
Desde la publicación de su primera obra en 1920, Agatha Christie escribió treinta y tres novelas, dos obras de teatro y más de cincuenta historias breves con el personaje de Hércules Poirot. Ahora, por primera vez, los albaceas de su legado han aprobado la creación una nueva novela protagonizada por el personaje más querido de la Dama del Crimen.
En manos de Sophie Hannah, autora de varios bestsellers internacionales, Poirot se sumerge en un misterio ambientado en el Londres de los años 20, un puzle diabólicamente inteligente que solo puede ser resuelto por el talento sin par del gran detective belga y su «materia gris».
«La idea de Sophie para la trama era tan adictiva y su pasión por el trabajo de mi abuela tan fuerte que tuvimos la certeza de que había llegado el momento de escribir una nueva Christie.» Mathew Prichard, director de Agatha Christie Limited y nieto de Agatha Christie.
Los crímenes del monograma (fragmento)

Capítulo 1
Jennie la fugitiva

—Lo único que digo es que esa mujer no me gusta —susurró la camarera del pelo eléctrico. Fue un susurro en voz alta, fácilmente audible para el cliente solitario del café Pleasant, que se preguntó si «esa mujer» sería otra camarera o una clienta habitual del establecimiento, como él—. ¿Acaso es obligatorio que me guste? Si tú tienes otra opinión, eres muy libre.
—A mí me pareció simpática —replicó la camarera bajita de cara redonda con menos convencimiento que un momento antes.
—Está así porque tiene el orgullo herido. En cuanto se recupere, volverá a destilar veneno por la lengua. Es el mundo al revés. He conocido a muchas como ella y no puedes confiar en ese tipo de gente.
—¿El mundo al revés? ¿Por qué lo dices? —quiso saber la camarera de cara redonda. Hércules Poirot, el único cliente del café, pasadas las siete y media de la tarde de un jueves de febrero, comprendió lo que quería decir la camarera del pelo eléctrico y sonrió para sus adentros. No era la primera vez que le oía una observación perspicaz.
—Si alguien está pasando una mala racha y te dice una impertinencia, se lo puedes perdonar. Yo también lo he
 hecho alguna vez y no me importa reconocerlo. Pero cuando estoy bien, quiero que todo el mundo esté igual de contento. Así es como debe ser. Sin embargo, los que son como ella te tratan peor cuanto mejor están. No te fíes de esa gente.
«Bien vu —pensó Hércules Poirot—. De la vraie sagesse populaire.»

EL AZAR Y LA VENGANZA


Quinta entrega de la serie de novelas protagonizadas por

A veces estoy en la inopia...jeje
Ya había leído algún libro de esta autora y me sorprendieron los giros y expresiones que utiliza, pero los atribuí a la traducción.
Hoy me entero que es una autora argentina que escribe bajo varios pseudónimos y que se dedica a la novela romántica...o algo así.
He de reconocer que los títulos de la serie protagonizada por la librera y detective aficionada Greta Lindberg, son muy inspirados y..., ahí termina la inspiración.
La descripción de Suecia y los suecos chirría, el pueblo es una "coña", a la librera le faltan dos dedos de frente o algo más, al novio no sé como calificarlo pero es algo como "machista soft", las tramas penosas y las resoluciones de traca. Me es imposible describir al departamento de policía del pueblo y no voy a abundar en las descripciones de encuentros sexuales porque me cabreo.
Eso sí, aprendes expresiones como "ponerse en puntas de pie", "escuchar un largo y tendido sermón", etc.....
Que más puedo decir.....que no os fieis de las sinopsis que hablan de un pueblecito de Suecia en el que una intrépida joven con una librería especializada en novela negra y policiaca, propietaria de una lora llamada Miss Marple, resuelve casos complicados...
Nada de esto es real, se trata de novelitas románticas con aspiraciones de intriga y misterio, nula calidad literaria y escasa imaginación.
Me voy con Indridason que, por lo menos, es nórdico y sabe de lo que habla.

Sinopsis (Ed. Vestales)
El verano llega enardecido al pueblo de Mora: la ciudad cambia su fisonomía, se llena de turistas, las plazas hoteleras y los restaurantes se ven sobrepasados, y el lago Siljan se puebla de personas en traje de baño.
Como todo lo que es cíclico, el verano regresa con la fuerza de lo conocido y lo inesperado a la vez. Por esa misma fuerza se siente alcanzada Greta Lindberg cuando descubre que Stephan Bringholm, su antiguo novio, está de vacaciones en Mora. Las cosas entre Stephan y Greta –de más está decirlo– no terminaron de la mejor manera, lo que precipitó que ella dejara la ciudad de Söderhamn, donde ambos residían. Es, entonces, una sensación amarga –como una moneda que cae del lado al que no le apostamos para decirnos que el azar está en nuestra contra– la que recorre a Greta al saber que Stephan, junto a su actual pareja, Elin Rosenberg y algunos amigos están alojados en el complejo Paradis, a orillas del lago.
Un asesinato, el de Elin Rosenberg, precisamente, levanta la temperatura ya caldeada del pueblo. Las sospechas recaen sobre la confusa vida sentimental de Stephan Bringholm, sobre sus actitudes violentas, sobre el acoso al que ha sometido a Greta.
El azar y la venganza, con una Greta Lindberg que cada vez encarna mejor el personaje del detective astuto pero con cierta ingenuidad, apasionado pero frío a la vez, relata el preciso instante en que la moneda decide de qué lado caer, y todo cambia de golpe.

El azar y la venganza (fragmento)

Capítulo I
Pudo sentir como la fría y afilada hoja de  metal subía con lentitud por su cuello bañado en sudor. Milímetro a milímetro, acercándose de forma peligrosa a  la garganta. Contuvo el aliento cuando la mano temblorosa que sostenía el puñal, se detuvo de repente. A pesar del terror que le minaba cada rincón del cuerpo y le impedía moverse, era consciente de que el más mínimo descuido podía resultar fatal y que aquel rostro transformado por la furia, sería lo último que verían sus ojos. No quería grabarse en la retina aquella terrible imagen.
En vano intentó pensar en cosas bonitas, la pesada respiración de su atacante se lo impedía.

VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN



Esta novela de 2000 me fue recomendada por una querida amiga de LIBROS y la verdad, me la he leído en un "vuelo" pero todavía no he digerido lo leído.
Es una novela rara, muy rara, de hecho en un momento pensé que era un libro de relatos y puede que lo sea....porque relata y relata historias que no sé bien si son cruzadas o se encastran entre ellas en una especie de puzle perverso y, en algunos ...momentos, ininteligible.
Es posible que mi aversión a las historias que tratan de forma superficial el calvario de la enfermedad mental me haya hecho "resistente" a la novela y el hecho añadido de la obsesión del autor con la coprofilia, coprofagia, basura, mal olor....no ha contribuido a mejorar las cosas.
Creo que el autor escribe bien pero su afán por sorprender le ha conducido por caminos escabrosos que no me han convencido.
He terminado la novela, es corta, y me ha dejado mal sabor y pocas ganas de leer, de nuevo, a Antonio Orejudo.


RESEÑA DE CLARA GLEZ para LIBROS, 18 de Febrero de 2017

Ventajas de viajar en tren – Antonio Orejudo
Es uno de esos libros que aparcas, y un día alguien comenta y te lo sacas para leer.
Eso justo fue lo que ayer me pasó. Y lo comencé. Y no pude parar de leer. Me lo ...devoré en una noche.
La sensación no puedo explicarla. Desde su primera frase:” ¿Le apetece que le cuente mi vida?” empiezas en una locura de historias entremezcladas, de personajes reales, o ficticios, donde la locura predomina en todos ellos, en una forma u otra. Donde cada historia sale de otra como esas muñecas rusas. Donde entre tanta locura no faltan algunos guiños que te hacen reír.
Un humor fino, que hace más llevadera las tremendas historias.
Al final te queda una duda…¿es todo producto de esquizofrenias y paranoias?¿ Hay algún personaje real? Lo que no cabe duda es la imaginación del autor, la forma de narrar, que hace que sigas y sigas. Qué mitad de algo terrible, no puedas evitar sonreír. Que te metas en el pellejo de esas historias que guarda la “carpeta roja” .

Sinopsis (Ed. Tusquets)
La novela que situó a Antonio Orejudo entre los autores más admirados de la literatura española actual.
Después de dejar a su marido ingresado en un hospital psiquiátrico en el norte, una mujer regresa en tren a Madrid. En el vagón, un desconocido, para amenizar el viaje, le pregunta de pronto: «¿Le apetece que le cuente mi vida?». Se trata de Ángel Sanagustín, psiquiatra que trabaja en la misma clínica y estudioso de los trastornos de la personalidad a través de los relatos y los escritos de los pacientes. Esos textos son los que guarda en una carpeta roja que lleva consigo. Hay casos de esquizofrenia, de dobles vidas, de paranoicos convencidos del control gubernamental a los ciudadanos mediante la clasificación de sus desperdicios. Cuando el psiquiatra baja un momento en una de las paradas en busca de un refresco y pierde el tren, la mujer tiene en sus manos la carpeta con los escritos. Irresistiblemente, querremos leerlos con ella.

Ventajas de viajar en tren (fragmento)"A la mañana siguiente —proseguía la carta de Amelia Urales de Úbeda—, mi hermano comprobó ciertos extremos de su declaración, y vio que era verdad. Él, que, según nos decía en sus cartas, había hablado con una cabeza recién decapitada; él, que había visto a una mujer comiéndose a su hijo, y hombres desinflados, a los que se les había ido la vida por el ano, que se habían muerto de diarrea mientras soltaban un hilo de agua infinito; él, que había visto tripas sujetas con cinta aislante; que había visto nacer un niño de una mujer muerta; que había visto rostros devorados por las hormigas; y a una rata comerse los ojos de una mujer inmóvil de pena, tuvo que sentarse en el suelo, porque no podía con su desconsuelo, y se echó a llorar. Elevó su informe, pero sus superiores se lo devolvieron por un defecto de forma. Insistió. Que se olvidara del asunto, le dijeron; pero él se negó. Entonces lo juzgaron por insumiso, lo ingresaron en un psiquiátrico y borraron todo vestigio de su paso por el Ejército. Cuando nos lo contó, mi madre y yo le creímos, pero mi padre, que de cosas del Ejército entendía más que nosotras, dijo que era mentira, y dio un puñetazo tan fuerte en la mesa, que la partió en dos. Toda la comida salió por los aires, y una croqueta le dio en la frente a mi hermano, que indignado cogió la puerta y se marchó por donde había venido. Desde entonces no hubo día que mi madre y yo no lo pasáramos llorando y afeándole la reacción a mi padre, quien, por su parte, se encerró en un mutismo absoluto y consagró su vida a mirar por la ventana o a sentarse en el patio frontal, a ver pasar la gente los días de toros, en los que nuestra calle se animaba un poco más. No hizo otra cosa el hombre hasta que la muerte se lo llevó una tarde, después de merendar, en plena actividad observadora. Mi madre y yo tratamos de ponernos en contacto con mi hermano dando aviso al servicio de socorro de Radio Nacional de España, pero no hubo manera de localizarlo; llegamos a pedirle perdón públicamente en un conocido programa de televisión, pero él no dio señales de vida. Resignada a no volverlo a ver nunca más, mi madre murió de pena a los pocos meses, sin que mi hermano apareciera.
Justa o injustamente, mi hermano ha cumplido su condena, pero ni siquiera ahora le permiten rehacer su vida, y los servicios secretos de inteligencia quieren aniquilarlo, darle muerte civil, y van por ahí diciendo que si está loco, y que si va por la vida convenciendo a la gente para que se tire al camión de la basura. No tengo más que decir. Suya atentamente Amelia Urales de Úbeda.
Le sorprenderá que me la sepa de memoria, ¿verdad? Es que la leí muchas veces y además he desarrollado una gran capacidad de retentiva. A lo que vamos: la carta sonaba rara, pero era difícil saber a ciencia cierta si aquella mujer mentía o decía la verdad. Lo que sí hice fue averiguar dónde vivía. Lo deduje de sus palabras: «Mi padre por su parte se encerró en un mutismo absoluto y se dedicó a sentarse en el patio frontal, a ver pasar la gente los días de toros, en los que nuestra calle se animaba un poco más, hasta que se murió». Llegué a la conclusión de que esta mujer vivía en una casita baja, con patio, en las inmediaciones de la plaza de toros de Las Ventas. Como no tenía nada mejor que hacer, en un plano de Madrid tracé una circunferencia con centro en Las Ventas y radio de un kilómetro, que abarcara todas las casitas de la zona con patio frontal, ubicadas en calles y callejuelas cuyo tráfico y afluencia de transeúntes pudieran verse afectados por la celebración de corridas. Es cierto que todo aquello podía ser un cuento, palabras, pero es que si nos ponemos así, no hacemos nada en la vida; siempre nos sucederá lo mismo; que lo único que tenemos son palabras. Por eso es tan difícil averiguar la verdad algunas veces. No es que yo sea un nihilista, nada de eso; me limito a constatar un hecho. Lo único que dejamos las personas cuando nos esfumamos es un puñado de palabras. Pero una cosa son las palabras y otra muy distinta la verdad. Algunas veces coinciden y otras no. Las palabras están ahí, las podemos leer y escuchar, aunque muchas veces tampoco sepamos qué significan exactamente; pero la verdad es muy difícil señalarla con el dedo. Lo cual, para mí, dicho sea de paso, tampoco es muy grave; al fin y al cabo nos pasamos la vida buscando personas que no existen, lugares y estados mentales imaginarios que nos han dicho que son reales, pero que jamás hemos experimentado por nosotros mismos. Fíjese, mucha gente se muda de ciudad y de pareja mil veces y a continuación otras mil, y en ninguno de esos cambios encuentra el estado literario de la felicidad, sino que topa siempre con su propia melancolía. Así es que, como comprenderá, no me asustaba pasarme dos o tres días buscando la casa inexistente de Amelia Urales de Úbeda. Pero el caso es que sí existía. Una tarde, perdida ya toda esperanza, como suele decirse, di con un viejo y descuidado chalet de inquietante aspecto, por cuyas paredes, húmedas y desconchadas, trepaban enjutas parras como nervios momificados. No sé por qué, pero al verlo supe que había llegado, que había encontrado la casa de los Urales. Tenía los postigos echados, parecía deshabitada y sobre todo parecía milagroso que hubiera sobrevivido entre los modernos bloques de pisos. Todavía está en pie, si quiere verla, en la calle Martínez Izquierdo, en el número veintiuno, creo, no me invento nada. Yo había pasado por allí en varias ocasiones y no había reparado jamás en ella; era como si hubiese aparecido de repente, por arte de magia. Abrí la cancela, que estaba comida por la herrumbre; atravesé el patio, que había sido conquistado por toda clase de hierbas silvestres, y llamé a la puerta. Tras un largo intervalo de tiempo, en el que estuve a punto de marcharme, pensando que no había nadie, me abrieron, y en el umbral apareció una mujer de mediana edad, más bien madura; pero muy atractiva. Se quedó pasmada cuando le dije quién era yo; no podía entender que me hubiera tomado la molestia de localizarla. "


sábado, 6 de enero de 2018

ELENA SABE


"Elena sabe desde hace un tiempo que ya no es ella la que manda sobre algunas partes de su cuerpo, los pies por ejemplo. Manda él. O ella. Y se pregunta si al Parkinson habría que tratarlo de él o de ella, porque aunque el nombre propio le suena masculino no deja de ser una enfermedad, y una enfermedad es femenina. Como lo es una desgracia. O una condena. Entonces decide que lo va a llamar Ella, porque cuando la piensa, piensa “que enfermedad puta”. Y puta es ella, no él. Con perdón de la palabra, dice. Ella"

Acostumbrada a la sutil ironía y el velado humor que Claudia Piñeiro vierte en sus novelas, inicié la lectura de Elena sabe, una de las pocas obras de la autora que no había leído. Y no hay humor, ni tan siquiera ironía; hay bofetadas de realidad cruel, sentimientos antiguos y nuevos, dolor, enfermedad, prohibiciones, negación, frustración, muerte, relaciones patológicas, maternidad....
Elena sabe, transcurre en un solo día en el que se repasa una vida y se investiga una muerte. Es una lectura tan desasosegante que menos mal que tiene sólo 175 páginas porque de ser más larga tendría que haberla dejado a medias.
Elena sabe me ha dejado un poso amargo que tardaré en borrar de mi mente y eso es prueba de la maestría de Claudia Piñeiro, a pesar de la escasa empatía con los personajes, una no puede dejar de leer.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Un relato que rompe el silencio y se pronuncia en alta voz sobre la libertad de elegir.
Poco después de que Rita aparece muerta en la iglesia que suele frecuentar, la investigación se da por cerrada, y su madre es la única que no renuncia a esclarecer el crimen. Pero jaqueada por la enfermedad, es también la menos indicada para encabezar la búsqueda del asesino. Un penoso viaje de los suburbios a la Capital, una vieja deuda de gratitud, una conversación reveladora.
Una novela que desnuda los secretos de sus personajes y las facetas ocultas del autoritarismo y la hipocresía que conforman nuestra sociedad.
Elena sabe ganó en Alemania el certamen LiBeraturpreis 2010, que premia a la mejor novela escrita por una mujer.

Elena sabe (fragmento)

1

Se trata de levantar el pie derecho, apenas unos centímetros del suelo, moverlo en el aire hacia adelante, tanto como para que sobrepase al pie izquierdo, y a esa distancia, la que sea, mucha o poca, hacerlo bajar. Apenas de eso se trata, piensa Elena. Pero ella piensa, y aunque su cerebro ordena movimiento, el pie derecho no se mueve. No se eleva. No avanza en el aire. No vuelve a bajar. No se mueve, no se eleva, no avanza en el aire, no vuelve a bajar. Eso apenas. Pero no lo hace. Entonces Elena se sienta y espera. En la cocina de su casa. Tiene que tomar el tren que sale para la Capital a las diez de la mañana; el siguiente, el de las once, ya no le sirve porque la pastilla la tomó a las nueve, entonces piensa, y sabe, que tiene que tomar el de las diez, poco después de que la medicación logre que su cuerpo cumpla con la orden de su cerebro. Pronto. El de las once no, porque entonces el efecto de la medicación habrá declinado hasta desaparecer y ella estará igual que ahora, pero sin esperanza de que la levodopa actúe. Levodopa se llama eso que tiene que circular por su cuerpo una vez disuelta la pastilla; conoce el nombre desde hace un tiempo. Levodopa. Así le dijeron, y ella misma lo anotó en un papel porque sabía que no iba a entender la letra del médico. Que la levodopa circule por su cuerpo, sabe. Eso es lo que espera, sentada, en la cocina de su casa. Esperar es todo lo que puede hacer por el momento. Cuenta calles en el aire. Recita nombres de calles de memoria. De atrás para adelante y de adelante para atrás. Lupo, Moreno, 25 de Mayo, Mitre, Roca. Roca, Mitre, 25 de Mayo, Moreno, Lupo. Levodopa. Sólo la separan cinco cuadras de la estación, no es tanto, piensa, y recita, y sigue esperando. Cinco. Calles que todavía no puede andar con sus pasos esforzados aunque sí repetir sus nombres en silencio. Hoy no quiere encontrarse con nadie. Nadie que le pregunte por su salud ni que le dé el pésame tardío por la muerte de su hija. Cada día se le aparece alguna persona que no pudo velarla o no pudo estar en el entierro. O no se atrevió. O no quiso. Cuando alguien muere como murió Rita, todos se sienten invitados a su funeral. Por eso las diez no es una buena hora, piensa, porque para llegar a la estación tiene que pasar por delante del banco y hoy se pagan las jubilaciones, entonces es muy probable que se cruce con algún vecino. Con varios vecinos. Aunque el banco abra recién a las diez, cuando su tren esté entrando en la estación y ella con el boleto en la mano se acerque al borde del andén para tomarlo, antes de eso, Elena sabe, ya va a encontrar jubilados haciendo la cola como si tuvieran miedo de que la plata alcanzara sólo para pagarle a los que primero llegan.