domingo, 3 de diciembre de 2017

EL INVIERNO MÁS FRÍO



Aidan Donovan vive, desde hace tiempo, su invierno más frío y Kiely lo cuenta con exquisita exactitud y cuidadosa crudeza, sin sentimentalismo pero con sentimiento. El tema del libro es delicado, muy delicado, por tanto la forma de narrar se torna tan importante como el argumento mismo y ahí acierta Kiely, no es equidistante porque el libro está narrado en primera persona por el protagonista, pero... no se recrea en el "fango".
Un invierno en la vida de un adolescente norteamericano de buena familia, que podría ser cualquier adolescente del mundo.
Un alegato contra el abuso y el silencio, que me ha encantado.
Lo recomiendo y os dejo un enlace que permite leer un fragmento de la novela:
http://www.planetadelibros.com/el-invierno-mas-frio-libro-196825.html

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
Un canto a la esperanza, una llamada a no tener miedo y la prueba de que la verdad y el amor tienen más poder que el silencio y la mentira
Aidan Donovan tiene dieciséis años y no consigue aceptar que su padre se haya marchado de casa sin decir nada. Él no tiene muchos amigos en el instituto y el único que parece escucharlo, realmente, es el padre Greg, el sacerdote local a quien Aidan ayuda en la parroquia.
Cuando se da cuenta de la alevosía y la crueldad de las acciones del padre Greg, todo se derrumba a su alrededor. Bebe demasiado, toma pastillas y se desvive por destacar ante Josie, la única chica a la que ama, su amiga Sophie, un poco salvaje, y Marc, el capitán del equipo de natación, carismático y atractivo.
El invierno más frío muestra lo difícil que puede llegar a ser convertirse en adulto, y cómo la traición, la manipulación y el abuso pueden ser utilizados contra los más inocentes.

El invierno más frío (fragmento)

1Para contar lo que pasó de verdad, lo que nadie sabe, lo que no dijeron los periódicos, tengo que empezar por la fiesta de Nochebuena de mi madre. Dos noches antes, como si el universo fuera el coproductor de su gran espectáculo, una tormenta de nieve había blanqueado nuestro rincón de Connecticut. Mi madre estaba encantada. Velas eléctricas en las ventanas, guirnaldas en las puertas, fotogénicos montones de nieve contra los muros de la casa..., todo era «simplemente maravilloso», como habrían dicho sus amigas. El espíritu navideño nos invadiría a todos, o al menos lo aparentaríamos. Era mi madre y con ella se imponía la supervivencia del más risueño, por lo que todos estábamos dispuestos a tragarnos su panacea festiva. Esperábamos recibir más de ciento cincuenta invitados en casa, obviando deliberadamente el hecho de que las invitaciones habían sido enviadas a finales de octubre con el nombre de mi padre impreso en relieve junto al de mi madre, pero el Viejo Donovan seguía en Europa, donde había pasado la mayor parte del año y donde para entonces ya había decidido quedarse.
Nunca me habían dejado entrar en el estudio del Viejo Donovan, pero, precisamente porque ya no estaba en casa, me lo había apropiado y pasaba el rato curioseando entre sus libros y sus recuerdos del mundo entero, con la esperanza de encontrar algo de sabiduría que llenara el horrible vacío que me crecía por dentro. De no haber sido por la fiesta, me habría quedado toda la noche allí, leyendo Frankenstein para la clase del profesor Weinstein; pero íbamos a dar una fiesta y mi madre estaba en el piso de arriba, arreglándose, así que me dije: «A la mierda». Si quería sobrevivir, necesitaba un empujoncito.

EL ÁNGEL ROJO


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franck Sharko,  comisario en la Dirección Central de la Policía Judicial de París.

Primera experiencia novelesca con Franck Thilliez y su protagonista, comisario Sharko, me ha traído recuerdos de otro novelista francés (muy de moda últimamente), el argumento casi podría confundirse aunque el estilo literario es diferente, quizás un poco más tosco, pero efectivo.
Me ha entretenido bastante, esta primera "desventura" del comisario francés, por tanto agradezco a mis amig@s de LBROS su recomendación y, tengo muy claro, que repetiré¡¡¡
Estoy muy intrigada por la continuidad que el novelista dará a este protagonista que no vive sus mejores momentos.....¡

Sinopsis (Ed. Marlow)
La aparición de un cadáver decapitado, artísticamente troceado y diseminado con enigmáticos designios por diversos rincones de París, sacude de un modo eléctrico al comisario Franck Sharko. Saber que no se trata del cuerpo de su esposa, que lleva ya seis meses desaparecida sin que nadie haya pedido rescate y sin que se tenga la menor pista sobre su paradero, es sólo un consuelo menor. Al contrario, este descubrimiento da pie a una estremecedora y alucinante investigación que pone en contacto a Sharko con los ambientes más sórdidos que puedan imagina ...

El ángel rojo (fragmento)

PrólogoLa lluvia caliente de una tormenta de verano acomete con fuerza contra los adoquines resbaladizos del casco antiguo de Lille. En vez de buscar un lugar donde resguardarme, prefiero contemplar las gotas de agua que se introducen en los surcos de las tejas ocres, se agarran a los canalones como perlas de plata para luego venir a bailar en el hueco de mis orejas. Me gusta aspirar el olor de los ladrillos antiguos, los desvanes y los cuartos trasteros. Aquí, en este silencio de burbuja de agua, todo me recuerda a Suzanne; esa callejuela por la que subo forma el túnel del tiempo que me conduce hasta ella. Giro por la calle de los Solitaires y, justo tras la esquina, me precipito en el Nemo, donde pido una cerveza rubia de Brujas. Brasas de un fuego mal apagado destellan en el fondo de los ojos del propietario, un fulgor de los que avivan los recuerdos, poniéndolos en movimiento hasta que emergen instantes de vida que se creían muertos. Frunce la boca, como si esa gimnasia intelectual lo quemara interiormente. Creo que me ha reconocido.
«Son las once, esa noche. No dejo de dar vueltas en la cama, los ojos clavados en las cifras hirientes del radiodespertador. Como el sitio de Suzanne está demasiado vacío, me levanto y llamo a su teléfono móvil. Me contesta una voz suave, la de una mujer, un robot que dispensa los mensajes estándares de ausencia. Marco el número del laboratorio experimental donde trabaja, con el puño apretado contra los labios. El vigilante nocturno me contesta que se ha marchado hace casi una hora. Sin embargo, bastan diez minutos para llegar desde L'Hay-lesRoses a nuestro apartamento de Villejuif…»

LOS PERROS NEGROS


McEwan, lo ha vuelto a hacer.....¡¡¡
Empieza por la vida de un huérfano y sus aspiraciones, y acaba retratando Europa a través de un matrimonio de viejos comunistas. Retrata una época y varias vidas, con sus alegrías y sus muchas miserias; retrata ideologías y va mucho más lejos que esos sesudos teóricos del capitalismo vs comunismo; retrata sentimientos y, como el pasado, condiciona la vida durante generaciones.
Se nota mucho que soy fan de McEwan, verdad??? es que me encanta la facilidad que tiene para conectar hechos y lugares, vidas y sentimientos, recuerdos y futuros; en sólo 160 páginas. La recomiendo¡¡¡

Sinopsis (Ed. Anagrama)
A Jeremy, huérfano desde los ocho años, siempre le han fascinado los padres de sus amigos. En la adolescencia, cuando ellos se rebelaban contra sus padres, él era el buen chico que les acompañaba y satisfacía sus deseos. Ahora, a los cuarenta años, su último amor filial son los padres de su esposa, June y Bernard Tremaine, personas de cierta notoriedad, cuya biografía Jeremy ha decidido escribir. Y así, con la historia de la progresiva reconstrucción de la vida e ideas de los Tremaine, Ian McEwan ha escrito una de las novelas clave de nuestra época, un inquietante cuadro bajo cuyos colores se transparenta la «textura» ideológica del siglo XX desde la Se­gunda Guerra Mundial. June y Bernard Tremaine, fervientes militantes del partido comunista, se casaron inmediatamente después de la guerra y en 1946 emprendieron un tardío y largo viaje de bodas que les llevó a Francia, y tras el cual vivieron toda su vida separados, aunque nunca se divorciaron. June en el Languedoc, dedicada a la meditación y a la escritura de libros sobre experiencias místicas; Bernard en Inglaterra, como destacado político de izquierdas. En la familia se menciona a veces, pero de manera oblicua y esquiva, a los «perros negros» (el poeta romano Horacio sugirió que la visión de estos animales era un mal augurio, y Churchill hablaba del perro negro de la depresión), y su historia constituirá el núcleo que iluminará y dará sentido a toda la novela, tal como lo hacían el asesinato y el descuartizamiento de El inocente, el anterior libro de McEwan.«Sugiere una hipótesis escalofriante: el mal que resumen de modo terrorífico los perros negros habita también en el corazón de los inocentes» (José Andrés Rojo, El País).

Los Perros negros (fragmento)
"Yo no tenía ni idea de a qué distancia estaba. Mientras lo conducía, noté lo rígidos y lentos que eran sus pasos. Me culpé por mi falta de consideración. Estábamos cruzando una calle cortada por el Muro. A la luz de las farolas la cara de Bernard estaba gris y sudorosa y sus ojos parecían demasiado brillantes. La gran mandíbula, el rasgo más cordial de su enorme cara, mostraba un ligero temblor de senilidad. Yo estaba atrapado entre la necesidad de llevarlo deprisa hacia el calor y la comida y el miedo a que se derrumbase por completo. No tenía ni idea de cómo pedir una ambulancia en el Berlín Oeste y allí, en los abandonados bordes de la frontera, no había teléfonos y hasta los alemanes eran turistas. Le pregunté si quería sentarse y descansar un rato, pero no pareció oírme.
Estaba repitiendo mi pregunta cuando oí un bocinazo y unos vivas discordantes. La iluminación concentrada del puesto de control Charlie proyectaba un halo lechoso por detrás de un edificio abandonado delante de nosotros. A los pocos minutos salimos del callejón justo al lado del café y ante nosotros vimos la onírica familiaridad de la escena a cámara lenta que había visto con Jenny aquella mañana; el mobiliario fronterizo de casetas de guardias, carteles multilingües y barreras rayadas, y los ciudadanos bienintencionados seguían saludando a los peatones que venían del Este y dando puñetazos en los techos de los Trabant, pero con menos pasión ahora, como para demostrar la diferencia entre el espectáculo televisivo y la vida real.
Tenía cogido del brazo a Bernard cuando nos detuvimos para mirar todo aquello. Luego avanzamos lentamente por entre la multitud hacia la entrada del café. Pero la gente estaba haciendo cola. Solamente los dejaban entrar a medida que quedaban sitios libres. ¿Quién querría dejar una mesa a aquellas horas de la noche? A través de las ventanas salpicadas por la condensación pudimos ver a los privilegiados comedores y bebedores envueltos en el aire viciado.
Yo estaba a punto de abrirme paso a la fuerza, alegando necesidades de salud, cuando Bernard se soltó de mí y se alejó apresuradamente para cruzar la calle hacia la isleta del tráfico donde estaba la mayor parte de la gente, junto al puesto de guardia americano. Hasta entonces yo no había visto lo que él había visto. Más tarde me aseguró que todos los elementos de la situación estaban en su lugar cuando llegamos, pero yo sólo vi la bandera roja cuando seguí a Bernard llamándolo. Estaba atada a un asta corta, un palo de escoba serrado, quizá, sostenida por un hombre menudo de veintipocos años. Parecía turco. Tenía rizos negros e iba vestido de negro. Una chaqueta cruzada negra sobre una camiseta negra y vaqueros negros. Paseaba arriba y abajo por delante de la multitud, la cabeza echada hacia atrás, el asta de la bandera apoyada en el hombro. Retrocedió para ponerse en el camino de un Wartburg y se negó a moverse. El coche se vio obligado a maniobrar para rodearle.
Como provocación, ya estaba empezando a dar resultado y eso era lo que había atraído a Bernard hacia la carretera. Los antagonistas del joven eran un grupo variopinto, pero lo que yo vi en ese primer instante fueron dos hombres con traje —ejecutivos o abogados junto al bordillo de la acera. Cuando el joven pasó, uno de ellos le dio rápida y ligeramente bajo la barbilla. No era tanto un golpe como una expresión de desprecio. El revolucionario romántico se apartó con una sacudida y fingió que no había sucedido nada. Una anciana con un sombrero de piel le gritó una frase larga y levantó su paraguas. Un caballero que estaba a su lado la contuvo. El abanderado alzó aún más su estandarte. El segundo abogado dio un paso adelante y le asestó un puñetazo en la oreja. No acertó plenamente, pero fue lo suficiente como para hacer que el joven se tambalease. Desdeñando tocarse el lado de la cabeza donde había recibido el puñetazo, continuó su desfile. Para entonces Bernard había cruzado la mitad de la carretera y yo estaba justo detrás de él.
Por lo que a mí se refería, el abanderado podía recibir lo que se estaba buscando. Mi preocupación era Bernard. La rodilla izquierda parecía molestarle, pero iba cojeando delante de mí a buen paso. Ya había visto lo que venía a continuación, una manifestación más desagradable, que se acercaba corriendo procedente de la Kochstrasse. Eran media docena y venían gritando mientras corrían. Oí las palabras pero en ese momento no les hice caso. Preferí pensar que una larga noche en la ciudad regocijada los había dejado hambrientos de acción. Habían visto cómo golpeaban a un hombre en la cabeza y eso los había galvanizado. Tenían entre dieciséis y veinte años. Colectivamente, exudaban una maldad enana, un extravagante aire menesteroso, con su palidez cubierta de acné, sus cabezas afeitadas y sus bocas húmedas y blandas. El turco los vio cargar hacia él y torció la cabeza bruscamente como un bailarín de tango y les volvió la espalda. Estar allí haciendo aquello el día del oprobio final del comunismo demostraba el fanatismo de un mártir o una insondable urgencia masoquista de recibir una paliza en público. Era verdad que la mayoría de la multitud lo habría descartado como un chiflado y lo habría ignorado. Berlín era una ciudad tolerante, después de todo. Pero aquella noche había suficientes borrachos y una vaga sensación en unas cuantas personas de que se debería culpar a alguien de algo, y el hombre de la bandera parecía haberlos encontrado a todos en el mismo sitio. "


EL COMENSAL


"Cuentan que en mi familia siempre se sienta un comensal de más en cada comida. Es invisible, pero está ahí. Tiene plato, vaso y cubiertos. De vez en cuando aparece, proyecta su sombra sobre la mesa y borra a alguno de los presentes." G. Ybarra
Así comienza El comensal, y es uno de los comienzos más prometedores que he leído en los últimos tiempos, lástima que el comienzo no se extienda a toda la ...novela....
No es mala novela y, además es corta, pero es un poco tramposa porque no cumple lo que promete; dice la publicidad que habla sobre la muerte del abuelo y la muerte de la madre....si habla de ambas cosas pero se queda casi en la superficie, habla, habla y habla y casi al final te das cuenta de que no te has quedado con nada.
Vale como diario, como recuerdo, como testimonio de como afecta la muerte a la familia, sobre todo si la primera es violenta y la segunda repentina; pero de ahí a esa obra maestra que nos han vendido los medios de comunicación, hay un abismo. A la autora le falta oficio, tiene mucho sentimiento, pero le falta orden y calidad literaria; ese punto que transforma una obra corriente en una gran obra.
La he leído con agrado y rapidez, tiene apenas 120 páginas pero esperaba mucho más¡¡¡

Sinopsis (Ed. Caballo de Troya)
Una novela autobiográfica en la que la autora trata de comprender su relación con la muerte y la familia a través del análisis de dos sucesos: el asesinato de su abuelo a manos de ETA y el fallecimiento de su madre.
«Una novela cuya atmósfera nos proporciona un alivio semejante al que siente un pez devuelto al agua después de haber sido capturado. [...] Leyéndola se asiste una vez más a ese misterio por el que la vida de otro, que poco o nada tiene que ver con la tuya, deviene en una cuestión de orden personal. Como si más que una novela, se tratara de una carta dirigida a ti.»Juan José Millás, Diarios del Grupo Editorial Prensa Ibérica
La muerte es un acontecimiento de primer orden. Cuando la parca se lleva a un ser querido heredamos lo que quedó sin resolver, y el dolor, o la liberación, que acarrea el deceso se extiende en el tiempo hasta que el vivoasume no sólo la desaparición del otro, sino también parte de la suya propia en la medida en que estamos hechos de retazos de los demás.
En esta novela autobiográfica Gabriela Ybarra trata de comprender su relación con la muerte y la familia a través del análisis de dos sucesos: el asesinato de su abuelo en 1977 a manos de ETA y el fallecimiento de su madre en 2011 por un cáncer. Así, la primera parte de El comensal es una reconstrucción libre (por tanto, no esconde la parte de ficción de toda memoria) del secuestro y posterior asesinato del empresario español Javier de Ybarra, quien también fue alcalde de Bilbao y presidente de la Diputación de Vizcaya durante el régimen franquista. Aunque esta muerte ha sacudido a todo el clan familiar (los padres de la protagonista tienen que abandonar el País Vasco y convivir con un escolta), no es hasta que la madre de la narradora enferma fatalmente que los duelos no hechos y las herencias políticas no asumidas (a veces por ignorancia) estallan.
El comensal es una novela importante por dos cosas: la narración de un conflicto histórico desde un lugar personal procurando la huida del victimismo y el reconocimiento de la importancia que tiene el hacer visible la muerte para asumirla. Acostumbrados como estamos a que los procesos de deterioro y fin de la vida se escondan, la novela sorprenderá por lo que tiene de reconciliación con la enfermedad, que aquí es relatada con luminosidad y sin puritanismo ni autocompasión.

El comensal (fragmento)

PRIMERA PARTE

I

Cuentan que en mi familia siempre se sienta un comensal de más en cada comida. Es invisible, pero está ahí. Tiene plato, vaso y cubiertos. De vez en cuando aparece, proyecta su sombra sobre la mesa y borra a alguno de los presentes.
El primero en desaparecer fue mi abuelo paterno.
La mañana del 20 de mayo de 1977 Marcelina puso un hervidor de agua en el fuego. Aprovechando que el líquido todavía estaba en reposo, cogió un plumero y comenzó a desempolvar la porcelana. Un piso más arriba, mi abuelo entraba en la ducha, y al fondo del pasillo, en donde las puertas formaban una U, descansaban los tres hermanos que aún vivían en la casa. Mi padre ya no vivía ahí, pero en una escala entre Nueva York y otro destino había decidido acercarse a Neguri para pasar unos días con su familia.
Cuando sonó el timbre Marcelina estaba lejos de la entrada. Mientras pasaba su plumero por un jarrón chino escuchó que alguien gritaba desde la calle: «¡Ha habido un accidente, abran la puerta!», y corrió hasta la cocina. Miró un instante el hervidor, que ya había empezado a silbar, y deslizó el cerrojo sin asomarse a la mirilla. Al otro lado del umbral, cuatro enfermeros encapuchados se presentaron abriendo sus batas para mostrar las metralletas.
«¿Dónde está don Javier?», dijo uno. Sacó un arma y apuntó a la chica para que les indicara el camino hasta mi abuelo. Dos hombres y una mujer subieron por las escaleras. El cuarto se quedó abajo, vigilando la entrada de la casa y revolviendo papeles.


CONTROLARÉ TUS SUEÑOS


Quinta entrega de la serie de novelas protagonizadas por David "Dave" Gurney,  detective de homicidios retirado del Departamento de Policía de Nueva York.

Y aquí tenemos de nuevo al inefable Dave Gurney y su insoportable esposa Madeleine (Maddie para los amigos...que no deben ser muchos) en una historia "detectivesca" en la que lo más notable es la descripción del paisaje nevado y las relaciones entre estos peculiares esposos que, más bien, parecen enemigos.
Controlaré tus sueños (Wolf Lake) me pregunto siempre quien se inventa los títulos.....es una novela "plana" por decir algo y en sus más de 400 páginas no hay más misterio que el de "continuar leyendo" a pesar de saber "de pe a pá" como se va a desarrollar la historia, en fin.....he pasado el tiempo¡¡¡

Sinopsis (Ed. Roca)
¿Puede utilizarse una pesadilla como arma homicida? Esa es la inquietante pregunta a la que se enfrenta Gurney en la emocionante nueva entrega de esta serie de best sellers internacionales. El que fuera detective estrella del Departamento de Policía de Nueva York tiene que resolver un enigma desconcertante.
Cuatro personas que viven en partes diferentes del país, y a primera vista con muy poco en común, explican que han tenido el mismo sueño: una pesadilla aterradora en la que aparece una daga ensangrentada con la cabeza de un lobo en la empuñadura. Los cuatro hombres son posteriormente hallados con cortes en las muñecas –presuntos suicidios– y el arma que se utilizó en todos los casos fue una daga con la cabeza de un lobo. La policía enseguida se centra en Richard Hammond, un controvertido psicólogo que lleva a cabo sesiones de hipnoterapia en el Wolf Lake Lodge, un viejo y espeluznante hotel de las Adirondack. Al parecer, todas las víctimas habían ido allí para ver a Hammond poco antes de morir.
Gurney, inquieto por extrañas incongruencias en el enfoque oficial del caso, empieza su propia investigación, una investigación que lo pone en el punto de mira no solo de un asesino despiadado y de la policía local, sino también del rincón más oscuro del gobierno federal. Los enemigos de Gurney, tan implacables como la tormenta que lo atrapa en el misterioso lago del Lobo, están dispuestos a todo para impedir que descubra la verdad, incluso a un ataque feroz a la salud mental de su querida esposa Madeleine.
Gurney, con sus recursos emocionales tensados hasta el límite, debe lanzarse sin reserva a un letal duelo de ingenio con el oponente más frío y aterrador con el que jamás se ha enfrentado. 

Controlaré tus sueños (fragmento)

PRÓLOGOMás allá del terror
Estaba tiritando a la luz de la luna, en el lugar acordado, entre las dos cicutas gigantes que se alzaban al extremo del lago congelado. En la distancia, oyó la motocicleta que se acercaba; primero en Bale Brook Road; luego en el camino serpenteante que llevaba desde la carretera hasta el lago. Al final, llevada por la ansiedad,
divisó el foco delantero que parpadeó a través del bosque y que luego cruzó el claro que separaba los pinos de las altísimas cicutas negras. Estaba desesperada por verlo y, al mismo tiempo, lo temía. Se detuvo delante de ella y apagó el motor. Se quedó con los pies separados en el suelo, para equilibrar el peso de aquella enorme motocicleta. Era la de su hermano mayor; la conducía ilegalmente. Apenas apreció unos pocos copos de nieve sobre su cabello alborotado por el viento. No estaba segura de si el chico parecía preocupado o si eran cosas suyas porque ese era el aspecto que esperaba que tuviera. No había sido
explícita cuando lo había llamado por teléfono, pero su voz mostraba ansiedad y urgencia. Estaba segura, pese a que él estaba de espaldas a la luna, de que la estaba mirando atentamente, esperando a que le explicara por qué estaban allí.

CAZA AL ASESINO


Coincidiendo con su adaptación cinematográfica y con que estaba disponible en mi biblioteca, he decidido leer esta novela de Jean-Patrick Manchette, titulada originalmente La position du tireur couché y retitulada en castellano como Caza al asesino.
Empezamos mal ya, con el título, creo que el retitulador no se ha leído la novela y además ha "tirado" de hemeroteca, La caza del asesino es una novela de 1949 de Fredric Brown llevada al cine en 1958 por Gerd Oswald....., ¿no habrá títulos suficientes para distinguirse?
Al margen del título, la novela es un thriller, más o menos sangriento y "asqueroso" (de verdad es necesario tanto vómito y descarga de intestinos....???) que no me ha aportado nada nuevo y que tiene un "aire" un poco antiguo. A su favor tiene que mantiene la pregunta de como resolverá el autor tanto "despropósito" argumental y lo hace de una forma apresurada y un tanto, "ramplona"; sus 160 páginas se leen rápidamente, una tarde aburrida basta, bien es verdad que, en mi caso no ha paliado el aburrimiento......A vuestro juicio lo dejo, ahora que si, como dicen los críticos, es la mejor novela del autor, conmigo ya ha cumplido.
Capítulo aparte merece el prólogo de Carlos Zanón, 20 páginas de "erudición autocomplaciente" y spoiler final, pero lo peor es que es "intensamente aburrido"....

Sinopsis (Ed. Anagrama)
La novela que ha inspirado la película protagonizada por Sean Penn y Javier Bardem.
Un asesino profesional al servicio de una «Compañía» –que nos remite inevitablemente a la CIA– decide retirarse, rehusando una última misión, y regresar a su región natal para reencontrar a su primer amor, ahora una hermosa y convencional burguesa, en una tentativa de borrar las humillaciones de la infancia y de la adolescencia.
A partir de este doble esquema –el retiro, el retorno–, sabiamente entretejido y deliberadamente clásico, se desarrolla una sangrienta persecución en la que pululan policías, asesinos, servicios especiales, organizaciones terroristas... y al menos dieciocho cadáveres.
En Caza al asesino, la última novela, glacial y trepidante, de Manchette, el «itinerario» de este profesional meticuloso, con toda su panoplia (la extrema competencia, los reflejos impecables, la mirada indiferente), está descrito con un tratamiento realista y a la vez onírico, a fuerza de una precisión maniática que excluye todo psicologismo.

En 2015 se hizo una película basada en la novela, podéis ver sus características en el siguiente enlace:
https://www.filmaffinity.com/es/film404455.html


LA CONSPIRACIÓN DE LOS MEDIOCRES


Precuela de la serie de novelas protagonizadas por el comisario Lascano, apodado El perro, policía en Buenos Aires durante la dictadura militar.

Creo que he tenido suerte, porque hace tiempo que quería leer las novelas de Ernesto Mallo protagonizadas por El perro Lascano y de visita en mi biblioteca, he tropezado con esta "precuela" de la serie, por tanto, creo que empiezo casi por el principio.
Buenos Aires es una ciudad propicia para la novela negra, si a esto añadimos una época negra-negrísima, la tripe A y un policía concienzudo, triste y marginado, ya tenemos los mimbres para una gran policíaca.
Me ha gustado, mucho, me leeré la saga entera¡¡¡

Sinopsis (Ed. Siruela)
Ernesto Mallo nos sumerge en un mundo en el que conviven el asesinato y la impunidad del poder con una tormenta de pasiones amorosas, en un paisaje dominado por una jauría de asesinos a sueldo.

La narrativa argentina, así como la cinematografía, se ha ocupado extensamente de la sangrienta dictadura de Videla. Sin embargo, no ha tratado en la misma medida el periodo inmediatamente anterior. Aquella etapa fue el caldo de cultivo en el que se coció lo que luego sería el terrorismo de Estado a gran escala. Bajo el nombre de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), un grupo parapolicial se encarnizó con todo aquel que osara oponerse a los designios del hombre fuerte del país: José López Rega, apodado el Brujo por su afición a la magia negra.
En esta precuela de la serie del detective Perro Lascano, encontramos a un detective joven, aunque ya investigador de fuste. Para apartarlo de la investigación, los mandos policiales le encargan aclarar el suicidio de un anciano alemán. Esa misión lo arrojará directamente a las fauces de los sicarios, en un territorio donde no puede contar con nadie ni confiar en nadie. En el transcurso de su investigación, Lascano conocerá a Marisa, con quien vivirá una épica historia de amor.

La conspiración de los mediocres (fragmento)

1Cuando sonó el teléfono, Rolf Böll supo que hoy vendrían a matarlo. Cuando cuelga, por el auricular le llega un sonido agudo y breve, como el trino inconcluso de un pájaro mecánico. Se toma la cabeza con las dos manos. Solo le queda escapar, pero se siente demasiado viejo para continuar huyendo, escondiéndose, para aprender de sus errores, para defenderse, para rogar... Por la ventana se cuela un rayo de sol que pone a brillar como diamantes las partículas de polvo del pasado suspendidas en medio de la habitación. Lo invade una tristeza infinita por todas las cosas que pudieron haber sido y ya nunca serán. Hasta este momento había logrado alimentar su fe en el regreso triunfal de su especie. Ahora tiene la certeza de la extinción.
Ruido en la puerta de entrada. Abre los ojos. Ya está aquí. Pasos lentos, sigilosos, por el pasillo. Lo había pensado: esperarlo con su Walther cargada, amartillada y oculta en el regazo, y sorprenderlo, y dispararle, y partirle el cráneo, y matarlo. Pero eso sería un acto de esperanza y Rolf ya no tiene ninguna. Filosofía aparte, tampoco tiene las fuerzas ni la energía necesarias para manipular y deshacerse de un cadáver. Por el vano de la puerta, medio cuerpo, medio rostro, una pierna, un brazo y una mano con guante y pistola. La voz de Rolf es tranquila, tranquilizadora.
Pasa, no hay ningún peligro.
La desconfianza que se pinta en el semblante del joven no desaparece por eso, pero el tono de voz lo anima a entrar con el arma apuntada al piso. Con gesto cortés, Rolf lo invita a tomar asiento. El hombre mira en derredor. Su olfato le dice que están solos. Le clava los ojos celestes al viejo y se sienta frente a él.
¿Sabe que tiene que irse? Lo sé, muchacho. Lo sabía antes de que nacieras.